Encrucijada española | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Diciembre de 2015

Trascendental cita en las urnas

Las tres ópticas en el escenario

 

Hay  tres ópticas para analizar la importancia trascendental que para España y toda Europa tienen los comicios legislativos de hoy en tierras ibéricas. Los 34 millones y medio de electores citados a las urnas pueden, sin duda, cambiar el rumbo político de la cuarta economía de la Unión Europea o reafirmarlo. Las encuestas dan una ventaja al Partido Popular, en el poder desde 2011 por intermedio de Mariano Rajoy, pero es claro que no alcanzará una mayoría suficiente de escaños, entre los 350 en juego, que le permita formar gobierno por sí solo. En segundo lugar en los sondeos de opinión se encuentra el Partido Socialista, que no sólo tiene que preocuparse por la ventaja que le mantendrán los conservadores en el Parlamento, sino porque siente pasos de animal grande ante el avance de las formaciones políticas emergentes del último quinquenio, como lo son los movimientos Ciudadanos y Podemos.

En ese escenario, entonces, la primera óptica a analizar es si España está frente al fin del bipartidismo reinante desde hace un buen tiempo en el panorama político e ideológico. Al decir de los analistas, es claro que no sólo en esa nación sino en toda Europa las colectividades más tradicionales han perdido espacio no sólo por los coletazos de las crisis políticas, económicas, sociales a institucionales, sino porque sus cuadros de liderazgo no se han renovado al ritmo que exige una opinión pública cada vez más desencantada, que tuvo como primer campanazo a los llamados “indignados” y que luego evolucionó hacia caudillismos y formaciones políticas de nuevo cuño, claramente coyunturales y contestatarias, tanto a izquierda como a derecha.

En España ese fenómeno ha sido más marcado, de un lado por la descolgada económica de la última década y su efecto en la calidad de vida de la población y, de otra parte, porque los escándalos de corrupción sucesivos tocaron por igual a los partidos históricos, confirmándose a la vez como un fenómeno transversal a nivel nacional, regional y local en  todas las esferas públicas y privadas.

La segunda óptica se deriva de esa primera, en la medida en que las elecciones de hoy se convierten en el termómetro más cualificado para establecer si movimientos como Ciudadanos, de clara extracción de centro y centro-derecha, y Podemos, afincado en una izquierda de corte populista que incluso ha sido relacionada con el chavismo venezolano, tienen la capacidad de trascender a su propio origen político coyuntural y reactivo ante la crisis española y el desgaste del bipartidismo.

Más allá de la mecánica matemática de las coaliciones, Ciudadanos y Podemos tienen hoy en las urnas, y en las decisiones que tomen con base en los resultados, la posibilidad de enviar un mensaje el mapa político ibérico: se confirman como expresiones populares de corto vuelo y pando soporte ideológico, o se enrutan en una estrategia política que los diferencie de sus rivales en el escenario y lleve a que a mediano plazo puedan convertirse en tercerías viables y con vocación de permanencia y poder. Bien lo advierten los analistas electorales, en el sentido de que ambas facciones se enfrentan al reto de demostrar si tienen capacidad de futuro. Allí la coherencia en las alianzas pesará mucho.

La tercera óptica es, a todas luces, la más compleja, pues exige de los españoles, sobre todo de la amplia franja de indecisos, la obligación de ponerse por encima de las quisquillosidades partidistas y el accidentado ritmo proselitista de las últimas semanas,  decidiendo su voto con base en valoraciones más objetivas. Es claro que el desempleo está por encima del 20 por ciento, pero también que la economía española volvió a cifras de crecimiento positivas más rápido de lo que años atrás, en el pico de la crisis, se pronosticaba. Por igual, temas como la intentona independentista de un sector catalán, la política migratoria, la amenaza del terrorismo islámico, un mayor o menor europeísmo y el posicionamiento de Madrid en el mapa geopolítico comunitario, entre muchos otros, requieren de un análisis más sopesado y racional que lleve a determinar si se apuesta por la senda del continuismo gubernamental o la del cambio de libreto, no sólo en lo político sino en los ámbitos derivados.

Por lo pronto, como se ha reiterado en estas páginas, creemos que la labor de reconstrucción de España comandada por Rajoy el PP en los últimos años debe confirmarse. Apostar por el promeserismo y el discurso aventurero del cambio, podría salirle muy caro a la nación ibérica.