El terrorismo demencial | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Marzo de 2013

* Los errores repetitivos de las farc

* Al presidente santos no le tiembla el pulso

 

Varias negociaciones con los grupos armados y, en especial, con las Farc, han fracasado en el pasado por cuanto los subversivos han caído en un análisis errático  de la situación, al interpretar cada paso de la sociedad a favor de la mano tendida como una claudicación del sistema, siendo todo lo contrario. Como el pueblo colombiano es pacífico por naturaleza, resignado  y tolerante, se confunde esa característica  pasiva con la falta de voluntad y la tendencia  a claudicar. Eso es falso, las masas colombianas están prontas al sacrifico y han soportado estoicamente una guerra interminable de más de cincuenta años, en la que han puesto la mayor parte de los muertos, heridos y víctimas inocentes. La guerra subversiva es en esencia una guerra contra el pueblo, así se diga en los discursos que  es contra la oligarquía. La mayor parte de los muertos los pone el pueblo raso, siempre existe la posibilidad para el más poderoso de evadir el conflicto y radicarse en el exterior, así sea por corto tiempo mientras pasa la tormenta. Como ocurrió con buena parte de los hacendados del país en tiempos de secuestros y boleteos en sus haciendas, quienes en cuanto pudieron, salieron al exterior. Era una diáspora sufrida que apenas sobrevivía, hasta que gracias en buena parte al Plan Colombia del presidente Andrés Pastrana con los Estados Unidos, que se logró mediante una habilísima diplomacia en apoyo de los dos partidos históricos de los Estados Unidos, se cambió la relación de fuerzas, al tiempo que se superó la tensa situación con esa potencia que durante el gobierno de Ernesto Samper se negaba a vendernos armas.

Y es cuando se consigue la superioridad aérea que se modifica el esquema de la guerra, se pasa de la defensiva a la ofensiva con la política de seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe, quien durante dos mandatos seguidos, en donde jugó un papel estelar el hoy presidente Juan Manuel Santos, las Fuerza Armadas se arriesgaron a combatir con todo para intentar ganar la guerra. No se alcanzó el objetivo pero se dieron grandes golpes a los jefes de las Farc y se les puso contra la pared. En el primer año del gobierno del Santos se combatió en todo el país de una manera selectiva, propinando duros golpes al secretariado de las Farc, que forzó a la mayoría de sus jefes a radicarse en el exterior al amparo de gobiernos vecinos de izquierda. Es cuando, según se desprende del testimonio de Enrique Santos Calderón, se avanza en unas sigilosas conversaciones para intentar la desmovilización de los subversivos. Lo cierto es que al fortalecer el Estado su capacidad combativa y establecer varios fuertes en zonas alejadas de las grandes ciudades, por las que solían ejercer su influjo funesto y mantener corredores de paso para perpetrar sus ataques, se les redujo el espacio y la capacidad de efectuar ofensivas de importancia contra las medianas y grandes urbes.

Es en ese punto de relativa superioridad en el cual, de acuerdo con el mandato constitucional, el gobierno lanza el anzuelo de una paz negociada. No se trata de una claudicación, lo que se busca es reducir el número de víctimas, en particular de la sociedad civil.  Se trata de entenderse con un grupo subversivo que no pasa de 10.000 hombres, una fuerza que en otros países se trata como un simple caso de policía. Solamente que aquí, por cuenta de los grandes recursos que dejan los cultivos ilícitos, le permite a los grupos armados manejar cuantiosas sumas de dinero. Al punto que, como se demostró al conocer algunas grabaciones de los jefes subversivos, éstos se daban el lujo de ayudar con sus fondos a candidatos de izquierda de terceros países.

Esta es quizá la última oportunidad que tienen las Farc de una paz negociada, la población colombiana es escéptica en cuanto a su voluntad de paz. Los atentados de estos días muestran una voluntad terrorista demencial, que no se sabe si se ejecutan por cuenta de los enemigos de la negociación o  por parte de los que son adversos a la misma  para seguir con sus negocios, ni sí  se trata de una política cobarde de intentar ablandar al gobierno y la opinión pública.

En cualquiera de los dos casos se equivocan los jefes de las Farc ya que si continúan  los atentados terroristas se perderá el apoyo a las negociaciones de paz de los gobiernos democráticos de Occidente. En tales condiciones no le temblara el pulso al presidente Juan Manuel Santos para redoblar los esfuerzos de reducir por la fuerza a los grupos subversivos, con el apoyo masivo de 40 millones de colombianos.