*Falencias en TLC, invierno y elecciones
*Los planes de choque a media marcha
Los colombianos siempre dejamos todo para última hora. Esa es una de las frases que mejor describe la gravosa costumbre en nuestro país en torno de que se actúa tardíamente para hacer aquello que debió realizarse mucho antes, pues se diagnosticó adecuadamente y con suficiente tiempo de planificación y ejecución.
Por estos días esa vergonzosa premisa se ha puesto sobre la mesa para advertir la ineficacia nacional en aspectos claves para el desarrollo nacional y la calidad de vida de los habitantes.
Por ejemplo, al tiempo que se celebraba en Colombia la forma en que, después de cinco años, el gobierno Obama destrabó el proceso de ratificación legislativa del Tratado de Libre Comercio (TLC), desde varios gremios productivos de nuestro país se prendieron las alarmas debido a que todo el andamiaje en materia de infraestructura de transporte, competitividad exportadora y de modernización industrial, comercial y agrícola que se había proyectado para enfrentar con solvencia la apertura de mercados con Estados Unidos se encuentra peligrosamente retrasado. Las excusas van y vienen entre el sector público y el privado, más aún porque todo el tiempo que duró dilatado el visto bueno del Congreso norteamericano al pacto comercial debió haber sido aprovechado para preparar al país y evitar que sea arrasado por el peso específico de las exportaciones e importaciones de la primera potencia del mundo.
Iguales alarmas se están prendiendo respecto al arranque en forma de la segunda temporada invernal del año. Está muy retrasado en muchas regiones todo el plan de obras y proyectos de prevención y contingencia que se ordenó para evitar que se repita una nueva tragedia como la que se registró a finales del año pasado y comienzos de este, que dejó más de dos millones de damnificados, centenares de víctimas mortales y heridos así como billonarias pérdidas. Paradójicamente en esta ocasión el problema ni siquiera fue de recursos pues el Gobierno, a través de Colombia Humanitaria, giró los suficientes, sino de la ineficacia en algunas instancias departamentales y municipales que no supieron viabilizar rápidamente los proyectos de reconstrucción de infraestructura dañada, apoyo a damnificados y otros procedimientos urgentes para evitar nuevas inundaciones y deslizamientos de gran espectro.
A los dos casos anteriores, que tienen grandes implicaciones para el país, debe sumarse lo que está pasando en la campaña para las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles el próximo 30 de octubre. Pese a que se había advertido desde hace varios meses de los vacíos en materia de legislación, el riesgo de nuevos casos de trasteo de votos y fraude en las urnas, las debilidades estructurales de los partidos para garantizar la transparencia de sus candidatos y avales, así como los peligros sobre un rebrote de la parapolítica y la infiltración de mafias e ilegales en los comicios, las medidas que se implementaron terminaron siendo insuficientes, pues todas las anomalías previstas se están evidenciando en esta recta final de la puja proselitista.
Y ahora, como siempre pasa, algunos gremios económicos hablan de activar un plan de emergencia que acelere la estrategia de alistamiento para enfrentar el arranque del TLC en poco más de un año, claro si el Congreso de E.U. lo ratifica. En cuanto al riesgo invernal, en gobernaciones y alcaldías están trabajando a marchas forzadas para tratar de recuperar el tiempo perdido y amortiguar en lo posible el embate climático, que se prevé será muy drástico. En lo referente a los peligros que se ciernen sobre los comicios, la organización electoral, los entes de control, los partidos y la Fuerza Pública activan mecanismos ordinarios y extraordinarios para blindar lo más posible la cita democrática.
Como se ve, una vez más priman los afanes, cruces de acusaciones y excusas así como la improvisación de última hora. Las falencias en los tres temas expuestos estaban advertidas pero poco se avanzó en su solución definitiva y las consecuencias de esa falta de diligencia podrían ser muy costosas y las pagará todo el país.