El desvarío catalán | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Noviembre de 2014

Urge frenar el separatismo suicida de Mas

A estas alturas de los amagos separatistas de un sector de los políticos que gobiernan Cataluña, que mantienen en vilo la unidad nacional y amenazan romper con el resto de España, es claro que en parte ese desafío recurrente se aduce para tender una cortina de humo sobre los casos alarmantes de corrupción en que se ha visto envuelta la burocracia oficial. España es uno de los estados federados más laxo en materia del manejo presupuestal de las regiones autónomas. También es un crisol de pueblos unidos por el espíritu de la hispanidad, que han mantenido sus diferencias e incluso antagonismos regionales por siglos, para unirse de manera monolítica cuando tienen un enemigo común. Al faltar el “enemigo”, las regiones tienden a la disolución y el anarquismo, soliviantadas por políticos que pretenden sacar partido, pescar en rio revuelto y acudir al separatismo, por lo general, con la intención de sacarle recursos a Castilla, lo que ha venido ocurriendo de siglos. Se trata, como se dijo, de una cortina de humo para vendar los ojos de la población frente a los escándalos de corrupción que salpican al gobierno local.

El presidente Rajoy, que maneja con suma prudencia los desvaríos del gobierno catalán, ha apelado a las distintas instancias judiciales para evitar que éste siga incitando la población a violar la ley. El presidente de la Generalitat Artur Mas sabe que la incitación al pueblo a votar en contra del fallo del Tribunal Supremo que condena esa convocatoria, no pasa de ser una charada, que de improviso lo puede dejar en ridículo. No le importa. Como no le importa conducir a Cataluña por el despeñadero político y económico. Quiere sentar el precedente funesto de hacer un certamen electoral viciado, para demostrar que se burla de la ley y de la democracia. Todo ello con la finalidad de mantener al resto de España en jaque y para forzar a Rajoy y al PP a que refinancien Cataluña.

Mas no debería pasar por alto que la unidad de un país como España no la deciden las regiones, sino el conjunto de la Nación ibérica. Él no ignora que Cataluña sola se convertiría en un país paria, sin capacidad de llevar adelante una política propia en lo económico o en lo social. Sin posibilidades en el seno de la Unión Europea, puesto que precisamente esta se hizo para practicar una política conjunta, por encima de los anacronismos divisionistas de los políticos que dilapidan los recursos públicos y ahora pretenden desconocer  sus deudas, o que Madrid los refinancie y, en última instancia, la misma UE. Los propios catalanes son los que deben abrir los ojos y frenar el separatismo suicida de Mas.