A juicio corruptos en Brasil | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Agosto de 2012

* Peligra candidatura de Lula

** Uñas largas de los antipolíticos

 

En Brasil y en los medios internacionales las primeras planas de los diarios, como las noticias por televisión y radio abundan en informaciones sobre lo que algunos califican como el juicio del siglo sobre la corrupción que en su momento puso a tambalear el partido del entonces presidente Lula da Silva. Ese juicio ha sido postergado por años, se han movido tras bambalinas poderosos intereses para paralizar el brazo de la justicia. Según los expertos las mafias de la corrupción en Brasil están infiltradas en todos los estamentos de la sociedad y tienen un poder intimidatorio del cual no se escapan algunos de los miembros del aparato judicial. Por lo mismo el público llegó a pensar que el juicio contra los defraudadores del Tesoro Público no prosperaría y tendría, como tantas otras veces, en casos de escándalos similares, un entierro de tercera. Como se recuerda Lula da Silva fundó el Partido de los Trabajadores con la supuesta intención de combatir la corrupción que había desacreditado y deslegitimado a los partidos de orden, de centro y de derecha. Con la misma cantaleta que se empleó en otros países de la región se funda un partido político par combatir a los partidos tradicionales, hundirlos, estigmatizarlos y mostrar que los únicos que tenían las manos limpias eran los trabajadores que no habían tenido accedo al poder real.

Con lo que no contaban los seguidores de Lula implicados en las investigaciones judiciales, y que forman parte de una nueva clase de políticos corruptos y de la plutocracia oficial, es que aún en la justicia quedan jueces incorruptibles, cuyos fallos y sentencias se deciden a derecho. Esa magistratura insobornable es la que ha conseguido por medio de procedimientos heroicos y de integridad moral, que pese a las intrigas, los intentos de acallarlos, resplandezca la justicia y los ínclitos juristas que le sirven al país con honor sigan las investigaciones y sean capaces de llevar a los estrados judiciales a los más poderosos del régimen. Es así como en días pasados el Tribunal Supremo de Brasil tomó la determinación histórica de llamar a juicio a 35 políticos y empresarios comprometidos en el sonado escándalo que estremeció al país en el 2005, que se suponía que de seguir su curso inexorable de investigaciones, detenciones y condenas habría dado al traste con el gobierno de Lula. Lo que no se da por cuanto por todos los medios y presiones a la rueda de la justicia le atraviesa el gobierno diversas trancas, que permiten que el festín de los desfalcos y la contratación amañada siguieran en la impunidad, hasta el punto que el gobierno de Lula consigue continuar en el poder con una de sus ministras estrella, la hoy presidenta Dilma Rousseff

Según declaraciones del presidente del Tribunal Supremo de Brasil, Carlos Aires Brito, los acusados en el escándalo de corrupción por varios millones de dólares, aún no cuantificados del todo, consiguieron crear, fomentar y desarrollar en el interior del Estado la más poderosa red de corrupción y malversación de fondos de la historia democrática de ese país. Los sobornos en el Parlamento llegaron a movilizar miles y miles de millones, que llenaron las alforjas de los que legislaban en contra del pueblo. Las leyes, según el caso, tenían precio, lo importante era fomentar una nueva clase de amos del poder, que de cara a la calle se presentaban como ángeles, antipolíticos e idealistas insobornables. Se supone que esos fondos financiaron la continuidad en el poder del Partido de los Trabajadores. El cargo principal que señala el Tribunal Supremo es el de: “una supuesta red de sobornos a parlamentarios y financiación ilegal de campañas políticas” por cuenta de los amigos de Lula. Delitos que se cometen con la finalidad de enriquecer a los politiqueros y garantizar la continuidad de su partido en el poder. Lo que finalmente se consigue al elevar a la primara magistratura a la candidata que elige Lula a dedo. Por eso, en el Brasil, muchos dicen que el juicio no es en exclusiva contra los antiguos socios de Lula, el escándalo salpica a su sucesora que se benefició de la poderosa cadena de corrupción y asalto a la buena fe de las masas, que llegaron a pensar que el país estaba siendo gobernado por una nueva clase en la que prevalecía la gente de bien, así en no pocos casos fuera de origen humilde, meritoria y capaz como se le reconoce en su trayectoria política al mismo Lula.

Entre los procesados figuran varios peces gordos ligados a Lula y al actual gobierno, como destacados dirigentes del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el Partido Progresista, el Partido Laborista Brasileño y el Partido de la República. Si varios de los implicados cercanos al gobierno y dirigentes de los partidos citados llegan a ser condenados, las posibilidades de reelección de la señora Rousseff quedarían sepultadas. Mientras que de conseguir que impere la justicia y se castigue a los culpables, saldría ganando Brasil.