México derrota el miedo | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Octubre de 2014

La historia de México, con sus  revoluciones  a sangre y fuego por el poder, junto con los temblores y desastres que son comunes a la  naturaleza de ese medio geográfico inestable,  determina que la población conviva y se acostumbre a la tragedia de la muerte violenta, como algo normal, lo que, a su vez, hace que el individuo del común se mantenga como aislado, ausente de lo que les pasa a los otros, incluso si son sus compañeros de barriada o de universidad, que de improviso son víctimas de las bandas criminales o de la represión oficial. Es una historia de terribles y largos años de homicidios y crímenes inenarrables, en un país donde existen en cada Estado varias policías y bandas de civiles armadas, al servicio de los partidos y de las mafias que imponen su ley por cuenta del revólver; los problemas políticos y de poder suelen resolverse a tiros. La violencia recurrente, no solamente se da entre las bandas, suele cobrar la vida de inocentes. Se han dado casos de espanto en los cuales la concurrencia en una discoteca repleta de jóvenes que disfrutan el fin de semana, sin percatarse del peligro que los acecha se ven envueltos en un duelo entre bandas rivales de la mafia, durante el cual uno de los bandos decide encadenar las puertas de la edificación e incendiarla. Este hecho pavoroso les costó la vida a numerosos estudiantes, sin que se suscitara la debida reacción nacional. Muchos hechos abominables como ese se podrían citar para mostrar el sesgo de ese historial de  violencia que suele quedar  en la impunidad.

Se necesitó que en el Estado de Guerrero desaparecieran recientemente 43 alumnos, para que sus compañeros y familiares vencieran el miedo que lacera su voluntad y reaccionaran, al tiempo que salen a las calles a protestar y clamar por la justicia. La tumultuosa manifestación avanzó hasta el edificio de la Gobernación, donde se acusa al mismísimo gobernador de estar al tanto del crimen, como a la mafia. La presencia airada de las masas en contra del gobierno local y los legisladores, contra los  que lanzaron piedras y acusaron  de las desapariciones,  provocó la reacción airada de las fuerzas represivas que mantuvieron una prolongada y dura confrontación con los manifestantes, conscientes de que el mundo sigue sus movimientos con el cuidado de no matar a ninguno. Como las desapariciones y crímenes son recurrentes es posible que la reacción popular contra la violencia se extienda en cadena por el país y exija que se esclarezcan todos  los crímenes.