Intempestiva barbarie | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Septiembre de 2012

* Benedicto XVI y la paz

* Muchedumbres enardecidas en Medio Oriente

 

 

Tras la primavera árabe, en la que se pensó que se avanzaría hacia un modelo democrático pacífico de corte occidental, con el tiempo las cosas han ido cambiando y a la euforia inicial de los comentaristas europeos y estadounidenses, como de los gobiernos de distintos países, se han sucedido diversos hechos de violencia que estremecen la región. Ya no se trata de luchar contra las antiguas dictaduras, sino que ahora, en medio de la anarquía que las sucedió, se enfrentan los partidos políticos, grupos tribales, fundamentalistas de distinto signo y ambiciosos del poder, no solo con ideas, sino con armas. Uno de los grandes interrogantes que se hacen los expertos en política internacional es el de saber cuántos miles de armas están en poder de grupos radicales y de pequeñas bandas. La noción mínima de respeto a la vida humana, la dignidad y la libertad está desapareciendo y la anhelada democracia no se ve por ninguna parte, a pesar de que en algunos países realicen elecciones y se vote por candidatos escogidos por los partidos políticos y los independientes.

 

En tales condiciones, la precaria democracia vuelve inestables estos nuevos regímenes en países que, como Libia, Irak y otros, permanecen bajo la interdicción extranjera. Inicialmente la postura de Estados Unidos en favor de los rebeldes en el caso de Siria le dio un baño de popularidad al presidente Barack Obama, lo mismo que al primer ministro David Cameron y al entonces gobernante de Francia, Nicolás Sarkozy. Entusiasmo popular momentáneo; a contrapelo de los aplausos y agradecimientos a la intervención militar foránea se incubaba un hondo descontento, que se evidenció primero en tímidas manifestaciones, protestas callejeras, sofocadas por las fuerzas del orden, pero que a raíz de la película que se hizo en Estados Unidos, en donde al parecer se befa la memoria de Mahoma y se agravia con ello a millones de musulmanes, muchos de estos que ni siquiera la han visto pero se han enterado de lo ocurrido, salieron a protestar en las calles con ira incontenible. Muy seguramente minorías organizadas, posiblemente hasta grupos policiales, han dinamizado estas protestas que, en casos como el de Túnez, han causado varios muertos, y en la capital de Libia el asesinato del Embajador de Estados Unidos en ese país, quien en algún momento fue tenido por los rebeldes como un héroe que había colaborado con dotación de armas que entregó a los opositores de Gadaffi. Al revisar las declaraciones de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se constata la voluntad de Washington de fomentar la democratización en esa región y de llegar a entendimientos con los partidos políticos existentes. Lo que no ha sido posible dada la mentalidad de sus dirigentes que se mezcla con actitudes religiosas, tradiciones, anhelos revolucionarios e inclusive deseos de volver a los tiempos pasados, tal como lo establece, en cuanto a las costumbres y el trato a las mujeres, el Corán.

 

Lo anterior no justifica la iracundia de los manifestantes en las calles de las distintas ciudades de la zona. En el trasfondo hay insatisfacción social y frustración de vivir en la miseria en países que nadan en la riqueza petrolera, sin que ésta logre aliviar la desesperada situación de los menesterosos. Lo más dramático es que los nuevos líderes que surgen con la ola de manifestaciones populares y derrumbe de los gobiernos anteriores, resultan inferiores al momento político que están viviendo. Es entonces la anarquía, el caos, la improvisación y el poder de las armas en comandos suicidas, los que determinan el momento político, en apariencia sin alternativas de un futuro mejor. Esa situación sin salida es la que más agobia a multitud de profesionales preparados en universidades locales y europeas que ven, impotentes, cómo la economía de sus países se desmorona, el orden naufraga e impera la violencia por todas partes.

 

Es en estas circunstancias que el Papa Benedicto XVI ha tomado la heroica decisión de viajar al Líbano, uno de los países de la región donde los cristianos constituyen una población antiquísima, no hay que olvidar que la doctrina de Cristo se desarrolló primero en el Medio Oriente, y después de muerto Jesucristo algunos de sus discípulos se trasladaron a Roma. La llegada del Papa a Beirut produjo conmoción espiritual extraordinaria. Gentes de todos los credos, incluidos agnósticos y descreídos, como los materialistas profesionales, sintieron el impacto del Jefe de una Iglesia que habla de reconciliación, de paz, amor y convivencia entre los seres humanos. Ese gesto del jefe espiritual del Catolicismo por la paz constituye un verdadero llamado al respeto por las religiones, las creencias, los valores y la fe de aquellos con quienes convivimos, como también con los que compartimos un credo y un destino comunes.