Política petrolera (I) | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Octubre de 2012

*El despilfarro de las regalías

*Acuerdos sobre lo fundamental

 

En pasado editorial establecimos algunos de los puntos esenciales que en el siglo XXI debe defender el Conservatismo para estar en la avanzada de la política. Hicimos referencia a Ecopetrol, la empresa más importante para favorecer el desarrollo del país. Recordamos que para tener la posibilidad de hacer un desarrollo industrial eficaz es clave impulsar una empresa estatal que se funda a mediados del siglo pasado, cuando nuestro nación apenas transitaba por un incipiente crecimiento económico debido, en gran parte, a que durante la Segunda Guerra Mundial Colombia se vio forzada a fabricar  algunos de los productos que antes importaba.

Por tanto, al fundar Ecopetrol lo que se buscó fue utilizar con acierto los recursos petroleros y que por su intermedio pudiésemos romper las barreras del atraso. Hasta ese momento el país sembraba café, cultivaba café, recogía café, empacaba café, exportaba café… En resumidas cuentas: vivía del café. Pero desde entonces ya era evidente que no tenía ningún futuro seguir por el sendero de un país mono-productor y menos aún cuando se perfilaba en el horizonte una desbordada multiplicación demográfica de la población y, sobre todo, un mayor crecimiento de las ciudades.

A lo largo de su historia, Ecopetrol no solamente contribuye a demostrar que los colombianos son capaces de defender su riqueza, sino también de administrarla con criterios modernos y técnicos.

Dado que la idea no es que Ecopetrol sea simplemente una empresa que maneja la refinería de Barrancabermeja o la de Cartagena, en su proyección debe estar la tarea de manejar productos derivados del petróleo, que son los que requieren de la mejor tecnología pero también lo que producen más utilidades. En ese objetivo de la diversificación de la compañía y el valor agregado para la exportación de crudo, perdimos tiempo precioso y quedamos a la zaga de otras empresas estatales del mundo que demostraron mayor capacidad para explorar otros negocios derivados.

El balance desde que se fundó Ecopetrol nos muestra que nuestros técnicos son capaces y por eso han conseguido positivos resultados, como lo prueba el descubrimiento de importantes yacimientos. También en buena medida se ha evitado la burocratización excesiva de la empresa, lo que habría derivado en un paquidermo inmanejable.

No siempre la contratación petrolera ha sido óptima. En algunos casos se cometieron errores que espantaron a los inversionistas extranjeros, quienes se iban al poder obtener mejores ingresos en otros países. Nosotros tuvimos la suerte de que con unos pocos pozos petroleros productivos, como el de Cusiana, conseguimos abastecer buena parte de la demanda interna por un buen tiempo. Durante el gobierno Uribe se aumentó considerablemente la inversión en la búsqueda de hidrocarburos y la sísmica para encontrar crudo, aunque no volvieron a aparecer esos pozos equivalentes en producción a algunos de Arabia Saudita. Ahora, con la nueva tecnología, se entra a explotar de nuevo pozos residuales que habían dejado de producir y ello ha dado óptimos  resultados. En este nuevo boom se destaca Pacific Rubiales, una compañía que se ha convertido en unos de los músculos principales de la explotación de hidrocarburos en el país.

A diferencia de las épocas del monocultivo cafetero, en la actualidad Colombia es un país minero y esa actividad genera más del 70% de los recursos que recibimos por las exportaciones. Sin embargo, más del 50 por ciento de esas ventas externas son por petróleo y de allí que ahora las esperanzas estén puestas en hallazgos de generosos pozos.

En consecuencia, debemos diseñar una política nacional de hidrocarburos orientada por el Conservatismo y los partidos afines al orden y progreso económico. Esa política debe contemplar la posibilidad de que, fuera de Ecopetrol, el Estado pueda fundar otras empresas en este sector, según conveniencia. Se debe avanzar más en el sistema de asociación con empresas locales o extranjeras, pues es un modelo que ha dado buenos resultados. Es fundamental, igualmente, buscar  un racional entendimiento con las autoridades del medio ambiente y las comunidades indígenas para que la explotación de hidrocarburos se efectué preservando la riqueza natural.

Como ya lo hemos dicho, Colombia es una de las naciones que más ha despilfarrado las regalías. Sabemos que el Gobierno nacional y las autoridades regionales tienen la voluntad de invertir bien esos recursos. Mas no basta la buena voluntad, hace falta, como lo diría Álvaro Gómez, un acuerdo sobre lo fundamental en materia hidrocarburos para sembrar el petróleo, elevar los niveles educativos, fomentar la cultura y la infraestructura para el desarrollo del país.