Los partidos políticos | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Abril de 2013

*Animada cena liberal

*El papel del conservatismo

 

Tras la cena que el jueves en la noche le ofreció el jefe único del partido Liberal, Simón Gaviria, al presidente Juan Manuel Santos se ha especulado y se sigue comentando sobre la intención del evento y hasta del menú. Unos dicen que la colectividad roja está elaborando una política calculada para mostrarse como el grupo más afín al gobernante, con la idea de tener una mayor influencia en el Ejecutivo. Otros destacan que se trata, simplemente, de celebrar el cambio que se ha producido entre ese partido que era conducido por el ex presidente César Gaviria y hacía oposición visceral al gobierno Uribe, y el que ahora su hijo, con el mismo entusiasmo y aún más por su juventud, tiene enfilado en la solidaridad permanente y pública con el distinguido inquilino de la Casa de Nariño. Y claro, no faltan los suspicaces que quieren atribuir los requiebros de algunos funcionarios de alta jerarquía, que utilizan el espejo retrovisor para controvertir los antecedentes de la política de paz con las Farc, lo mismo que los asuntos del fallo adverso en La Haya, para enrarecer el ambiente entre el Gobierno y el sector político conservador.

Todo esto nos parece que es hilar muy delgado, por lo que vemos el tema desde otra perspectiva. En primer lugar, para evitar equívocos, la cena que algunos dicen van a denunciar como presunta intervención en política del presidente Santos no lo es, en cuanto se trató de un asunto social en la residencia y a cargo de un dirigente político. Faltaba más que un gobernante no pudiera asistir a donde lo invitan sus amigos, puesto que él es un funcionario de Estado, así sea el primero de la Nación, y no un prisionero de la Casa de Nariño. Es verdad que la Constitución de 1991 establece que el Jefe del Estado debe gobernar para todos los colombianos, lo que implica que no podría hacerlo en exclusiva para un partido, puesto que en nuestro sistema no existe la posibilidad del partido único, como sí en otros países. Nuestra democracia, en ese sentido, es pluripartidista. Y es de anotar que desde hace rato la política colombiana ha evolucionado a una política oficial de coaliciones. En ese esquema el partido Liberal es una parte del mismo, como lo son también el Parido Conservador y otras colectividades importantes.

Es más, por ser parte de la coalición el Presidente Santos ha asistido a eventos académicos del conservatismo, como el encuentro que se celebró en Villa de Leyva, organizado por el Partido y su Academia del Pensamiento. En esa oportunidad, el gobernante expresó su identidad con algunos de los postulados de orden y de cambio de esta colectividad, lo que no significó que eso fuese un acto de proselitismo político, sino de convivencia política y deferencia con un partido clave en la coalición de gobierno. Por tanto, si el gobernante pudo asistir a un evento académico del Partido Conservador, mal haríamos en censurarlo por acudir a un evento social en la casa de un amigo liberal.

Es más, por ser partidarios de la democracia valoramos el esfuerzo del joven dirigente liberal Simón Gaviria de sacar de cuidados intensivos a su Partido, después de una larga brega en el desierto de la oposición que no produjo positivos resultados electorales pero que, según una encuesta reciente, que salió publicada en varios medios de prensa, en materia de crecimiento en aceptación de la opinión pública sí va adelante.

Lo que no parece tan claro es la definición que Gaviria hace entre derechas e izquierdas, catalogando al expresidente Álvaro Uribe y al expresidente Andrés Pastrana como de derecha, quizá de extrema derecha. Y ello con la supuesta insinuación de que el liberalismo es de centro o de centro izquierda, pese a que las fuerzas de Uribe se declaran adictas al centro. El conservatismo no se puede dejar encasillar en estas definiciones un tanto anacrónicas. En realidad el conservatismo, entre los partidos del orden, se destaca por practicar la filosófica del cambio y por ser el principal partido de esa tendencia que ha conseguido sobrevivir y tener vigencia en la actualidad, a diferencia de otros de la misma corriente de pensamiento en Hispanoamérica, que se anquilosaron.

Sostiene, también, el juvenil dirigente que el principal proyecto del liberalismo es la Ley de Víctimas, pese a que, en realidad, nos consta que esa iniciativa surgió en el seno de la Universidad Sergio Arboleda, por cuenta de la Fundación de Víctimas que patrocina ese claustro. Así los ponentes fuesen en el Congreso de algún partido político, la iniciativa es académica y se debe reconocer para exaltar la importancia de la Universidad unida a causas nobles como esa. Una propuesta que contó con el valioso apoyo del presidente Santos, que en solemne ceremonia se propuso liderarla y la defendió en el Congreso.