Se apuntala el chavismo | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Diciembre de 2012

La posibilidad de una Venezuela sin Chávez, el suspenso de su larga enfermedad y los viajes a Cuba, han acostumbrado a los venezolanos a que se gobierne desde allí. Ese es un hecho socio-político sin antecedentes; el gobierno a distancia, que sea como fuere ha funcionado para los efectos de poder interno y los movimientos electorales. Y sería una experiencia única de no ser por cuanto en el siglo XIX, Antonio Guzmán Blanco, gobernó desde París, con una suerte de dictadura de guante blanco, con fuerte apoyo popular y de la oligarquía de Caracas. Es evidente que Chávez organizó una maquinaria política formidable. En algunas etapas ha pasado más tiempo en La Habana que en Venezuela. Por la famosa hermandad entre el comandante Fidel Castro, que en la Sierra Maestra en medio del combate se puso los galones por su cuenta y el comandante Hugo Chávez, que los recibe de sus superiores para defender el sistema democrático, con su vida de ser preciso, por riguroso ascenso en el Ejército venezolano; compadrazgo que en unas décadas atrás habría resultado impensable.
La democracia pluripartidista, con partidos modernos y de los mejor organizados de la región, con jefes de la talla de Rómulo Betancourt, de Rafael Caldera o políticos independientes como Arturo Uslar Pietri, Jóvito Villalba o, mas tarde, Carlos Andrés Pérez, insobornables agentes de la democracia, no resistió la corrupción que gangrenó sus arterias. Notables comunistas de alto vuelo como los hermanos Machado, junto con los jóvenes intelectuales y políticos de izquierda que apostaron por el levantamiento armado y hacer la revolución a la cubana. Grupos de extrema izquierda que fueron reprimidos por las tropas sin contemplaciones; sin siquiera, como lo ordenó el gobierno de Betancourt, cuando se levantó la Base de Puerto Cabello, hacer prisioneros. Con los que, también, tras reducirlos a prisión, se negocia en algunos casos la fuga y, después la amnistía.
Y lo curioso del fenómeno venezolano es que las Fuerzas Armadas, que han estado al lado de Chávez, han seguido siendo y son en lo formal la balanza de poder que sostiene la legitimidad del comandante conquistada en las elecciones, puesto que éste ha llegado a Miraflores por mayoría de votos, en las que se volvió el más aventajado populista. El sistema electoral es dependiente en absoluto del Gobierno, del cual ha sido excluida sistemáticamente la oposición y que no permite los observadores internacionales. Sistema que se fundamenta en el populismo oficial que reparte fondos del Tesoro Público entre sus electores. Mientras no se compruebe que las elecciones son un fraude, algo bien difícil cuando se depende del voto electrónico, mientras las Fuerzas Armadas siguen defendiendo la democracia formal. Y definir qué es la democracia, fuera del sistema convencional de libertades y elecciones como la del pasado domingo; equilibrio de poderes, leyes aprobadas por el Legislativo e igualdad ante la ley, es tarea de refinados politólogos que nunca se ponen de acuerdo.
Un comentarista internacional expresó: “sin hacer cola ni tener que aguantar horas bajo el sol, los venezolanos votaron ayer a media máquina en unas elecciones regionales en las que la mente de muchos estaba en Cuba, con el presidente Chávez”. Lo que se sabe es lo que dicen las autoridades electorales: “El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), del presidente Hugo Chávez, arrasó este domingo en las elecciones regionales al lograr 19 de las 23 gobernaciones del país, aunque el líder opositor, Henrique Capriles, logró retener el Estado Miranda”. Es evidente que, incluso, si se inflaron en algunos Estados los datos electorales, en un país donde el voto es obligatorio, la gran masa de población descontenta se abstuvo de votar. No quiso hacerlo, se presentó una huelga de seguidores, un gran sector mayoritario del país lo componen gentes que no se sienten bien representadas en las regionales o no creen en la pureza de los comicios, menos en los beneficios del socialismo del siglo XXI, con una economía en cuidados intensivos; después de que en varias oportunidades la oposición había ganado en los principales Estados del país, como el Zulia, que esta vez se perdió.
Todo indica que se dio un duelo interno entre las diversas fuerzas del chavismo por apuntalarse para una disputa por el poder sin Chávez. La oposición en las regiones salió a votar en unas elecciones anticipadas casi sin recursos, ánimo ni esperanza, se mantuvo erguida de milagro por Capriles en el Estado Miranda. Oposición que se olvida que la corrupción y las medidas neoliberales extremas que golpearon al pueblo y las clases populares en el pasado, fueron el combustible que facilitó la aparición de un Chávez con un discurso social cautivante que los llevó a sucesivas derrotas.