Encuestas y camaleonismo | El Nuevo Siglo
Lunes, 18 de Noviembre de 2013

* Políticos sin política

* El arte de manipular

 

Los  políticos curtidos son escépticos en cuanto al manejo de las encuestas, no solamente cuando éstas les dan ventaja, igual cuando los rezagan al final en las campañas, pese a que en las plazas el público los sigue y colman las plazas. Saben que las encuestas son necesarias y, también, en algunos casos como la opinión, son manipulables. Los expertos que conocen el medio en el cual trabajan no ignoran a dónde es preciso acudir para hacer sus sondeos, como el método que emplean, sea verbal, escrito, con cuestionarios o de un simple sí o no. El resultado en una barriada marginal es previsible por el no, cuando se hace determinada pregunta. Así como se presupone en ocasiones lo que pueden decir sobre ciertos temas económicos los más acomodados. Lo interesante es que el no en los resultados en las zonas marginales se puede trastocar o manipular, según como se haga la pregunta. Lo mismo, a la inversa, en el caso de los más ricos. El asunto es aún más interesante, como lo demostró Skinner, mediante el análisis experimental conductual aplicado. Si las preguntas rozan temas emotivos, en ambos sectores sociales, en apariencia antagónicos, se pueden obtener resultados coincidentes o similares.

Por lo mismo, unos son los resultados de las encuestas cuando las diseñan politólogos, sociólogos, publicistas o antropólogos al servicio oficial. Al atender el carácter sugestionable del público se observa que sobre un mismo asunto, según como se formule la pregunta las gentes tienen determinada reacción. Es así que para aumentar las ventas de determinados productos más caros en una cafetería, donde por lo general la clientela consume café, el asesor les aconseja a los empleados que para que se venda más el capuchino o el café con leche, no mencionen el café, se trata de inducir a las personas a tomar de uno y otro producto más caro, para así relegar el café. Así que a todo el que llega le dicen ¿café con leche o capuchino? Por lo general se incrementan las ventas de esos productos, el público se deja inducir. Ese sistema se aplica en política preguntando por uno y otro, para dejar por fuera de improviso a un candidato preferido por la multitud, mas como no se les interroga por él va siendo relegado por los sondeos, no marca, los medios tienden a verlo con sospecha y lo relegan, no aparece. Es la manipulación negativa.

El poder de las encuestas y sondeos, en países donde impera un cierto camaleonismo político entre los dirigentes y los dirigidos, puede ser inmenso. Más en un medio en el cual brotan movimientos electorales de la noche a la mañana, que de pronto se ponen de moda y movilizan una gran opinión rebasando a las antiguas agrupaciones políticas estancadas y que ofrecen más de lo mismo. Eso ocurre, en gran parte, por cuanto el camaleonismo de los dirigentes los lleva a no comprometerse, no asumir posturas firmes frente a nada; se especializan en un discurso vago, impreciso, sin llegar a la elocuencia de los sofistas, así tengan algún parentesco con estos, en cuanto la palabra para ellos no era más que un instrumento retórico para convencer y alcanzar el poder.

Skinner develó esa clase de politiquero electoral moderno, que puede vestir cualquier camiseta para llegar al poder y cambiar de color como el camaleón cuando asume el poder. Ese fenómeno lleva a que en países donde los partidos políticos no estudian la realidad, ni los problemas sociales, sino se limitan a un concurso similar al de las reinas de belleza, de responder a todos con una sonrisa para conseguir electores, como no comprometerse para debatir los asuntos de Estado en los medios, los debates se tornan aburridos, repetitivos, vacuos, predecibles. En tales circunstancias, los prestigios se vuelven fugaces, en particular cuando no se cuenta con una maquinaria de electores eficiente, en donde no se vota por ideas, ni tesis, ni propuestas, sino que por compromiso se agradecen los servicios prestados. Es así como un notable político del Valle del Cauca, que gozaba de prestigio, Absalón Fernández de Soto, pese a que guardaba silencio en los debates, apenas se le recuerda por cuanto en una ocasión pidió la palabra y dijo: una cosa es una cosa y otra es otra cosa. Se sentó de nuevo y aún algunos se preguntan qué quiso decir.

 

Y para sacar el asunto de Colombia, es de recordar que en los Estados Unidos se da el ejemplo clásico de cómo preguntar a la masa para obtener determinado resultado. A la pregunta en 1941: ¿Los Estados Unidos deben ahora entrar en la guerra? Apenas un 24 % dijo sí.  Al contrario, al preguntarles a los mismos ¿Estados Unidos debe apoyar a Inglaterra? País que estaba en guerra con Alemania, la respuesta por mayoría resultó favorable.