La guerra en Siria | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Octubre de 2012

*Se extiende el conflicto

*Ejemplo democrático de Marruecos

 

Los  informes sobre los levantamientos y la guerra civil  en Siria, los continuos bombardeos, ataques terroristas y la destrucción sistemática del país, virtualmente en ruinas, tiende a demostrar que los gobiernos que afincan su poder de perpetuarse en la fuerza, pueden ser víctimas de su propio invento. En tanto los pueblos no tienen una salida democrática y la planta del autoritarismo y la represión se extiende como plaga, termina por asfixiar a la población y se multiplican  las reacciones violentas. Es verdad que los sistemas autocráticos consiguen durar más tiempo en el poder cuando exaltan la personalidad de algún caudillo, incluso como en el caso de Siria o de Corea del Norte, en donde los hijos suceden en el poder a los padres, pese al  sistema comunista que se dice igualitario del país asiático. Y ,también, es evidente que, ocasionalmente,  en las democracias se suele heredar en parte el prestigio o desprestigio de los ancestros, con la diferencia de que los delfines deben abrirse paso por su cuenta y conseguir el voto de las multitudes en justas abiertas.

Mientras que los gobiernos democráticos se suceden unos a otros en calma, mediante el sistema del sufragio y la libre competencia de los partidos, los gobiernos autoritarios se atornillan a tal punto en el poder sus gobernantes, junto con el partido de gobierno, hasta que la población desespera y reacciona contra el fraude electoral, lanzándose a las calles con indignación incontenible, que en vano intenta contener la fuerza pública, lo que degenera en matanzas y extremos de barbarie, que determina que un sector de la población prefiera arriesgar su vida a vivir bajo el domino de gobiernos hostiles que impiden la rotación de las elites. Eso es lo que ha venido ocurriendo desde que estalló la Primavera Árabe en países como Túnez que como una gran mancha de aceite hirviendo se extiende por la región, por Libia, por Egipto, por Siria. Y, lo que es peor, la guerra civil en Siria pareciera que se internacionaliza y lleva a choques como los que se han dado con Turquía y con el Líbano. Que, por los informes conocidos, no son casuales y obedecen a la orquestada intervención de terceros movidos por las potencias.

El jefe de la oposición en Líbano, Saad Hariri, ha acusado públicamente al presidente sirio Bashar Asad de estar detrás del carro bomba que ha matado al alto oficial de Inteligencia libanés Wissam al-Hassan en el centro de Beirut y a otras siete personas. Nadie tiene pruebas de quienes fueron los autores del atroz atentado, pero el efecto político y polarizador es evidente, en un país que como el Líbano está ligado íntimamente a Siria. Saad Harini, en un comunicado culpó al gobierno sirio de: "El cobarde atentado terrorista dirigido contra el Líbano y todos los libaneses. Es un acto cobarde contra la estabilidad y seguridad de nuestro país". Lo que muestra cómo se internacionaliza el conflicto.

Mientras tanto en la ONU, en Nueva York, en el foro sobre descolonización, los expertos en la política de los países árabes y del Medio Oriente, se preguntan ¿cómo es posible que en la región agitada por terribles turbulencias sociales un país como Marruecos, una monarquía antiquísima con  un sistema democrático complejo, consigue mantener el orden sin contagiarse de la violencia que sacude a otros países? Y la respuesta está en la honda transformación democrática que le ha permitido a un país multicultural, con elementos étnicos de diversa procedencia y credos, de mayoría musulmana, mantenerse unido en torno del monarca Mohamed VI. Un rey que ha empleado toda su influencia en modernizar el país, fomentar la educación popular, grandes obras de infraestructura y conseguir la participación popular dentro de mecanismos democráticos. Mediante un Referéndum se convocó al pueblo a comienzos del año en curso a reformar las instituciones, y se reforzó el poder civil. Lo que determinó dentro del esquema de gobierno parlamentario, que el jefe de la oposición, Abdelilah Benkiránha,  sea el actual Jefe del Ejecutivo. La  mayoría de las fuerzas políticas de Marruecos avala el proceso democrático. En un país donde el factor religioso tiene milenaria influencia  los imanes de las mezquitas marroquíes apoyan la nueva Constitución. Es por ello, que por ese triunfo de la democracia y de la estabilidad con desarrollo, que en los foros internacionales  se contraste el modelo democrático de Marruecos con el desastre institucional y social de otros países de la zona. Los hechos políticos son tozudos.