Recuperar la confianza | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Marzo de 2022

* Los ajustes al sistema electoral

* ¿Recuento de la votación general?

 

 

La confianza en el sistema electoral es uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa la democracia. Cuando ella se erosiona, es decir, cuando la ciudadanía pierde credibilidad en los resultados de las elecciones, el aparato democrático se estremece y pierde el norte. Y de ahí en adelante se comienzan a alimentar todo tipo de sospechas adicionales, contribuyendo al deterioro del ambiente político, tanto entre ganadores como entre perdedores.

En efecto, después de haber dado la Registraduría Nacional la composición del nuevo Senado, el domingo pasado, ahora resulta que el asunto era bastante diferente al preconteo de votos informado por la entidad en sus sistemas. Porque, ciertamente, una vez llevado a cabo el escrutinio oficial, con el 97 por ciento de las mesas, se detectó un voluminoso desfase en la votación. Lo que, sumando el nuevo saldo, llevó a que se consolidara la representación del Pacto Histórico en esta corporación, con 350.000 votos adicionales, y a que varios de los demás partidos de importancia perdieran votación o curules frente a esa lista que terminó siendo la más votada. Esto, claro está, en un resultado bastante cerrado entre las diversas vertientes. Y, como se dijo, aun faltando el tres por ciento de las mesas por escrutar.

Por lo general, el preconteo y el escrutinio suelen mostrar algunas diferencias. Pero en esta ocasión el margen de sufragios no contabilizados en el preconteo fue de tal magnitud que quedó una muy mala sensación. Las explicaciones dadas por el propio Registrador Nacional apuntan a que hubo un error de los jurados al omitir la contabilidad de la lista cerrada de este movimiento, por la posición en el margen inferior del formulario correspondiente. Es decir, que no se trató de fraude, con propósitos dolosos, pero en todo caso es una falla protuberante, así estuvieran de antemano advertidos tanto el mal diseño del documento como las dificultades en la toma de los datos.

Aparte de esta situación, resulta evidente que el yerro, además de la impreparación de los jurados, radica en otros aspectos en los que hemos insistido como una distorsión de la democracia representativa y una afectación del sistema electoral. Todo parte, efectivamente, de la circunscripción nacional para Senado, además con voto preferente. Esto, en vez de la representación regional y las listas únicas, hace que el conteo de la votación se haga dispendioso y permita este tipo de graves confusiones. Con ello no solo se mina el sistema democrático, sino que en general impide una mayor transparencia frente a los electores, tanto desde el punto de vista ideológico, como del protervo fomento de las empresas electorales que, por el contrario, y al menos en la teoría, se buscan omitir. De modo que, al unísono de los errores de la Registraduría, también palpita la crisis de un sistema que necesita ser reformado y sobre el cual el Congreso se ha hecho el de la vista gorda.

Por su parte, en Colombia gozamos de una democracia que ha sido una constante emblemática en América Latina, región poco dada a mantener su trayectoria inquebrantable a diferencia de nuestro país. Es una posición particular que día a día debería acrecentarse en vez de erosionarse con circunstancias como las relatadas. La modernización electoral se hace, pues, imperativa puesto que la pretensión continúa siendo la de mantener a la nación colombiana como cuna y depositaria de las libertades democráticas en el continente.

De otro lado, es indispensable que la organización electoral recobre de inmediato su credibilidad. Es cierto que en materia de elecciones nada está dicho hasta cumplirse la totalidad de los escrutinios, y que el preconteo es solo una aproximación previa de la votación y su desagregación para conocimiento no oficial de la opinión pública, pero en igual medida es inquietante un desfase de esas proporciones. Nada más lesivo para la democracia que emitir unos resultados y a poco terminar con otros.

Está bien, por descontado, recurrir a que el ciudadano pueda revisar la trayectoria de su voto en tiempo real y otros instrumentos que permitan recuperar la confianza. Pero, como están las cosas, el país podría quedar más tranquilo con un recuento de la votación general. No bastaría, para ello, con el escrutinio del Consejo Nacional Electoral. O si va a ser así, que se lleve a cabo mucho más prontamente, a los tiempos estipulados, y que se haga de cara a la opinión pública. Sería lo más aconsejable frente a la campaña presidencial que se desarrolla en la actualidad y frente a la composición del Congreso, que debe quedar totalmente clara antes de la entrega de credenciales en el mes de julio.