Pa´lante Presidente | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Agosto de 2012

* Afianzar los postulados de Gobierno

* Recuperar la iniciativa política

 

A  dos años del mandato del presidente Juan Manuel Santos las encuestas más importantes del país, incluida la de Datexco ayer, demuestran que su popularidad se sitúa en un promedio de 45 por ciento, más o menos lo mismo que la aceptación del Gobierno. Las cifras en sí mismas no son necesariamente negativas, pero al producirse un desplome de un 20 a un 25 por ciento en ellas se demuestra que el Primer Mandatario ha perdido ángel y sintonía con la opinión pública.

Esto en primer lugar ha hecho que el presidente Santos se presente nervioso y preocupado, lo que no es bueno porque tiende a dramatizar el asunto. Y tal vez sea así porque evidentemente la pregunta clave en cuanto a si se estaría o no dispuesto a reelegir al Presidente tiene datos altamente desfavorables de casi el 70 por ciento. De este modo, el Presidente se siente de alguna manera vetado y ello hace que se incremente su nerviosismo.

No es del todo claro, como lo han dicho los medios de comunicación, que estas encuestas sean el resultado de los dos años del gobierno Santos. Son ellas, por el contrario, una fotografía del momento actual y no el resultado del panorama completo. Inclusive, el año 2012 ha sido bastante duro, en los meses que lleva. Desde el principio se dio un escalamiento de las acciones guerrilleras. Posteriormente se vio el claroscuro de la Cumbre de las Américas y finalmente se produjo la hecatombe de la llamada reforma a la justicia, cuyas nefandas secuelas aún se viven. A ello se suma la declaratoria abierta de la oposición por parte del expresidente Álvaro Uribe, que vive las mieles de las deficiencias gubernamentales como si fueran acicate para su propia vigencia. Todo ello lo ha estudiado el Gobierno como una falencia en su estrategia de comunicaciones por cuanto no ha podido mostrar los resultados concretos y positivos que dice tener. Y para ello se embarca en una cantidad de actividades innecesarias como que ahora el Presidente aparece en mangas de camisa dando vueltas por todo el país. Tampoco es cierto, como dice la mayoría de analistas, que el Gobierno se dividía en primero y segundo tiempos y que ahora se iniciará la etapa final, como en una carrera de caballos. El Gobierno también tiende a pensar así y ello puede hacer que se equivoque puesto que medir de este modo la política no es lo más aconsejable, tanto en cuanto es desconocer subliminalmente lo que hasta ahora se ha hecho.

A nuestro juicio el presidente Juan Manuel Santos tiene un proyecto político de orientación nacional de largo alcance que necesita de mayor amojonamiento, antes que la dispersión que se observa. Consiste éste, claramente, en la inserción colombiana en el concierto internacional, la superación de la pobreza, el finiquito del drama de la guerra y sus consecuencias, el crecimiento económico sostenido y sostenible, y la reforma y reinstitucionalización del país. Sobre ello no puede dudar un minuto, mucho menos cuando ha logrado lo más difícil que era deslindarse de las fuerzas regresivas.

Está claro, en estos dos años, que el mayor error gubernamental estuvo en aliarse malamente con la clase política para una reforma a la justicia que se convirtió en un baúl de anzuelos en procura de la impunidad y el menor control estatal sobre la actividad parlamentaria. El yerro, por fortuna enmendado en cabeza del propio Presidente al límite de la catástrofe, ha tenido un alto costo. Pero tampoco ha sido el Gobierno lo suficientemente enfático en decir que superó la crisis de la mejor manera que pudo, cuando él mismo era uno de los protagonistas. El problema estuvo, claro, en que a la opinión pública, por supuesto, no le gustó esa mala alianza y ha castigado al presidente Santos por tales procedimientos. Pero no puede quedarse ahí, lamentándose. Es hora de recuperar la iniciativa política, reorientar al país en los propósitos básicos que siempre ha tenido y hacer definitivamente caso omiso de quienes tienen la única percepción de que le vaya mal, y con ello al país, para presentarse de redentores.

Tiene el Gobierno que volver a su núcleo central, que en todas las encuestas anteriores tanto ha gustado a los colombianos. Es decir, la lucha abierta contra la corrupción, el debilitamiento guerrillero, el combate decidido contra el narcotráfico, el desarrollo integral de la Ley de Víctimas y de Tierras, el liderazgo en materia internacional y el mejoramiento en las condiciones de la pobreza. Para ello es fundamental que el Gobierno entienda que el problema no es ni de rendición de cuentas ni de comunicaciones, sino de mayor vigor político. Hay un gabinete que nunca defiende al Presidente, ni batalla lo que tiene que batallar. El Gobierno no es solamente un asunto de gerencia, sino sobre todo de orientación y de poner en práctica las ideas que tiene. No es, pues, tiempo de inseguridades, sino de afianzamiento. Andan por ahí buscando cualquier candidato para oponerlo a sus aspiraciones de reelección, pero Santos tiene bien sabido que la política no se improvisa. Pa’lante Presidente, para atrás ni para tomar impulso.