EE.UU. sin alimento para bebés | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Junio de 2022

* Cierre de planta desató crisis

* El riesgo de los oligopolios  

 

 

En febrero pasado, en Estados Unidos, cuatro bebés que habían bebido una de las fórmulas de nutrición para lactantes más conocidas del país, contrajeron una infección bacteriana y dos de ellos murieron. Las autoridades sanitarias inspeccionaron la fábrica productora, en Sturgits (Michigan), perteneciente a la firma Abbott Nutrition, y detectaron la bacteria Cronobacter sakazakii en diferentes áreas de la planta, lo cual llevó al cierre inmediato de la misma.

Ese hecho, que no podría considerarse inusual en el mundo de las industrias, desató sin embargo una emergencia de salud pública de enormes dimensiones y sin antecedentes, que todavía no ha sido resuelta. De la noche a la mañana millones de familias de todo el país se encontraron con que un alimento fundamental para los infantes desapareció en supermercados, farmacias y tiendas especializadas.

No hay que olvidar que la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, pero en muchos casos no es posible, ya sea por intolerancia del recién nacido a este alimento natural o por razones económicas, ya que en rubros poblacionales de bajos ingresos las madres no pueden interrumpir su actividad laboral. De allí que para millones de familias la fórmula alimenticia para bebé es una necesidad casi imposible de sustituir, ya que aporta proteínas de leche de vaca, alteradas para facilitar su digestión, con adición de nutrientes e incluso algunas vienen con componentes especiales para evitar alergias y otros problemas.

En Estados Unidos el 84% de las madres inician con lactancia natural, pero seis meses después 42% ya la han abandonado. Esto explica por qué la citada crisis se desató y alcanzó rápidamente tanta gravedad, sobre todo porque 80% del mercado de la fórmula es controlado en el país por solo dos empresas y la producción de la planta afectada representa 43% del total del mercado.

Como tantas otras actividades de producción, esta venía impactada por los efectos de la pandemia -escasez de trabajadores y problemas en la cadena de suministros- y estaba acostumbrada a regular la producción sin sobresaltos y con cuotas fijas. De allí que tras el cierre de la planta, las otras compañías no han logrado suplir los faltantes.

Para enfrentar la avalancha de protestas de hombres y mujeres de todo el país, agotados por la búsqueda desesperada y casi siempre inútil del alimento, el presidente Joe Biden tuvo que desempolvar una vieja ley de producción de defensa para activar la fabricación y autorizó la importación del producto. Pero la iniciativa tropezó con una férrea barrera de normas y restricciones de las autoridades sanitarias. De hecho, hay varias fórmulas europeas que cumplen y hasta exceden los requisitos de Estados Unidos, pero no pueden ser comercializadas en ese país porque no cumplen normas para empaques y etiquetas. Así, el burocratismo y algunas rigideces de las normas técnicas y comerciales también están en el corazón de esta historia.

Todo esto puso en evidencia que la potencia no tiene una política sólida para la atención de los niños (como sí la hay para los ancianos) ni destina presupuestos importantes al cuidado de las familias jóvenes. Pero, sobre todo, dejó al descubierto los enormes riesgos que entraña un oligopolio -en Estados Unidos abundan-  para la población y el gobierno. Se ha fustigado desde múltiples escenarios y la prensa a la compañía que causó la crisis (que ganó siete mil millones de dólares el último año) por priorizar el reparto de dividendos a sus accionistas en detrimento de las inversiones necesarias para la actualización y modernización de sus plantas de producción.

Más de cuatro meses después continúa la carrera desesperada de padres y madres en busca del producto en otros estados o países, la transición a otras fórmulas, suministros en bancos de donantes y, cuando ello es posible, el regreso a la lactancia materna. El gobierno puso en marcha la “Operation fly formula” para importar el producto y flexibilizó los requisitos para el caso de México y Canadá, impactados por los altos aranceles que impusiera la administración Trump.

Pese a ello se estima que aún con trabajo ininterrumpido los siete días de la semana, durante 24 horas, la crisis se prolongará un tiempo más. La fábrica de Abbott Nutrition reinició actividades esta semana lo cual, unido a otras iniciativas de urgencia, permitirá un mayor abastecimiento solo a partir de julio.

Biden ha reiterado que nada es más importante para él que la atención de las familias. Por eso esta experiencia tan traumática como inesperada le deja la lección: la industria de fórmula para bebés necesita una reforma urgente y radical.