Incendios por doquier | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Enero de 2016

Ciudadanía, primera línea de defensa

Los estragos del cambio climático

 

La ola de incendios forestales que afecta al país es una de las más graves de los últimos años y pone a prueba todo el sistema de prevención y atención de desastres. Las cifras son realmente alarmantes: en lo ocurrido del año, según las estadísticas de la Unidad Nacional de Gestión de Riegos y Desastres, se han registrado más de 4.400 conflagraciones en zonas boscosas y de territorio abierto, afectando más de 110 mil hectáreas en 500 municipios. Incluso, para neutralizar los múltiples focos de llamas ha sido necesaria  la descarga de más de un millón de galones de agua y líquido retardante.

 

La situación se hizo más crítica en los últimos meses por efecto del fenómeno climático de El Niño que ha aumentado las temperaturas a niveles record, produciendo que el riesgo de incendios aumente exponencialmente, sobre todo en departamentos de la zona Andina, especialmente Cundinamarca. Ya la semana pasada se declaró alerta roja nacional por el bajo nivel de los ríos Magdalena y Cauca. La emergencia se torna aún más grave si se tiene en cuenta que el primer trimestre de este 2016 se tiene previsto que las temperaturas sean las más altas para esta época, en los últimos quince años. Incluso se considera que el 80 por ciento de los municipios de todo el país corren el riesgo de registrar incendios en los próximos tres meses, debido a que El Niño estará en su pico más alto de maduración y la consecuente sequía en los suelos y zonas boscosas aumentará sustancialmente entre enero y marzo e incluso no se descarta que también en abril y parte de mayo.   

 

Como se ve, la coyuntura es bastante difícil toda vez que neutralizar o disminuir el número de incendios forestales no depende  única y exclusivamente de la capacidad de los cuerpos de bomberos, el apoyo de la Fuerza Pública, la eficiencia de los comités de emergencias regionales y locales e incluso de la propia colaboración de las comunidades para sofocar las llamas… En realidad, gran parte de la responsabilidad recae en que la ciudadanía acate las medidas de prevención que las autoridades han recalcado a todo nivel. Si bien se trata de comportamientos sencillos como el no hacer fogatas, asados, quemas de basura, botar colillas de cigarrillos o quemar pólvora en zonas con alto contenido de material vegetal seco y productos potencialmente inflamables, lamentablemente las autoridades reportan que el 98 por ciento de las conflagraciones tiene origen en causas humanas.

 

Una vez más queda en evidencia la falta de cultura y respecto por el medio ambiente que prima en muchos colombianos, que actúan irresponsablemente sin importarles que ponen en riesgo muchas vidas.

 

La ola de incendios forestales también se convierte en otro factor de presión para que la ciudadanía entienda y aplique los llamados a un uso racional del agua, no sólo para evitar racionamientos, sino para que los embalses, lagunas, ríos, y demás depósitos del preciado líquido mantengan reservas suficientes para ayudar a apagar las llamas.

 

Tampoco han faltado las denuncias en torno a incendios que han sido causados con clara intencionalidad por parte de inescrupulosos criminales que quieren pescar en río revuelto y  forzar que terrenos boscosos y de reserva natural, tras ser consumidos por las llamas, puedan llegar a ser habilitados para desarrollos urbanísticos o actividades agrícolas.

 

Como en repetidas ocasiones se ha dicho en estas páginas, enfrentar este tipo de emergencias naturales y causadas por el hombre no requiere tanto del agravamiento de castigos penales y pecuniarios, sino del desarrollo de una cultura ciudadana que parta de la base de que el cuidado medioambiental no es una postura romántica ni aislada. Todo lo contrario, es una suma de comportamientos que garantiza la supervivencia de todos en el entorno más cercano.

 

Por otra parte debe recalcarse a la opinión pública que el gran número de incendios forestales este año no es un fenómeno atípico, sino que tiene su origen en las consecuencias del cambio climático que afecta a todo el globo, pero que tiene a Colombia como el segundo país más vulnerable a sus efectos, después de Honduras. Porque así como en nuestra nación hay una ola de sequía y conflagraciones, en el cono sur del continente la situación es contraria y se registran grandes inundaciones en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Entre tanto, en Estados Unidos hay un pico de tornados en varios estados que han cobrado decenas de vidas y generado millonarias pérdidas económicas…Esos tres fenómenos están claramente interconectados ya que, en el fondo, el agravamiento de sus causas y consecuencias tienen el mismo génesis: el calentamiento global.