EL  clima político de Brasil se enrarece cada vez más a pocos días del apretado triunfo de la presidenta Dilma Rousseff. En algunas ciudades y zonas rurales del extenso país vecino el pasado fin de semana se sucedieron diversas marchas populares en las que se lanzaron al aire gritos de descontento por supuesto fraude, en tanto las redes sociales se recalientan por las mismas protestas y crecen los inconformes. Las tumultuosas manifestaciones callejeras de descontento en el país fueron más fuertes en San Paulo, donde miles de personas desfilaron vestidas de manera pintoresca con los colores de la bandera nacional. Llamó la atención que entre los gritos de fraude y de pedir la renuncia de la Presidenta era continuo el estribillo que reclamaba la intervención de los soldados y gritaban vivas a la policía militar.

En medio de la marcha popular se presentaron choques con militantes del Partido de los Trabajadores, que agredieron a un grupo rezagado de los que gritaban fraude. La agresión suscitó la ira de los partidarios de Aécio Neves, como de la gente que transitaba por la principal vía de San Paulo. A su vez, los medios y los políticos adictos a la señora Rousseff, se mostraron inconformes con la mención en la política de una eventual intervención militar. Se dio el caso preocupante de un policía uniformado que con voz firme decía: “Si crees que lo que tenemos aquí es democracia, entonces estoy a favor del retorno del militarismo”, mientras sujetaba un cartel con el mensaje “SOS Fuerzas Armadas”. Una profesora escolar llevaba otra pancarta con las frases: “Despierta Brasil. Intervención militar ya”. El músico Lobao, uno de los líderes de la manifestación, declaró que no había “golpistas” entre los manifestantes y pidió el reconteo de los votos.

Los ánimos se enrarecen al punto que el diputado federal Eduardo Bolsonaro dijo que si su padre, un reconocido político, hubiese sido candidato presidencial “Él habría fusilado a Dilma Rousseff”.