Genealogía del poder | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Septiembre de 2012

* El mesianismo retardatario

** La democracia a la defensiva

Algunos autores entienden la política como la lucha Darwiniana de los políticos por llegar al poder y apoderarse del  Estado.  Reconocidos  constitucionalistas entienden el derecho público, como la expresión civilizada de la justa por el poder en el sistema democrático, en el entendido de un pacto entre gobernantes y gobernados, en el cual los primeros mandan con el apoyo mayoritario del constituyente primario y la Nación obedece y respeta las reglas de juego. Gregorio Marañón, hace la radiografía de la  pasión de mandar en el famoso conde duque de Olivares,  voluminoso tratado sobre la psicología del político amante del poder en tiempos del absolutismo. Existe una genealogía del poder que en diversos de sus sutiles  epígrafes estudia Federico Nietzsche, a quien se lea tribuye el ensayo sobre “La Voluntad de Poder” que incluye en sus obras completas la  Editorial Aguilar y que según los entendidos, entre otros,  Rafael Gutiérrez Girardot, se trata de un tomo apócrifo. Editado por la hermana del autor de Zaratustra, la  que alucinaba, apoyada en  unos asesores que desvirtuaron el pensamiento del famoso filosofo. 

Aristóteles trató el tema del poder y los modelos de gobierno, lo mismo que Platón en La República, a tal punto que parte de lo que se considera como el gran avance en cuanto a las leyes de la política, o leyes del poder que el estadista florentino incluye en El Príncipe, de alguna manera las habían anticipado siglos atrás esos dos grandes filósofos. En el siglo  XX Michael Foucault, con su Microfísica de Poder o Genealogía del Poder, se adentra en laberintos más oscuros del mismo y sacude de la modorra intelectual la Universidad europea, el poder cobra tintes diabólicos de dominación despiadada. El poder pierde a los hombres, que se queman las manos cuando  abusan del mismo, al olvidar que también se convierte en carbón ardiente. Pareciera que la democracia sería el sistema que entre todos los demás de la política consigue moderar los instintos de dominación de los políticos en el poder, así la verdadera democracia no existe a  plenitud en ninguno de los gobiernos del planeta, puesto que ninguno se escapa a la habilidad de los hombre por conseguir las mayores cuotas de poder, incluso mediante habilidosas campañas para someter a las masas y ganar las mayorías para sus fines populistas. Vindicativos, autoritarios  o personalistas. Naturalmente, la mayoría de los más exitosos políticos no han leído estas obras y de los que lo hacen, quizá son pocos los que las entienden. Son raros los personajes de la historia que como el Emperador Marco Aurelio, reflexionan sobre el poder y le ejercen con sabiduría.

En Colombia los dos gobernantes de mayor influjo en su tiempo fueron Simón Bolívar y Rafael Núñez, resulta curioso que los dos eran alérgicos a despachar en el encierro de una oficina, desde una de esas prisiones en las cuales, según el decir de Foucault, los poderosos terminan tan enclaustrados como sus gobernados o los prisioneros, encerrados en cuatro paredes. Prisioneros de escoltas y guardianes, secretarios y asesores, alejados de la realidad. Tanto Bolívar, como Núñez delegan en otros la ejecución de sus planes, por instinto buscan separarse un tanto de la camarilla de aduladores y respirar el aire puro,  que parce que oxigena el cerebro.  Esa condición  espectacular y al mismo tiempo rígido del ejercicio del poder en nuestra región ligada al populismo, según explican distinguidos psiquiatras, determina que ciertos políticos se desquicien en el ejercicio del mando. Es cuando el populismo lleva a hombres que de improviso se asemejan al común de los mortales a sentirse mesiánicos, espaciales, distintos. La locura de esos mesías  los conduce a la perdición, se creen escogidos, indispensable y suponen que hasta en sus más descabelladas propuestas tienen la razón. Llega a tales estemos que como la pareja dictatorial de Nicolae Ceaucesco y su cruel esposa, son eliminados por sus verdugos.

La mezcla de populismo, adulación y autoritarismo mesiánico ha logrado lo que parecía imposible en nuestra región, que algunos políticos de izquierda  desconozcan la caída del muro de Berlín, como la desaparición de la Unión Soviética por implosión, por la física caída del modelo comunista que se había agotado y resultaba obsoleto  para enfrentar el capitalismo y satisfacer las necesidades básicas del pueblo. Asunto que percibe China, cuando entra a reconocer la propiedad privada y se convierte en la gran potencia económica mundial en ascenso.

En Colombia esa enfermedad degeneró en décadas de violencia, nos corresponde en consecuencia a los partidos de orden como el Conservador, la U y el Liberal,  revivir el debate sobre el fortalecimiento de la democracia y el Estado en tiempos de negociación con la subversión.