Reingeniería cultural mundial | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Agosto de 2022
  • El impacto pandémico y las nuevas realidades
  • 100 ministros en cónclave inédito en México

 

Aunque el covid-19 continúa siendo una amenaza y la viruela símica mantiene prendidas las alertas globales, es indudable que el mundo está entrando con mayor fuerza en lo que no pocos expertos han dado en llamar la “era de la pospandemia”, un escenario en el que los entes multilaterales y los gobiernos están llamados a fijar nuevos lineamientos y metas estructurales a mediano y largo plazos, no solo en el aspecto sanitario sino en lo político, económico, social e institucional.

De hecho, algunos de los principales tratadistas y pensadores contemporáneos han coincidido en los meses recientes en que la crisis pandémica marcó un punto de inflexión para la humanidad moderna. Sostienen que se equivocan quienes señalan que los seis millones de muertes por el coronavirus y los seiscientos millones de contagios fueron producto de un hecho grave pero puntual y pasajero. En ese orden de ideas, la prioridad ahora sería que la población mundial se enfoque en adecuarse a una nueva realidad y que deje atrás la idea cortoplacista de concentrarse solo en recuperar el estatus quo anterior al impacto de covid-19.

Resulta, entonces, innegable que hay una tendencia mundial a analizar de forma objetiva cómo quedó el mundo después de la crisis sanitaria más grave del último siglo y vislumbrar si las metas a mediano y largo plazo fijadas antes de la emergencia continúan siendo vigentes o es necesario ajustarlas.

Obviamente, los impactos en salud, economía y lo social han primado en todos estos diagnósticos. Sin embargo, poco se ha profundizado en lo atinente a las consecuencias de la pandemia en lo cultural, entendido este precepto no apenas en lo atinente a las manifestaciones artísticas y su expresividad individual y colectiva, sino dentro del concepto amplio de la caracterización y construcción del pensamiento que configuran el carácter y la identidad de determinado grupo poblacional.

Visto lo anterior, se entiende la creciente expectativa global en torno al Mondiacult, un evento de gran calado que se realizará a finales de septiembre en México y al cual asistirán más de cien ministros de Cultura y altos representantes de los 193 estados miembro de Naciones Unidas. El objetivo del cónclave, según la Unesco, es afirmar la cultura como “bien público mundial”, como fundamento de la humanidad común, así como definir el futuro de las políticas oficiales en este ámbito.

Cuarenta años después de la primera edición de este cónclave, para la agencia de la ONU resulta evidente que a medida que el mundo va pasando la página de la pandemia, a la cultura le incumbe desempeñar un papel importante en el desarrollo de las sociedades, la reducción de las desigualdades y el bienestar de los individuos. Las cifras para sustentar ese rol son más que dicientes: el sector cultural y creativo representa más de 48 millones de puestos de trabajo en todo el globo, es decir el 6,2% del total de empleos existentes. De igual manera aporta el 3,1% del PIB mundial y es el sector que emplea y da oportunidades al mayor número de jóvenes menores de 30 años.

Precisamente, dentro del concepto amplio ya descrito, las prioridades de Mondiacult van en la dirección de responder a los que se consideran como los grandes retos contemporáneos, agrupados en cuatro ejes de debate: ¿Cómo renovar y reforzar las políticas culturales? ¿Qué lugar ocupa la cultura en el desarrollo sostenible? ¿Cómo responder a la crisis del patrimonio y la diversidad cultural? ¿Qué futuro tiene la economía creativa?

En ese marco se espera que el centenar de ministros de Cultura analicen y propongan fórmulas novedosas y funcionales para enfrentar flagelos como el combate al tráfico ilícito de bienes culturales, mecanismos eficaces para el retorno de las obras a sus países de origen, el estatuto del artista, garantías para la libertad de expresión, el impulso a la revolución digital, el turismo cultural sostenible y el papel de la cultura para luchar contra el cambio climático, entre muchos otros.

Definir el norte de las políticas culturales es un reto de marca mayor, sobre todo después de analizar el impacto de la pandemia en este campo y la nueva realidad y énfasis que demanda el escenario resultante. Así las cosas, en medio de asuntos urgentes como contener la desaceleración económica mundial, afrontar el pico inflacionario global o acelerar los compromisos contra el calentamiento global, la cultura levanta la voz y exige un replanteamiento de metas a corto, mediano y largo plazos.