Reelección del Procurador | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Septiembre de 2012

* Coro desafinado de dicterios

* Compromiso e independencia del Congreso

 

Se ha desatado una  campaña grotesca e implacable de los sectores hostiles a la actividad del procurador Alejandro Ordóñez,   a sabiendas de que no pueden impedir que el Congreso de la República según lo que dicta la Constitución y  los compromisos políticos de las fuerzas mayoritarias proceda en consecuencia. Es dable estar o no con las creencias religiosas del Procurador, lo que no es razonable es combatirlo por ser fiel a su credo que, entre otras cosas, corresponde al sentimiento cristiano de la mayoría de los colombianos. Una equívoca interpretación de la democracia consiste en pretender que los sectores minoritarios excomulguen a los representantes de las mayorías. Entendemos,  con Jorge Luís Borges, que la democracia no se debe reducir a un asunto puramente estadístico; merecen respeto  las ideas y creencias de la Nación.

 

Los más recalcitrantes que repudian la eventual reelección del Procurador no aducen fallas en su gestión, ni violación de la ley, ni cosa parecida, sencillamente, les repugna  su condición de hombre de carácter. Siendo que por esa misma cualidad  en los sondeos  de opinión el alto funcionario figura entre los que mas suscitan el fervor popular.  El Nuevo Siglo en reflexivo editorial planteó las condiciones para su nominación en la  terna de la  que escoge el Congreso al Procurador por parte del presidente Juan Manuel Santos, que estaba en el ambiente. La Corte Suprema de Justicia se adelantó. Por tratarse de un organismo de tanta respetabilidad e independencia, la nominación por parte de la Corte refuerza su posición. Se requiere un hombre de firmes convicciones y con la resolución inquebrantable de cumplir el deber hasta el sacrifico, sin importar de cual partido, ni tendencia política sean los funcionarios públicos que sanciona. 

 

Los partidos políticos de orden en Colombia que son la mayoría, encabezados por el Partido Conservador, están por su reelección. Se trata de un servidor público  probado en la lid, que ha sancionado a cuantos funcionarios  transgreden las leyes. No ha vacilado el procurador Ordóñez en castigar a representantes del pueblo de su  mismo partido, ni de los partidos afines, ni de los contrarios al sistema. Ha procedido en derecho, lo mismo que ha absuelto a cuantos resultaron inocentes. No faltan los que censuran su oposición al aborto, que se fundamenta en la honda y antiquísima convicción del derecho natural, los postulados de la Iglesia Católica y las leyes, que estima que el derecho a la vida es sagrado. Es comprensible que los que insultan  la doctrina de la Iglesia consideren que se puede eliminar a otro, lo que no quiere decir que por defender el derecho a la vida de un ser indefenso o en gestación se estigmatice al funcionario  público, puesto que el derecho a existir está consignado en nuestra Constitución.

 

Conocidos litigantes y columnistas adversos a su gestión cuestionan que tenga parientes de magistrados en la nómina de la Procuraduría, así estén allí con anterioridad a su llegada al cargo o antes de decidirse por la reelección. Lo que es hilar muy delgado. Incluso si alguna funcionaria es la esposa de un magistrado, se sabe que el mismo se abstuvo de votar  por la nominación por parte de la Corte Suprema de Ordóñez. Que es lo que debía hacer para evitar que se presente un conflicto de intereses. Aún así, enterados  de que en el desempeño de su cargo actúa dentro de los cánones normativos establecidos, lo estigmatizan. En el entendido de que con los votos que se han cantado en el Congreso saldrá elegido, algunos columnistas incendiarios que lo abominan proponen que renuncie,  no aspire  a la reelección y, en últimas,  se suicide.  

 

La tormenta de injustas, emotivas y groseras criticas, que caen sobre el hombre de honor, le obligan a mantener la entereza moral, sin  doblegarse frente a la infamia y  cumplir el deber.  El procurador Alejandro Ordóñez lo hace bien y por tanto debe seguir en el desempeño de sus funciones, en cuanto la corrupción y los entuertos ilegales  están a la orden del  día.  Razón para redoblar el esfuerzo de los organismos de control, en particular de la Procuraduría y de la Contraloría. Esas dos  instituciones  se baten con denuedo  por limpiar los establos del Régimen, que medra en las entrañas del sistema a pesar de los cambios de gobierno. La solidaridad de las gentes  de bien espera que el Congreso de la República, en ejercicio de sus funciones, independencia y deberes, escoja de la terna que el Ejecutivo le envíe  a quien se ha consagrado como funcionario insobornable en el ejercicio del cargo.