La “daga” inflacionaria | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Julio de 2022

* Carestía histórica en EU

* Debacle de la guerra de Ucrania

 

 

La invasión de Rusia a Ucrania, así aparentemente se trate de una guerra lejana, no deja de tener profundas repercusiones sobre la economía nacional, además de la incertidumbre por los anuncios sin contenido preciso del entrante gobierno colombiano en diferentes materias económicas y tributarias. Tanto más si este conflicto amenaza gravemente con prolongarse o llega a agudizarse en nuevas ramificaciones geopolíticas. Como se sabe, en la economía global no hay compartimentos estancos, y todo termina afectando al conjunto de las naciones.

La primera consecuencia que esta guerra tiene sobre Colombia la hemos sentido día a día a través de la inflación, pero no todas las causas del altísimo ritmo que traen los precios en nuestro país pueden atribuirse a la confrontación entre Rusia y Ucrania, por más que estas dos naciones produzcan el 40% de los cereales, muy especialmente trigo, maíz y aceite de girasol. Y también buena parte de los fertilizantes que se tranzan en el comercio mundial.

El conflicto ruso-ucraniano hizo aumentar notablemente los precios internacionales de estos productos. Y como Colombia es importadora de trigo y de fertilizantes, junto con el maíz, la elevación de los costos internacionales de estos productos básicos nos afecta.

Otras causas también explican el alto ritmo de la inflación en Colombia que, se calcula, cerrará este año en niveles cercanos al 9%. Lo que representa el triple de la meta del Banco de la República. Para combatir la carestía y enfriar la economía el Emisor ha venido practicando una política de elevación en las tasas de interés. Es de suponer que esta estrategia se mantendrá los próximos meses. Tanto el Banco de la República, lo mismo que la generalidad de los emisores centrales en todo el mundo, están recogiendo velas de las generosas inyecciones de liquidez que le aplicaron a las economías durante la pandemia.

Parte de las presiones inflacionarias provienen, pues, de las inmensas cantidades de liquidez que recibió el mundo durante la crisis sanitaria. Pero otro aspecto de la explicación del clima inflacionario que vivimos se debe a choques de oferta (es decir, bienes y servicios que han tenido un encarecimiento inusitado como el crudo, el gas natural y los productos agropecuarios que hemos mencionado). La guerra, que a hoy no tiene visos algunos de terminar, explica buena proporción del alza de los precios internacionales de estos elementos.

Es así como existe una relación de causalidad entre el conflicto de Ucrania y el alza de los productos básicos y energéticos que se registra en todo el planeta. Los países occidentales han aplicado severas sanciones económicas contra Rusia y la respuesta de Moscú no se ha hecho esperar. Putin viene replicando las medidas económicas con una restricción dramática en los suministros de gas a Europa, cuando ya se avizora en pocos meses la llegada del invierno a estos países. Lo cual hace prever un escenario aún más calamitoso. De hecho, el mismo gobernante ha sostenido en días recientes que las acciones rusas en Ucrania hasta ahora comienzan.     

Todo esto naturalmente tiene repercusiones en la cadena de suministros y de transporte lo que, aunque no somos importadores de consideración de gas, por ejemplo, sí tiene efectos serios sobre el precio de los energéticos y el déficit que viene acumulando el Fondo de Estabilización de Combustibles. También influye lógicamente sobre el precio del dólar, frente al cual se viene devaluando fuertemente el peso colombiano al igual que otras monedas.

Ahora que se aproxima el arranque del gobierno Petro es conveniente que en todos los empalmes y en el diseño de las nuevas políticas económicas y fiscales se tengan en cuenta las ondas repercusiones económicas del conflicto ruso-ucraniano y su afectación evidente sobre la situación colombiana. Ya esto se ha dicho muchas veces, en los diferentes medios y por diversos expertos, pero vale reiterarlo pues a la tormenta internacional no deben agregarse palos de ciego y las nubosidades del panorama nacional.

No hay que olvidar que, aparte de las tremendas fluctuaciones que sufre el dólar en el país durante los últimos días, sigue palpitando en el trasfondo la gigantesca incidencia de la inflación, que es el mayor problema que enfrenta el país. Con las amenazas de una guerra prolongada en Ucrania, bien debe tenerse ello en cuenta, todavía más con los índices históricos de aumento del costo registrados ayer en Estados Unidos puesto que, como es ya común decirlo, en el mundo nada que más acabe con un gobierno, en un dos por tres, que la “daga inflacionaria”.