El pulso venezolano | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Octubre de 2012

Recientes encuestas sobre las elecciones en Venezuela muestran que, por primera vez, el comandante Hugo Chávez se enfrenta a un candidato de la oposición con posibilidades de ganar. En los anteriores comicios el gobernante compitió con unos contradictores fragmentados por cuestiones y antagonismos menores, incapaces de conformar un  frente unido, algo que le ha permitido a la larga al Jefe de Estado atornillarse al poder.

En esta ocasión la unidad de la oposición parecía casi imposible de lograr hasta que políticos como Ramón Guillermo Aveledo, un experimentado y fino diplomático, intervinieron con infinita paciencia y habilidad para concertar un pacto entre las diversas fuerzas que se disputan el poder. Ese acuerdo base consistió, entre otras cosas, en ir a unas elecciones internas de los precandidatos para conseguir un candidato único que se midiera a Chávez.

Al inicio de esa competencia nadie estaba seguro de quién sería el eventual ganador ni de si los demás aspirantes respetarían las reglas de juego. Sin embargo, la inédita campaña logró vencer todas las dificultades, desconfianzas, pujas de protagonismos, veleidades, rivalidades y las mañas de viejo y nuevo cuño comunes a los políticos de distinto pelambre. Aveledo y su equipo de negociadores vencieron todos los obstáculos, fricciones y desencuentros naturales que se dan entre contendores de distintas corrientes de opinión. La victoria en la consulta fue de Capriles y con una ventaja relevante sobre los demás.

A partir de entonces su estrella política está en ascenso en el firmamento político de una Venezuela que defiende con ardor la democracia y apuesta por el cambio. Entre las ventajas de su candidatura está la de que él encarna un chiripero. No se trata de un partido político, sino de una confluencia de voluntades que emergen desde distintos ámbitos, cuya principal y obsesiva finalidad es restablecer la plena democracia en el país y fomentar a todo trance el desarrollo, para evitar la catástrofe mayor -según ellos- de seguir con el modelo populista del veterano comandante, que les parece agotado y sin futuro. Unas encuestas le dan el triunfo a Capriles y otras a Chávez. La firma Top Data sostiene que existen 7,1 puntos porcentuales de distancia entre el opositor y el socialista. Según ese sondeo, Capriles obtiene 49,72 por ciento de la intención de voto, mientras que Chávez suma 42,62 por ciento de las preferencias electorales.

Los analistas también están divididos. Según el politólogo Santiago Rodríguez, director de Top Data, “Capriles ganaría en 12 Estados y el Distrito Capital y esto representa el 75,40 por ciento de la población inscrita en el Registro Electoral Permanente, mientras que el candidato del oficialismo triunfaría en 11 Estados, pero representan solo 24,60% del padrón electoral".

Por la misma fecha una encuesta de Meganálisis explica que se dan 27.7 puntos porcentuales de diferencia entre los dos contrincantes. Según esta firma, Chávez ganaría con 58,5 por ciento de los sufragios y su rival obtendría apenas el 30,8 por ciento. El porcentaje de electores indecisos fue de un  10.7 por ciento.

Frente a tales sondeos y estadísticas sobre las intenciones de los votantes venezolanos, que coinciden con otras encuestas dispares, es claro que es difícil predecir a un seguro ganador. Pero no se puede olvidar que la oposición en el pasado derrotó el referéndum reeleccionista chavista.

Lo que se observa a la distancia es que los esfuerzos del Presidente por desatar una lucha de clases en Venezuela no han conseguido del todo su objetivo. Capriles ha logrado no solamente entrar en el corazón de millones de venezolanos que están por el cambio, sino hacerlos reflexionar sobre la posibilidad de conseguir una transición pacífica. Los anuncios del Jefe de Estado sobre una eventual guerra civil de no ganar él las elecciones, se desvanecen por el compromiso de la oposición de respetar la democracia, nombrar un Ministro de Defensa militar y dejar en sus cargos oficiales a los funcionarios competentes. La presencia de cuatro millones de colombianos en el vecino país, que pueden incidir en el triunfo de uno u otro, determina que ambos se disputen sus sufragios. Es un escenario muy complejo.

Por encima de todo lo anterior, anhelamos que cualesquiera sea el resultado de las elecciones, mientras sean limpias, el dictamen se respete. Y claro, no se puede olvidar que sigue una incógnita aun sobre la mesa: la salud de Chávez.