El derecho a informar | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Agosto de 2013

En el mundo que vivimos, con la proliferación de los sistemas de comunicación, con la posibilidad que tienen todas las personas de lanzar mensajes a diestra y siniestra, fotos y toda suerte de interpretaciones, sobre hechos  reales o que suponen que lo son, como de falsas noticias, destinadas a confundir a los medios, de feroces ataques políticos y tergiversaciones a granel, de rumores y consejas, la población vive más confusa que nunca con la cantidad de datos que le llueven como un bombardeo desde distintas fuentes. Lo que determina que el individuo desconfíe y no sepa qué es verdad ni qué es mentira. Es cuando la objetividad  y veracidad de los medios respetables y las revistas de calidad y análisis cobran fuerza, frente a la basura que intenta penetrar e intoxicar la opinión pública. Así como una pintura o una foto de improviso nos muestran la singularidad de un aspecto particular del mar como puede ser una ola imponente, los medios que se centran en el análisis tienen la posibilidad de destacar de en medio de la marea de noticias lo más significativo y analizarlo. Así no siempre se acierte, se dan casos en los cuales los medios han ignorado noticias de suma importancia en el campo tecnológico, como determinado invento  que desplaza otras máquinas o productos y que conduce a la ruina industrias poderosas.  Es sorprendente cómo los cafeteros de distintos países no le dieron importancia a la ayuda del FMI a Vietnam, para que sembrara café en grandes cantidades con los efectos competitivos conocidos, que afectan a Colombia y otras naciones productoras.

Estos casos que se dan con frecuencia en diversas áreas de la actividad humana se repiten en otros campos, es curioso que pocos han analizado el efecto de los TLC en lo que se refiere a la agricultura y las conversaciones sobre el tema en La Habana, cuando es evidente que en lo que se refiere a productos agrícolas de pan coger, los Estados Unidos y la Unión Europea, que subsidian a sus agricultores, tienen enormes ventajas tecnológicas y de infraestructura, como de sobrantes de alimentos, por lo que en esas zonas nos llevan ventaja sideral. Al punto que no pocos productos de la canasta popular los pueden vender en el país a menor precio que los nacionales, incluso de mejor calidad. Es muy posible que los campesinos que aspiran a formar cooperativas o competir con  cultivos tradicionales, en zonas sin infraestructura, con tierras que no son de las mejores, sin tecnología las más de las veces, no consigan el objetivo de ser competitivos y ganar lo suficiente para vivir dignamente. Lo que algunas veces no logran ni los propietarios de tierra con experiencia empresarial que, sometidos a los cambios del clima tropical y de las lluvias, a menos que tengan sistema de riego, como por las plagas tropicales, sufren enormes pérdidas. Es por eso que El Nuevo ha insistido en que se lleven adelante planes macro de siembra de bosque, industrialización y comercialización y desarrollo de la Orinoquia, que les permitiría a los desmovilizados, la población de menores recursos e inversores de distinta condición con apoyo estatal, recibir jugosos dividendos.

Es de anotar que Estados Unidos es un país muy fuerte en investigación e industrialización, pero sus mayores ingresos provienen de la venta interna y las exportaciones. En parte las muestras de crecimiento que está dando esa economía tienen que ver con su inteligente política de firmar TLC con otros países, lo que les está permitiendo captar o ampliar nuevos mercados. Las publicaciones de ciencia y tecnología les brindan gran espacio a estos avances que influyen en la economía mundial, a los que poco caso hacen los políticos y no parece interesar mucho a quienes negocian la eventual convivencia  en La Habana. A sabiendas, entre otras cosas, de que la paz sin entrega de las armas no pasaría de ser un formalismo táctico, un saludo a la bandera.

Ese análisis sobre la información y la objetividad de la misma se extiende al campo político. Es por eso que el derecho a informar está siendo conculcado en diversos países de la región. Puesto que se entiende que las opiniones y noticias que difunden los medios que tienen credibilidad tienen tal impacto, que, en cierta forma, construyen la opinión pública. Lo que no se publica en los medios respetables no prospera, carece de credibilidad. Así como se sospecha o se considera que algunas parejas no están casadas hasta cuando aparece la noticia en los medios, siendo que han podido hacerlo en privado.

Lo mismo pasa con los hechos políticos, se quedan en el rumor y la conseja si no se difunden. Eso lo saben y lo han experimentado los gobiernos con tendencia al partido único, que requieren de una opinión domesticada, en ocasiones del fraude o la manipulación de las elecciones, como  de  medios sobornables, manejables, comprables y que se presten a servir al amo de turno. Cuando encuentran medios de comunicación que se niegan a mancillar la libertad de prensa o falsear los hechos, acomodarlos y tratarlos según la conveniencia de los gobiernos de turno, proceden a cerrarlos, comprarlos, multarlos o embargarles las cuentas, como ha pasado en Ecuador, en Venezuela o Argentina. En ocasión de los 70 años de existencia de El Nacional, de Caracas, uno de los medios más prestigiosos de Hispanoamérica, le fueron embargadas sus cuentas por agentes oficiales. El Universo, de Guayaquil, ha sufrido  demandas multimillonarias del presidente Correa, varios de sus periodistas más destacados han tenido que salir del país para no ir a prisión. La persecución a los medios tiene entre sus principales objetivos facilitar el fraude electoral en la total impunidad.

Así que volvemos por esa vía a los días primigenios de la democracia, sin libertad informativa. Cuando se conculca el derecho a informar y estar bien informados, la antorcha de la democracia se apaga. Los pueblos involucionan  a los tiempos primitivos de oscuridad, que hoy se traduce en que  se tienen noticias de lo que pasa en el mundo y se ignora lo que ocurre en el propio país. Sin libertad de prensa no existe la verdadera democracia y sin democracia las primeras víctimas del despotismo de viejo y nuevo cuño, son los medios de comunicación.