OEA, democracia y desafíos | El Nuevo Siglo
El nuevo secretario general de la OEA, Albert Ramdin, elegido ayer por aclamación en el pleno de embajadores. /Foto AFP
Lunes, 10 de Marzo de 2025

Si bien es cierto que el nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el canciller de Surinam, Albert Ramdin, fue elegido ayer por aclamación en el pleno del principal ente continental, también es claro que su escogencia se dio en medio de un escenario muy polarizado por el rol que debe jugar dicha entidad transnacional.

De hecho, mientras que los cancilleres y embajadores de algunos países de izquierda criticaron la labor cumplida por el saliente secretario, Luis Almagro, al considerar que se inmiscuyó en asuntos internos de algunos de los 34 países del hemisferio, otros ponderaron la postura indeclinable del dirigente uruguayo contra los regímenes dictatoriales y autoritarios, especialmente los de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

Es evidente, entonces, que hay posturas distintas en la OEA respecto a la función que debe cumplir dicho ente para hacer respetar la Carta Democrática y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Paradójicamente, los países con gobiernos de centro a la derecha se muestran partidarios de que se alerte sobre el más mínimo riesgo de autoritarismo y rompimiento de vértebras constitucionales, incluso cuando están cobijados o tienen de fachada procedimientos judiciales o legislativos de autoridades cooptadas. Por el contrario, las administraciones de izquierda, sobre todo las más radicales y populistas, tienden a alegar la inviolabilidad del fuero soberano para esquivar las sanciones y condenas de la comunidad internacional ante procederes que restringen democracia, transparencia electoral o respeto a los derechos humanos.

En un continente con múltiples desafíos geopolíticos, Ramdin deberá empezar a tomar posturas rápidamente. La OEA requiere redimensionar su papel como principal foro democrático del continente, con margen de tolerancia cero no solo a los regímenes dictatoriales, sino también a aquellos gobiernos que, aunque tienen origen en las urnas, mediando incluso procesos electorales viciados o con libertades limitadas, maniobran para atropellar las garantías institucionales y fundamentales.