Opinión televidente | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Julio de 2012

* Cauca, Congreso, constituyente…

* Crisis irresolutas, dudas múltiples 

 

Un expresidente colombiano solía decir que muchas veces los colombianos tenían una opinión televidente, es decir, que se volcaban en lo que estuvieran viendo en la pantalla chica pero que si de un momento a otro les cambiaban de canal y, obviamente, de programa, en cuestión de poco tiempo ya estaban embebidos en la nueva opción y se olvidaban de la primera en tiempo casi récord.

Lo que pasó la semana que hoy termina podría comprobar esa tesis. Hace ocho días todas las miradas estaban puestas en el arranque del Congreso y si éste, después del bochornoso episodio de la reforma a la justicia, comenzaría a dar muestras de rectificación. Y en medio de ello todo se enfocó en la escogencia del nuevo Secretario General del Senado. Es más, esa circunstancia eclipsó el mensaje de distensión presidencial al Parlamento y los pormenores de la agenda legislativa que se empezó a radicar.

Sin embargo, en lapso de dos días el escenario cambió. Un senador uribista que radicó un proyecto que pide convocar una asamblea constituyente sorprendió a todo el país al anunciar que el vicepresidente Angelino Garzón, sobre cuyo estado físico y mental existía hasta ese momento total incertidumbre, lo había llamado telefónicamente para expresarle respaldo a esa iniciativa. Obviamente el revuelo fue de marca mayor, no sólo porque el viernes pasado, al instalar el Congreso, el propio Presidente de la República había advertido que no estaba de acuerdo con esta clase de mecanismos, sino porque la polémica de inmediato se situó en el ya de por sí accidentado escenario del pulso entre el santismo y el uribismo, que tiene como telón de fondo una tempranera puja por la sucesión en la Casa de Nariño en 2014.

Así fue como en cuestión de tres días el cotarro político se alborotó a cual más. En la coalición gobiernista hubo muchas voces hablando de una ‘traición’ vicepresidencial. Se llegó incluso a pedir su renuncia, en tanto que otros consideraron que debía practicársele un examen médico y físico para establecer su estado de salud tras el accidente cerebro-vascular sufrido hace más de un mes, y con base en los resultados establecer la posibilidad de reemplazarlo temporal o definitivamente. Aunque la mayoría de los partidos de la Unidad Nacional se manifestaron en contra de una eventual constituyente, se generó una controversia paralela entre los partidarios de ajustar la Carta del 91 no sólo en lo referente al poder judicial, sino aplicando una cirugía más profunda, y aquellos que advertían que no hay necesidad de ninguna reforma constitucional y lanzaban alertas en torno de que detrás de toda la iniciativa lo que asomaba era una maniobra para rehabilitar a un exmandatario para un tercer período. También hubo mucha discusión alrededor de la pertinencia de mantener la figura vicepresidencial u optar por volver a la del Designado, que estuvo vigente gran parte del siglo pasado…

No obstante toda la polémica terminó diluyéndose el jueves en la noche tras una reunión entre el Presidente y el Vicepresidente, en donde el primero aseguró a la prensa que el segundo no respaldaba la constituyente. ¿Quedó cerrado este capítulo semanal? Es claro que no, pues obviamente alrededor de este caso están pendientes muchos interrogantes, algunos de fondo, como también ocurrió hace dos semanas en la crisis del Cauca que tanto impactó al país, o hace una cuando el esperado mea culpa parlamentario no pasó de las palabras y la opinión pública, aquella misma que al advertir los orangutanes en la reforma a la justicia se indignó y protestó hasta forzar el hundimiento del monstruo, esta vez brilló por su pasividad… En cada unos de esos episodios que impactaron al país hay muchos elementos sin resolver y juicios de responsabilidades por establecer.

Se evidencia, una vez más, cómo los colombianos sí pareciéramos que tenemos una mentalidad televidente, pues pasamos de un escándalo a otro sin mayor capacidad de reflexión, dejando múltiples dudas en el aire, las mismas que, tarde o temprano, volverán al escenario y, de esa forma, las crisis toman ese matiz cíclico, reiterativo y desgastante, que no nos permite superar problemáticas largamente sobrediagnosticadas pero nunca solucionadas eficientemente.