El encuentro Biden-Duque | El Nuevo Siglo
Miércoles, 9 de Marzo de 2022

* La “diplomacia petrolera”

* Autocracias de Moscú  y Caracas  

 

Como bien es sabido, en las relaciones internacionales preponderan los intereses de cada nación sobre cualquier otra circunstancia. Todavía con mayor razón en el caso de una guerra, como la que actualmente se libra entre Ucrania y Rusia.

Es en ese marco, precisamente, que el presidente colombiano Iván Duque se entrevistará hoy con su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, el jefe más visible de la alianza democrática mundial contra los propósitos expansionistas de Rusia. De tal manera, no solo se trata de revisar la tradicional agenda bilateral entre las dos democracias más antiguas del continente, así como de celebrar los 200 años de relaciones colombo-americanas, sino de intercambiar ideas sobre la trepidante marcha de los acontecimientos internacionales.

Y es ahí, por las características eminentemente geopolíticas de la pugna global, que esta entrevista resulta de la mayor importancia. De una parte, porque Duque es el primer mandatario latinoamericano en entrevistarse con Biden en la Casa Blanca en medio de la conflagración ruso-ucraniana. Pero, de otra parte, porque el árido tema de Venezuela ha sido puesto sobre el tapete, una vez Estados Unidos aparentemente modificó su política en torno de la autocracia de Nicolás Maduro, a fin de suplir el tres por ciento del petróleo que importaba de aquella otra autocracia, la rusa de Vladimir Putin. Por lo demás, dando un giro intempestivo y a decir lo menos, sorprendente, puesto que ese crudo de Venezuela estaba también vetado en el cartapacio estadounidense de penalidades a un régimen, como el madurista, considerado antidemocrático en el mismo escalafón del ruso.

Bajo esa perspectiva, resulta pues comprensible que al interior de los mismos Estados Unidos se hayan levantado voces autorizadas contra esta situación política, acaso incongruente. Porque cambiar una autocracia por otra no resulta, en efecto, ejemplificante ni siquiera para lo que el propio Biden pretende.

De hecho, el actual presidente de Estados Unidos había convocado, al término de 2021, una cumbre de las democracias globales justamente para denunciar las autocracias existentes y crear un bloque mundial de peso más allá del ambiente contemporizador e impotente de la ONU. Sigue siendo una buena idea, cuando el orden y las libertades democráticas vienen siendo gravemente amenazadas en diversas partes del orbe. Por lo cual, mensajes contradictorios no le hacen bien al propósito plausible señalado, cuyo desarrollo hoy es más urgente que nunca.

La contradicción inicial nace, efectivamente, de que Estados Unidos pudo suplir el petróleo ruso con otras fuentes diferentes a las de la autocracia venezolana. En esta vía, bastaba con sustituir ese monto con recursos petroleros adicionales de Canadá, Colombia o Méjico, ya inscritos en el portafolio de importaciones norteamericanas. Es probable, sin embargo, que se esté pensando en otras fuentes, como las de Venezuela o Irán, para más bien usar de yunque las circunstancias por las que atraviesa el mundo y en no poca medida recomponer las relaciones dentro de la OPEP.  Y en ese sentido, en medio de la “guerra petrolera”, también activar una especie de “diplomacia del petróleo” en diferentes rincones del planeta.

Si esto es así, frente a Venezuela, en todo caso no parecería suficiente con que Estados Unidos acuda exclusivamente a defender sus intereses inmediatos, porque el mismo Biden ha denominado la alianza contra Putin como una cuestión de principios y de defensa de la democracia. Es posible, desde luego, que solo se esté tratando de ganar un voto para este lado, con los acercamientos a Maduro, y de esta manera erosionar el respaldo al gobierno ruso. Pero del mismo modo hay que contemplar la estrategia inicial de Biden de resolver el drama venezolano por la vía diplomática, con miras al restablecimiento de la democracia. Y vea hoy una oportunidad de reimplantar el diálogo en Méjico, entre gobierno y oposición, suspendido por Maduro hace unos meses a raíz de cualquier capricho.

El interés primordial de Colombia es que las cosas cambien en Venezuela. La parálisis por las que atraviesan las relaciones, mientras el incendio subversivo se incrementa en las fronteras y no cesa la inmigración de venezolanos a Colombia (de la misma dimensión de la ucraniana), ha profundizado la crisis. Si Duque corrobora que nuestro principal aliado ha abierto un camino que pretende recuperar la democracia en ese país habrá que actuar en mancorna. Aquí y ahora.

En tanto, parecería evidente que, incluso teniendo en la actualidad Colombia una mayor producción petrolera que Venezuela (aunque esta mantenga las reservas más grandes del mundo), deberían acelerarse las operaciones en Ecopetrol. Nuestro otro interés estaría en garantizar que llegue más petróleo colombiano a Estados Unidos.