Economía y café | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Febrero de 2015

Buenas perspectivas para Colombia y crisis brasileña

 

Las   previsiones de la economía colombiana cambian según como se perciba la evolución de los precios del petróleo. Es evidente que el asunto afecta las finanzas públicas, no sólo por cuenta de las regalías que se dejan de percibir y de cuya distribución viven varias regiones, sino porque al caer el precio de las acciones de Ecopetrol así como de otras empresas privadas petroleras, el fisco recibe menos ingresos por impuestos.

Además de lo anterior, es claro que el sector de los hidrocarburos y sus derivados irrigan otros sectores económicos y ha sido clave para fomentar el gasto y el consumo interno.

La crisis en los precios del crudo golpea el flujo de inversión extranjera, pocos son los que se arriesgan a invertir en esta industria en momentos en que la cotización está caída, así sea temporalmente, y las reservas internacionales son cuantiosas. A ello se suma que en estos escenarios de estrechez fiscal, no faltan los que suelen proponer que se apele al aumento de impuestos, una alternativa que desestimula aún más la llegada de capitales de trabajo. Otro coletazo de esta clase de crisis es que el dólar, por ser moneda fuerte, tiende al alza, encareciendo así las deudas en esa divisa y las importaciones. 

En medio de ese escenario, la mejor fórmula para afrontar el coletazo petrolero es estimular el gasto productivo en obras de infraestructura. Cuando lo que se pretende es impulsar la agricultura, legalizar la minería y estimular el desarrollo periférico, la construcción de obras públicas y vías no puede parar. No hay que olvidar que el atraso colombiano en infraestructura en algunas zonas de la periferia es de tal magnitud que se puede proclamar que cuando el país logre comunicar y desarrollar esas zonas en donde se enquista la violencia, para que impere allí la ley y el orden, la guerra desaparecería.

Es de señalar que así como la apreciación del dólar perjudica a unos, estimula a otros, en especial a los exportadores. Es el caso del café que está aumentando las áreas de cultivo en buen momento, puesto que los estudiosos de las cuestiones climática y agrícola prevén con fundamento que Brasil, en donde se ha permitido la destrucción de millares de hectáreas de bosques y humedales, lo que ha provocado una terrible sequía en los campos y escasez de agua en sus grandes urbes, afronta el riesgo de una debacle en su caficultura. Según el prestigioso  científico Peter Baker  la actual sequía en el vecino país “no tiene precedentes” y causará “un grave déficit de producción”. Lo anterior puesto que “Minas Gerais (región responsable del 50% de la producción de café de Brasil) es la parte más afectada, registrando al menos medio metro menos de lluvia de lo habitual debido al cambio climático”. Se calcula, en consecuencia, que por la falta de agua en los cafetales brasileños, la producción del grano disminuiría en un 25 por ciento. Esa noticia tiene más eco en tiempos en los cuales el consumo de café aumenta a escala global.

Para Colombia y sus cafeteros se abren así gigantescas posibilidades de obtener las mayores ganancias combinando la calidad del grano, un dólar caro, el aumento de las exportaciones y la mayor producción.