La eterna crisis de Paraguay | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Marzo de 2021

El gobierno de Abdo tambalea por la pandemia

* Ineficiencia y corrupción, igual desde Stroessner

 

 

Paraguay es el primer país de Latinoamérica cuyo gobierno está en grave peligro de caer por causa del covid-19. Las protestas ciudadanas en los últimos días para exigir la renuncia del presidente Mario Abdo Benítez reflejan la desesperación, pánico e inconformidad popular ante la inapropiada gestión de la pandemia, que refleja, además, muchos de los problemas estructurales que arrastra la administración: ineficiencia, corrupción y falta de liderazgo.

La suerte le cambió drásticamente en un año al mandatario paraguayo. En 2020 Abdo se convirtió en un héroe porque reaccionó rápida y eficazmente a la amenaza del virus, sometió al país a un drástico confinamiento que contuvo los contagios y mantuvo a salvo el sistema de salud, que es tan precario que tiene apenas 300 camas UCI en hospitales públicos y 200 en privados.

En junio del año pasado, cuando el coronavirus hacía estragos en varios países de la región, Paraguay tenía una tasa de dos muertes por cada millón de habitantes, cien veces menos que la de Brasil. Actualmente hay 176.000 contagiados y 3.411 decesos. Es decir, una de las tasas de contagios más altas del continente. A ello suma la casi la totalidad de las UCI públicas ocupadas, una grave escasez de medicamentos e insumos médicos y que el país tiene un inventario de apenas 4.000 vacunas, más una donación de Chile de 20.000 biológicos chinos, cantidad pírrica para las necesidades de sus siete millones de habitantes.   

Según la Sociedad Paraguaya de Infectología, la explosión de contagios y muertes se debe al relajamiento de los controles de bioseguridad, la indisciplina social y la proliferación de la P.1, la cepa brasileña del virus. De igual manera, se considera que toda esta crisis es resultado de la mala gestión de un gobierno acusado de incompetencia y de corrupción en las compras sanitarias. 

Para enfrentar el descontento popular Abdo destituyó al ministro de Salud y exigió la renuncia del resto del gabinete (al final solo cambió a cuatro), un paliativo poco efectivo porque lo que exige la población es su propia dimisión.

El coronavirus ha sido un detonante que sacó a la luz una crisis contenida y aplazada durante décadas. Esa que se origina en la atadura de Paraguay a las inercias negativas de la larga dictadura de Alfredo Stroessner y a la hegemonía del Partido Colorado, el mayoritario en el país. Durante casi 70 años la nación ha tenido un sistema de gobierno clientelista, caudillista, permeado por intereses espurios y por diferentes y agresivas manifestaciones del crimen organizado -contrabando, narcotráfico, destrucción del territorio, principalmente-.

Los errores en la gestión de la pandemia activaron la rabia y el repudio popular contra el Gobierno, ya que la ciudadanía percibió cómo se dilapidaron los recursos de un crédito del FMI para modernizar y dotar al sistema de salud. Y también porque las ayudas económicas se esfumaron. Los partidos de la oposición -Liberal y Frente Guasu- están unidos en promover un juicio político para precipitar la caída del Ejecutivo, que se sostiene hasta ahora por el respaldo del expresidente Horacio Cartes, líder de la facción más fuerte de los colorados. Se trata de un empresario tabacalero que acumula su propio pasado turbulento, pues su empresa tiene acusaciones de financiar a organizaciones delictivas (entre ellas las Farc) a través de contrabando de cigarrillos. También resultó involucrado en el caso “Lava Jato” de Brasil, tiene investigaciones en su país por apropiación ilegal de tierras y de la DEA por presuntos nexos con el narcotráfico.

Abdo Benítez pertenece a la esencia misma del Partido Colorado. Su padre fue secretario privado de Stroessner y él fue vicepresidente del partido y presidente del Senado. Conoce en profundidad las tramas de la difícil realidad de Paraguay (pobreza y desigualdad social) y también los medios y procedimientos que usa su colectividad para mantener el predominio.  

En los últimos días gestionó y logró en el Congreso la aprobación de una línea de crédito por 1.600 millones de dólares para atender las urgencias del sistema de salud, pero ante la agresividad de la pandemia y sus crecientes estragos, la suya es una dramática carrera contra el tiempo porque va tarde y mal en la vacunación. Y porque las protestas crecen ante la catarata de denuncias desde hospitales, personal de salud y familiares de enfermos y pacientes fallecidos, agobiados por la dramática falta de recursos para atender la crisis.

Su mandato va hasta el año 2023 y su supervivencia depende de que logre concretar cuatro millones de vacunas a través de Covax y un millón de dosis de la vacuna rusa Sputnik 5. Pero, sobre todo, depende del respaldo político de Cartes, a quien guarda lealtad a toda prueba ¿Por qué? Los cuatros ministros que sacó tienen un elemento común que suscita inquietudes y suspicacias: no eran los grandes responsables de la crisis, sino los enemigos del expresidente en el gabinete.