¿Podrá haber ganador en primera vuelta? | El Nuevo Siglo
Martes, 15 de Marzo de 2022

* Gutiérrez, la estrella emergente

* Combinación de experiencia y juventud

 

 

Es muy difícil, por supuesto, que alguno de los candidatos que quedaron en la lid por la Casa de Nariño llegue a ganar en primera vuelta. Pero tampoco es descartable, como están las cosas, que alguno pueda lograrlo y con ello se aproxime a un resultado definitivo el 29 de mayo.

Ciertamente, las consultas interpartidistas terminaron haciendo las veces de una primera vuelta. Si bien el mecanismo significó un opaque de las elecciones para Congreso permitió, de otra parte, la depuración de las aspiraciones presidenciales caracterizadas por el exceso de participantes y sobre todo una agregación sustancial de votos en bloques ideológicos definidos. De modo que las consultas cumplieron a cabalidad su cometido.

Bajo esta perspectiva podría decirse, asimismo, que una parte notable de la votación ya jugó sus cartas y que volverán a ser jugadas en el mismo sentido cuando los electores sean de nuevo llamados a somatén. Aunque desde luego en política nunca está nada dicho, uno de los resultados destacables es el surgimiento de dos polos electorales sólidos en la centroderecha y la izquierda, mientras que el tercero, que tenía la presunción de representar a la centroizquierda, tuvo una lánguida expresión en la práctica frente a lo que muchos de sus adherentes cacareaban en la teoría. De hecho, uno de los bloques lo triplicó y el otro lo duplicó, además heredando esta tendencia un divisionismo interno fruto de meses de pugnas y heridas todavía por sanar.

Por el contrario, ahora lo que está a la orden del día es la disputa del verdadero centro-centro, por parte de los dos grandes bloques, y en esa dirección los tiquetes vicepresidenciales serán determinantes. Y bajo estos criterios puede decirse también que la representación femenina será decisiva. Porque mal se haría, y muy poco se estaría a tono con los tiempos contemporáneos, si las fórmulas no permiten avanzar en aquello sobre lo cual hay consenso en todos los sectores: una mayor participación de la mujer en el ámbito público. Todavía con más veras, si se viene de una vicepresidenta y un gabinete paritario en el gobierno de Iván Duque.

En todo caso, el mapa electoral colombiano sufrió un cambio drástico con los resultados de las consultas. En efecto, si ese instrumento ya había sido utilizado en la ocasión anterior (2018) no se había verificado en las dimensiones actuales. Inclusive es fácilmente detectable el error de cálculo político que cometió Oscar Iván Zuluaga, hoy candidato dimitente del Centro Democrático, al no haber participado de la consulta de la centroderecha. De haberlo hecho muy seguramente su escenario sería muy diferente del actual.

En ese orden de ideas, es también claro que este bloque de Equipo por Colombia, bajo la batuta de una figura fresca como Federico Gutiérrez, tiene muchas más posibilidades de crecer en sus aspiraciones hacia la presidencia de la República que su homólogo de izquierda y con ello capturar el voto independiente que no quiere hacer parte de la camorra política insustancial y temeraria (una de las grandes perdedoras de las elecciones), pero sí quiere participar del futuro del país.

En esa vía resulta evidente, de otro lado, que los partidos, como es el caso del conservador y de la U, no votaron masivamente por sus representantes en la consulta, pero que lo harán por Gutiérrez, como vocero natural de la centroderecha una vez cumplidas a satisfacción las elecciones para Congreso. En especial dentro del conservatismo que tiene un liderazgo definido en su fuerza esencialmente parlamentaria y que en esa materia fue uno de los grandes triunfadores de la última justa. Entonces basta la palabra empeñada, tan afín a los postulados de este partido, para entender que la alianza ya está sellada y no se necesitan maniobras adicionales para refrendarla. Incluso, con el buen desempeño de los congresistas conservadores, en el último evento electoral, queda asimismo demostrado que la coalición con el gobierno de Iván Duque fue bien recibida por las bases de la colectividad.   

Así las cosas, Gutiérrez es justamente la persona que, siendo el más joven de la contienda presidencial, tiene a su vez la formidable posibilidad de concitar a la juventud, a los sin partido y a las fuerzas vivas de la nación para comprometerse en esa tarea ineluctable de que el país no ruede por la pendiente de la demagogia. No tendría él, en lo absoluto, ninguna necesidad de disfrazarse de “centro” porque esto es fácilmente deducible de su talante y de sus convicciones, siempre comprometido con el orden que brinda el Estado Social de Derecho y afincado en las libertades democráticas, además con la autoridad serena y la experiencia indiscutible de quien sabe que vale más hacer que hablar, ejecutar que naufragar en la retórica.

Hay en lontananza una estrella emergente del nuevo país, mientras el viejo va quedando atrás, con sus pugnacidades y cargas emocionales, con sus añoranzas “cepalinas” y su Estado paquidérmico, con su violencia infértil y la erosión inconsecuente de la unidad nacional.

Con Gutiérrez, pues, ¡bienvenidos al futuro!

Un futuro que puede definirse en la primera vuelta.