Reconstruir Bogotá | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Enero de 2016

Sindéresis y orden, las prioridades

Retos del alcalde Enrique Peñalosa

 

Una nueva era política y administrativa arranca hoy en la capital del país. Tras doce años de gobiernos de izquierda, al cual más accidentados y traumáticos, incluyendo un alcalde encarcelado por uno de los peores escándalos de corrupción en las últimas décadas y otro burgomaestre destituido por la Procuraduría y que retornó al cargo en virtud de medidas cautelares internacionales y excepcionales del Consejo de Estado, la ciudad vuelve a estar en manos de Enrique Peñalosa quien, a no dudarlo, es uno de los dirigentes que más conoce lo que requiere la capital del país para salir adelante y superar con eficiencia las distintas crisis estructurales y coyunturales que hoy la agobian. No es hora ya de enredarse en cortes de cuentas y juicios sobre cómo quedó Bogotá después de tres mandatos de izquierda, no sólo porque ha sido la propia ciudadanía la que emitió el dictamen en las urnas el pasado 25 de octubre, sino porque las actuaciones de la Fiscalía, la Contraloría y la Procuraduría sobre quienes hicieron parte de las dos últimas administraciones son de por sí evidentes en torno a lo que pasó en ese lapso.

 

Quedan en trámite muchas investigaciones y procesos que deberán ser llevados hasta las últimas consecuencias en el aspecto penal, fiscal y disciplinario.

 

 

Pero, aparte de ello, es hora ya de mirar hacia adelante. Hay que reconstruir a Bogotá y para ello se requiere un esfuerzo conjunto y progresivo de todos. La táctica de la ‘política de retrovisor’ debe ser archivada pues no sólo es desgastante e improductiva, sino que distrae el esfuerzo político, administrativo, económico, social e institucional que requiere la ciudad para volver al sitial que nunca debió haber perdido como una de las urbes más modernas, desarrolladas, competitivas, centro de negocios y con vocación de futuro de Latinoamérica. 

 

Afortunadamente, trayendo a colación los temas esotéricos de que tanto suele hablarse a nivel  popular por estas fechas, Peñalosa asume con todos los astros alineados a su favor. En primer lugar, tiene un mandato popular claramente dirigido a que la ciudad retome su norte mediante una política integral, definida y objetiva. Se acabó ya la inestabilidad en el gabinete, las controversias desgastantes e ideologizadas entre altos funcionarios distritales, la improvisación como la diaria ruta gubernamental y la utilización de la Alcaldía como plataforma política. En segundo lugar, es claro que tendrá a su favor la coalición mayoritaria en el Concejo Distrital, algo que no ocurría hace un buen tiempo y ello asegura un margen de gobernabilidad importante  desde el primer día. Como tercer elemento absolutamente fundamental debe señalarse la conjunción de esfuerzos y voluntad política entre la Alcaldía, el Gobierno Nacional y la Gobernación de Cundinamarca. El corto circuito entre estas tres instancias, sobre todo por parte de los mandatos capitalinos, fue sin duda una de las causas de que la región con más alto Producto Interno Bruto (PIB) del país haya puesto en duda su liderazgo en materia de potencial económico, competitividad, generación de empleo y plusvalía.

 

Asumido el cargo, serán clave, como se indicara semanas atrás en estas páginas, los primeros cien días del mandato Peñalosa. Es evidente que la ciudadanía está esperando que desde el primer minuto se empiece a marcar el nuevo rumbo de la ciudad. El equipo de gobierno anunciado por el nuevo Alcalde se distingue por una alta dosis de perfil técnico y experiencia en los asuntos de que cada quien va a manejar. Por igual es patente la disposición de la Casa de Nariño, la Vicepresidencia y el gabinete en pleno para poner en marcha una agenda concreta con la Administración Distrital lo más pronto posible. 

 

Así mismo los voceros de las distintas bancadas del Concejo dicen estar listos para recibir y discutir, con ánimo proactivo, los primeros proyectos de Acuerdo que la Administración va a presentar desde el vamos. 

 

Como se ve, más allá de temas puntuales como el diseño del Metro elevado, las medidas estructurales para empezar a desenredar la movilidad vial, el plan de choque contra la inseguridad urbana así como los nuevos esquemas en materia de salud y educación, todos ellos asuntos que requerirán políticas complejas y de largo aliento, es evidente que los bogotanos esperan de entrada de su nuevo mandatario muestras palpables de que la estabilidad, las sindéresis y el buen gobierno regresan otra vez al Palacio Liévano. Mensajes que deben darse rápidamente porque tras la crisis institucional de los últimos años, el compás de espera de los de más de ocho millones de capitalinos no será muy amplio.