LA  consultora Mercer realizó un  ranquin sobre la calidad de vida de 230 ciudades en el mundo. Bogotá ocupa uno de los puestos más bajos de la región, apenas superada por Caracas. Uno de los elementos más llamativos es que Montevideo supera a Buenos Aires. De esta forma el estudio viene a darle la razón al célebre escritor Jorge Luis Borges, quien hace varias décadas sostuvo que la capital uruguaya, una urbe más pequeña que la argentina, por su refinada cultura y la calidad humana de los habitantes, le recordaba a los porteños de antaño y tenía una mejor calidad de vida.

Borges sustentaba su opinión en una observación tan sencilla como sutil, aquella según la cual lo que determina la calidad de vida citadina no es su tamaño, ya que existe una gran diferencia entre ciudad grande y gran ciudad. Atenas, en la antigüedad, era considerada como una de las grandes urbes, no por su tamaño, ni número de habitantes, sino por la civilidad y cultura de sus gentes. En el caso concreto de Buenos Aires, que aparece en el puesto 91 del estudio en mención, se reconoce su rica vida cultural y social, pese a la inseguridad, cierta anarquía, lentitud en los trámites oficiales y una impunidad creciente. Tiene Metro y más de cien líneas de transporte urbano y rutas de bicicletas, lo que le permite estar entre las mejores 100 ciudades del mundo. También tiene cines y teatros en los cuales se presentan obras que rivalizan con las de Nueva York, Londres y París. La gastronomía es otro de sus atractivos, junto con la oferta de arte y literaria, como la belleza misma de algunas de sus zonas más representativas. Aun así Montevideo supera a la capital gaucha, pues la primera se ubica en el puesto78 y la segunda en el 91.

 Respecto a otras capitales suramericanas, Santiago de Chile está en el sitial 93, Brasilia en el 107 y Asunción en el 114. En la cola regional aparece Bogotá, en el puesto 131, por debajo de Quito y  apenas si supera por unos pocos puntos a Caracas. Entre las causales que rebajan a Bogotá, aún por debajo de Asunción, están la inseguridad y los efectos del caos del tráfico en la calidad de vida, junto con la tortura de la tramitomanía a la que se somete a sus habitantes, al igual que los elevados impuestos.