La redención del Chocó | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Marzo de 2015

Una zona cada vez más crítica y abandonada

 

La   superación de la crisis que afecta a este departamento es un tema palpitante que se recuerda a cada rato en la prensa y en los programas sociales. Se insiste siempre en que por efecto de su inmensa riqueza no se compadece con la violencia que padece el Chocó, la falta de infraestructura y la depredación brutal a que lo someten quienes explotan sus ricos minerales y talan sus árboles.

La falta de un aparato económico sólido y rentable ha llevado a que, lamentablemente, la explotación ilegal de minerales estratégicos, los cultivos ilícitos y el contrabando, se cuenten hoy entre los principales medios de tratar de ganarse la vida para miles de personas de esa abandonada región. Y ‘ganarse la vida’ termina siendo una utopía, ya que esas actividades no permiten a la población mejorar su difícil nivel socio-económico ni acceder a mejores oportunidades de progreso. Es más, una buena parte de los trabajadores en los socavones y orillas de los ríos ni siquiera son chocoanos, sino gentes de otras partes del país que migran al menor rumor de contratación selva adentro.

Esa migración laboral informal también ha traído consecuencias para las poblaciones, puesto que muchas mujeres terminan relacionándose con los hombres venidos de otras regiones, se embarazan pero cuando la situación de la mina se torna crítica, ya sea por baja en la producción, presión de las autoridades o choques entre grupos ilegales por el control de la actividad, son abandonadas por sus parejas temporales. Todo esto termina aumentando los niveles de desintegración familiar, pese a que se ha constatado que la mujer del Chocó tiene un tesón sin igual y lucha a diario por educar a los hijos y que, al menos, cursen los primeros años de primaria.

Cultivos diferentes a la coca, como la palma africana, han resultado positivos para desarrollarse en la región, lo que permite dar más oportunidades de trabajo a los lugareños. Pero para infortunio de los chocoanos, las plagas han destruido miles y miles de hectáreas de palma, poniendo en peligro la viabilidad misma del negocio agroindustrial en la zona. A ello se suma que en algunas partes del Chocó la guerrilla continúa reclutando a los menores de edad, tanto niños como niñas.

Crítico también es el panorama de destrucción del ecosistema por la tala indiscriminada de árboles y la contaminación de los ríos por la explotación ilegal de oro con mercurio. Igualmente han crecido los índices de

prostitución infantil, incluso con complicidad de los padres de los menores.

Para abolir la violencia de Colombia es preciso desarrollar y redimir el Chocó. Para ello debe empezarse por combatir de raíz la minería ilegal, así como revisar algunos permisos o licencias ambientales de operaciones de extracción que nadie se explica cómo se obtuvieron.

No se recuerda cuántos planes de choque se han lanzado en los últimos años para tratar de paliar la crisis social y económica en el Chocó. Todos han dado algún resultado, pero muy parcial y mínimo frente a las dimensiones de la problemática. Es hora de pensar en una estrategia más integral y efectiva, en la que sean las autoridades del Gobierno central las que administren inversiones y recursos y no la clase dirigente local que se ha comprobado ineficiente para esa labor.