Fracturas de la Unidad Nacional | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Octubre de 2015

*Quieren aislar a Cambio Radical

*¿La tenaza del liberalismo y La U?

Lo  de menos es si el ministro del Interior sería sancionado por supuesta participación en política al decir que debería votarse por candidatos de la Unidad Nacional el próximo 25 de octubre. Siendo el ministro de la política es posible, como lo ha dicho él, que se le salga uno que otro lapsus. Inclusive, la veda política para los altos funcionarios públicos es una secuela atávica del régimen colombiano, fruto de lo que se llamó la violencia interpartidista ya hace varias décadas.

Pero en Colombia la ley que impide la participación en política de los funcionarios públicos existe claramente y está tipificada en el Código Disciplinario Único. Una normativa, ciertamente, que muchas veces es desbordada por las realidades circundantes y que fue estropeada, por lo demás, cuando se estableció la reelección presidencial inmediata. Aun así, es mejor tenerla en cuenta tanto en cuanto una liberación de las amarras supondría, de inmediato, la continuidad de los regímenes de turno, tanto a nivel nacional, departamental como municipal, sabido por descontado el gigantesco influjo del presupuesto estatal.

Fuere lo que fuere, el Ministro del Interior dejó entrever, en todo caso, cuál es la plataforma política gubernamental. Se trata, ciertamente, de lo que se llama la Unidad Nacional, cada día más claramente establecida entre el partido Liberal y el todavía denominado partido de La U, con el aislamiento e incluso el ataque a Cambio Radical. Tan es así que en los últimos días los jefes de los primeros dos partidos se han despachado contra el vicepresidente Germán Vargas Lleras, cuyas huestes desde luego se sienten incómodas con los permanentes dardos internos y lo que, en un análisis de este diario, se dio en llamar el “fuego amigo”.

Desde hace ya tiempo, en el mismo sentido, la Unidad Nacional no incluye políticamente a los conservadores y por supuesto el Centro Democrático, declarado en oposición, no hace parte de la coalición gubernamental. Siendo así pareciera, pues, que a ese estado marginal quieren reducir, también, a Cambio Radical, cuya participación fue tan decisiva en la reelección del presidente Juan Manuel Santos, hasta el punto de seleccionar a Vargas Lleras como segundo de a bordo en el tiquete presidencial.

De modo que cada vez es más claro que, surtidas las elecciones de mitaca, la Unidad Nacional quedará, en alguna medida, tambaleante o por lo menos sometida a los dictámenes de la tenaza que, al parecer, se pretende entre el partido Liberal y el partido de La U.

Por fortuna, desde luego, el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, no hace caso al cisma que algunos pretenden plantear y permanece dedicado a sacar avante los proyectos de infraestructura para el bienestar del país. Y así lo hacen sus adversarios de último cuño, además, bajo el expediente de que la bandera de la paz es exclusivamente de ellos, del liberalismo y de la antigua nominación uribista (La U), conformándose en una mayoría exigua para adelantar unos propósitos que deberían ser nacionales y que, por el contrario y por su gracia, cada día cobran más ese tinte partidista.

Es evidente que a partir del 25 de octubre el partidor hacia las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales se comienza a abrir. Y si bien pareciera una anticipación incongruente, no lo es tanto en la medida en que tácitamente hay varias aspiraciones presidenciales sobre el tapete y otras que buscan madurarse en el término de 2016. La paz, por supuesto, debería ser ajena a todo ello. Pero, tal y como están planteadas las cosas, ella será motivo de los vaivenes políticos.

Muy seguramente habrá cambio de gabinete en el lapso posterior a las elecciones de octubre. Todo ello bajo las supuestas miras de reconfigurar el mapa político y de saber qué queda de la Unidad Nacional o cuál es su recomposición. No obstante, separar las cosas entre la paz de la Unidad Nacional o nada, es llevar el país por los abismos del divisionismo infranqueable. Porque diferentes fórmulas de paz pueden darse, sin necesidad de que ello sea una amenaza para retornar a la guerra. Y ese es, precisamente, el debate que quedará sobre el tapete luego de las elecciones municipales y departamentales. De modo que se entienda que las opiniones, todas, son bienvenidas, antes que aplicar la disciplina para perros, cuyo único fin es la implantación de un pensamiento único e irrebatible, base de la antidemocracia.