El destino de Venezuela | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Febrero de 2015

Autoritarismo a la cubana

“Gobierno está en caída libre”

 

El pueblo hermano de Venezuela se juega su destino en las calles de las grandes ciudades, atrapado por cuenta del llamado “socialismo del siglo XXI” en los escombros de un modelo económico que se hunde varios centímetros cada día más y el empobrecimiento generalizado de la sociedad. Lo que no significa que por esa razón la oposición esté en condiciones de sacar de inmediato y a sombrerazos al presidente Nicolás Maduro del poder. Quienes menosprecian al heredero del comandante Hugo Chávez se equivocan. Es verdad que no es un erudito, literato ni poeta y que suele divagar sobre misteriosas voces que escucha desde el más allá, provenientes de su antiguo jefe. Lo que no pasa de ser un matiz de aquellos  que creen en el culto a María Lionza, muy popular en ese país. Lo cierto es que a diferencia de Chávez, Maduro se formó en la escuela de agitadores de La Habana, es experto en lucha urbana, organización de comandos y milicias, así como en propaganda negra, al tiempo que sigue a rajatabla las instrucciones del comandante Fidel Castro. Mantiene, igualmente, la obsesión de su antecesor por ‘domesticar’ la prensa libre y acabar con los medios de comunicación independientes, tarea que cumple mediante compras forzadas, persecución y procesos amañados contra los propietarios, directores y periodistas de diarios, canales de televisión y emisoras.

No hay que olvidar tampoco que Maduro hereda un sistema político, que a partir del momento en el cual Chávez pierde el referéndum, modifica la Constitución y le da un vuelco al sistema electoral de tal magnitud, que así ganen las elecciones los de la oposición en los Estados donde suelen ser mayoría, terminan sacando menos diputados. Ese mismo sistema hace casi imposible que en la Asamblea Nacional los contradictores al chavismo puedan hacer valer sus mayorías. Sin contar, de paso, que la oposición carece de testigos que vigilen las urnas como tampoco tiene delegados en el órgano estatal respectivo.

En más de un cuarto de siglo el chavismo en el poder formó milicias revolucionarios, preparó mal que bien muchos abogados en las universidades que controla y con esos profesionales fanatizados ha copado la administración pública, en particular la justicia. Lo que borra de un tajo el equilibrio de poderes y repotencia una justicia politizada en extremo, donde el que caiga en sus garras con olor a opositor es irremisiblemente condenado así sea inocente. Los jueces que absuelven a los procesados por falta de pruebas, terminan en prisión.

De otro lado, los comandos chavistas conformados por elementos de las barriadas, se forjan al estilo de los soviets de Lenin, que abrieron el camino para la toma del poder por el comunismo en Rusia, mediante un golpe de Estado que planifica con asombrosa originalidad y virtuosismo Trotsky. El “socialismo del siglo XXI”, lo mismo que el comunismo, está contra la propiedad privada y plantea la expropiación de los dueños de la tierra, lo que parcialmente en el vecino país se ha cumplido mediante juicios amañados y ocupación de tierras.

En un sistema ‘democrático federal’ como el de Venezuela, enviar por cuenta del Ejecutivo, que previamente había señalado como enemigo del Gobierno al alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, elegido popularmente, un comando revolucionario de encapuchados a que asalten sus oficinas y lo secuestren, es un golpe de Estado. Como lo señala Heinz Dieterich, antiguo asesor del comandante Hugo Chávez, al agotarse el modelo económico chavista en el 2010, se debía profundizar la revolución o perecer. Sin embargo, el “comandante” siguió gastando dinero venezolano a manos llenas en su papel de mesías de la revolución. En estos momentos no es que se esté tratando de montar un gobierno autoritario en Venezuela, ya existe. Lo que se le está mostrando a la oposición, con la que cohabita en algunos Estados, es que, dentro de una farsa democrática, el oficialismo puede mostrar los colmillos de la revolución y lanzarla a la calle en cualquier momento.

Como dice Dieterich: “el Gobierno está en caída libre” y  “Maduro tiene los días contados”. Mas no se debe olvidar que la política en Venezuela involuciona, por tanto, sigue el modelo revolucionario de Lenin, quien en la denominada “Revolución de Octubre”, por medio de un golpe de Estado no solamente derriba al Zar, sino le da un vuelco a la revolución. Lo que indicaría que tras estos asaltos y detenciones arbitrarias se podría estar gestando dentro de las mismas filas chavistas otro golpe de Estado, para ahondar aún más la revolución. A menos, claro, que la población venezolana se tome las calles y derrote la fuerza de las armas con el poder popular.