Refrigeración, entre necesidad y riesgos | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Diciembre de 2023

En una paradoja terminó convertida la refrigeración en todo el mundo. Por un lado, es evidente que ante el aumento de las temperaturas promedio en el planeta, por cuenta del cambio climático, la cantidad de personas que requiere acceso a sistemas de enfriamiento de aire crece de forma sostenida.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente a hoy más de 1.000 millones de personas corren un alto riesgo de sufrir calor extremo debido a la falta de acceso a la refrigeración, especialmente en África y Asia. Más complicado aún es que casi un tercio de la población mundial está expuesta a olas de calor mortales más de 20 días al año.

En ese orden de ideas, garantizar el acceso a sistemas de refrigeración es un imperativo vital, así como un elemento básico para la seguridad alimentaria, sanitaria y de la cadena de una gran cantidad de productos, bienes y servicios.

Por otra parte, la refrigeración convencional, especialmente los sistemas de aire acondicionado, es también una de las principales causas del calentamiento global. Se calcula que aporta un poco más del 7% de las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero.

No es un tema menor. Al ritmo actual las necesidades energéticas para la refrigeración de espacios cerrados podrían triplicarse hacia mediados del siglo. El consumo energético de estos sistemas, por ejemplo, pasarían en el mismo lapso del 20% al 40%.

¿Qué hacer? La clave está en la racionalización del uso de estos sistemas y la modernización tecnológica. De hecho, en el marco de la COP28 sobre cambio climático que se está realizando en Emiratos Árabes se dio un paso en ese sentido, ya que más de 60 países firmaron el “Compromiso de refrigeración”. Se trata de un pacto que contiene los pasos para reducir el impacto climático de este sector, bajo la tesis de lograr un equilibrio funcional: facilitar el acceso universal a este servicio como mecanismo para salvar y mejorar la calidad de las vidas, pero regulando la actividad con miras a disminuir su consumo energético.

Si se cumplen las metas, se calcula que las emisiones de estos sistemas de enfriamiento podrían disminuir en más del 60% hacia el 2050. Para ello se puede acudir a estrategias de refrigeración pasiva, como el aislamiento térmico, el sombreado natural, ventilación y superficies reflectantes, así como normas más estrictas de eficiencia energética y una rápida reducción de los refrigerantes de hidrofluorocarburos (HFC) que calientan el clima.