La semana de la reforma | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Octubre de 2022
  • ¿En qué quedó el Acuerdo Nacional?
  • El clientelismo no lo puede todo…

En medio de una coyuntura económica dramática, con la devaluación del peso a un ritmo y una cotización sin precedentes frente al dólar, encareciendo la deuda externa y agobiando las inversiones internas; una gran incertidumbre en las acciones de Ecopetrol; alertas gremiales desde todos los flancos; una inflación incontenible y una carestía cada día más lesiva para el bolsillo de todos los colombianos; las tasas de interés por las nubes; el arranque de una negociación salarial impredecible; varios sectores productivos desacelerándose y el riesgo de una recesión a la vista (según los últimos datos del Banco de la República), esta semana será crucial para definir la suerte del proyecto de reforma tributaria en las plenarias del Senado y la Cámara de Representantes, incluso en un escenario que podría avizorarse de estanflación.

El partido Liberal, que hace parte de la coalición petrista, planteó días atrás una serie de consideraciones de fondo para que se cambie el articulado y acaso se llegue a una plataforma sensata y concertada. Su jefe, el expresidente César Gaviria, hizo observaciones a no menos de once temas de la escalada impositiva, poniendo técnicamente el dedo en la llaga y demostrando el nivel de daño que se causaría a la economía colombiana si se aprobara a pupitrazo limpio, como era la pretensión, sin una discusión democrática y haciendo caso omiso a la difícil coyuntura del país.

También hicieron anuncios correspondientes otros miembros de la coalición oficialista como el partido de La U y el Conservador, colectividad esta última que si tuviera alguna pretensión mínima de recuperar su sindéresis debería convocar a los exministros de Hacienda y tantos expertos económicos para que los parlamentarios dejen de actuar como protagonistas de la debacle en lugar de obedecer a las apetencias burocráticas, mientras el país se asoma a una quiebra que, en caso de aprobarse la reforma en esos montos y bajo esos criterios de exacción, tardaría lustros en remontarse.

Efectivamente, basta con ver encuestas como la de Invamer, en la que se demuestra que el interés primordial de los colombianos radica en la economía, la inflación y el desempleo, entre otros datos económicos similares, y cuyas estadísticas son también ampliamente demostrativas de la pérdida de confianza en las acciones (o anuncios) gubernamentales al respecto. Lo que de paso también cobija a los áulicos del Congreso.

Ya el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, comenzó el jueves pasado una ronda de consultas con los ponentes de la iniciativa y se espera que entre hoy y el viernes se profundice el análisis. Los expertos nacionales e internacionales han alertado insistentemente sobre la urgencia de reformar el articulado bajo el razonamiento lógico e innegable de que muchos de los indicadores macro y micro de la economía nacional y mundial que existían en agosto, cuando se radicó la iniciativa, se han deteriorado de forma rápida y alarmante, por lo que hoy el escenario es otro, aún más frente a los debates de la campaña presidencial, cuando las realidades del país eran muy diferentes a las actuales y las que se vaticinan para 2023.   

Se había anunciado el propósito de que reformas de este tipo se adelantarían en el marco de un Acuerdo Nacional. Al parecer esto no era más que el disfraz para la repartija burocrática. Todavía queda una ventana de oportunidad, aunque sea ínfima o aparentemente ingenua, de demostrar que esto no era así. Por lo pronto es absolutamente claro que esa convocatoria, propuesta en su momento por el propio presidente Petro, quedó en el aire y sumida en el mero clientelismo.

No sería malo que el jefe de Estado retomara su iniciativa, se saliera del malsano refugio de la polarización, dejara el temor al diálogo y la concertación, y superara las incongruencias al interior de su gabinete. Todavía en mayor medida si es a todas luces claro que en el país no hay oposición y que la percepción ciudadana de las encuestas se ha debido única y exclusivamente al desencanto por las acciones del gobierno. De hecho, la única pregunta de Invamer que sale bien librada, entre tantas que se hacen en la encuesta, es la del pacto con el gremio ganadero para la compra de tierras para los campesinos.

Desde luego, en temas de impuestos y reformas fiscales el Ejecutivo es el que toma la iniciativa, pero solo el Congreso es el que autoriza. Esta semana será clave al respecto. La pregunta es: ¿hay voluntad política para construir el Acuerdo Nacional que se había prometido o simplemente esto era una mampara para prender la aplanadora clientelista y llevar a pique cualquier intento de concertación real?