La cultura y los toros | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Febrero de 2015

Los  toros son herencia fundamental de la hispanidad y tienen un origen mítico, que se remonta a la Grecia antigua y los símbolos de la lucha del hombre con bestias mitológicas, como el Minotauro, esa bestia medio animal y medio humana. Al Nuevo Mundo arriban los españoles, con sus costumbres y cultura, junto con los toros, vacas, animales del corral y numerosas plantas. Por siglos, en tiempos en los cuales la mayoría de la población vivía en el campo, se festejaba observando a los valientes que desafiaban sin afeites al toro más bravo. Cuando la Nueva Granada formaba parte del Imperio español, con  prerrogativas similares a las de otros reinos de la Península, en las poblaciones y en los barrios de las urbes se celebraban corridas y becerradas populares. La tauromaquia educa en la disciplina, el arrojo, el dominio de sí mismo, el arte y la anticipación. El diestro se juega la vida, mira de frente al toro y en algunos casos hasta le da la espalda. Jamás, incluso, se usa la estocada traidora. El público emotivo lo anima y presiona. Es una muestra sublime de la filosofía del noble carácter hispánico, escrita con sangre en miles de corridas a lo largo de los siglos. Por lo mismo pertenece a nuestra más antigua y prístina tradición cultural.

El miércoles último, la Corte Constitucional en trascendental fallo reconoce el valor en nuestra cultura de lo taurino, bajo la tesis de que la Carta de 1991 “pretende favorecer, reforzar y divulgar los valores culturales como medio efectivo para consolidar la unidad del territorio colombiano”. El alto tribunal establece que se respetan los valores culturales de la mayoría y la minoría. Es necesario aquí precisar que las corridas son una pasión para una gran masa de los colombianos, pues así no todos asistan a ellas, muchos las ven por televisión.

Los toros le permiten al más humilde, en cuanto buen diestro, subir los peldaños de la fama y convertirse en el mejor matador, por sus exclusivos méritos. Los funcionarios públicos que resuelven prohibir o intervenir en la fiesta brava transgreden la ley, puesto que esos asuntos son del resorte del Congreso. En síntesis, la democracia se fundamenta en el respeto de las manifestaciones culturales de nuestro pueblo.