Teleantioquia en la mira | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Julio de 2013

LOS  medios de comunicación enfrentan con frecuencia numerosos tipos de presiones directas o indirectas, veladas o al descubierto, las que provienen de diversos sectores. Los interesados en acallar la información o desvirtuarla, manipularla o inducirla, se multiplican en la sociedad, en particular cuando la corrupción crece como una enredadera que avanza silenciosa e implacable por los ámbitos del Estado, las instituciones, la justicia, las empresas oficiales y privadas, los cuerpos de representación popular y el ámbito colectivo. No siempre son los cancerberos de los gobiernos los que persiguen a los periodistas que investigan o hacen las denuncias. Los medios se ven forzados a atender, en las distintas escalas y responsabilidades de su desempeño, los escándalos y las trapisondas que afloran cuando menos se espera; puede ser un escándalo en el Vaticano, lo que los obliga  a destapar la olla podrida. Si uno calla otros denuncian, esa es una cadena muy competitiva de la información. No se trata  en el caso del periodista que investiga de asumir la postura del juez, que no es propia de su actividad, ni de Savonarola delirante. La misión del periodista es la de informar con responsabilidad, con objetividad, para lo cual valora los hechos y cada palabra que emplea, puesto que su tarea difiere de la  de fusilar por la espalda y sin formula de juicio a los funcionarios públicos, ni a la fuerza pública, por simples rumores o por denuncias irresponsables.

Lo primero que debe caracterizar a un periodista que ejerce su trabajo con profesionalismo  y responsabilidad es verificar sus fuentes, analizarlas y cotejarlas con otras versiones. Por sobre todas las cosas no debe caer en el afán desmedido por el sensacionalismo, ni dejarse utilizar de cuantos intentan a todo trance confundir la opinión con el disfraz  de hipócritas  mamá santas. Una de las modalidades de la corrupción es buscar acallar desde la sombra, por dentro y desde arriba a los periodistas, como parece que acaba de ocurrir en el caso del director de Teleantioquia Noticias, Juan Pablo Barrientos. Como lo confesó Selene Botero, gerente del Canal Regional, ella se reunió con el diputado de la Asamblea de Antioquia, Adolfo León Palacio, quien le contó de una grabación que tenía de las actividades y conversaciones del director del Canal; es evidente que si se trataba de una información conseguida de manera subrepticia e ilícita,  no le correspondía a la señora Botero recibir el informe a espaldas del Director del Noticiero, dada la independencia con la que debe ejercer su  tarea de informar, la que no debe confundirse  con los asuntos económicos. En su ignorancia o por descuido, nadie sabe exactamente la razón, la señora acepta  la versión de la supuesta grabación. Siendo que lo más apropiado era avisar a las autoridades competentes, puesto que se trataba de una labor de espionaje en donde se violaba el secreto profesional que debe prevalecer en la redacción de un medio de comunicación. No se conoce con exactitud la relación de la señora a cargo de los asuntos comerciales con los diputados, ni qué contraprestación esperaban de ella. Sin que esté claro si el caso tiene que ver con una suerte de chantaje.

Las declaraciones de Barrientos, desde el exterior, no desatan el ovillo. Al parecer le estarían cobrando que, por primera vez, el noticiero a su cargo se ocupó en seguir la actividad de los diputados y evaluar su gestión, de mostrar la cara oculta de la institución. Por lo general, esos entes institucionales se esfuerzan en lanzar incienso y favorecer a los funcionarios ligados al mismo.  Y no faltan los chismes, puesto que agrega: “Sin duda, el tema de Rodrigo Mesa es el que mayor recordación tiene: insultos al Chocó, hoja de vida falsa, se fue a golpes con Julián Bedoya en la Asamblea, repartió plata en el recinto de la Asamblea, etc. Hablando de la Asamblea, todo el rifirrafe que hubo el año pasado con la mesa directiva hizo que Julián Bedoya me hiciera varios debates. Últimamente, nos metimos con una sección llamada Un año después, que no ha caído muy bien. Consiste en coger la noticia del día, pero de hace un año, y hacer seguimiento. La cantidad de promesas rotas que hemos encontrado es impresionante. Por esta sección se recibieron muchas cartas y correos de gente incómoda, porque quedaba ridiculizada. Bellavista y cirugías estéticas han sido otros temas que me dieron mucho dolor de cabeza”. Así que no es tarea sencilla ir al fondo de la cuestión, cuando el sector oficial es dueño del medio y tiene una relación controvertida y sujeta a  los altibajos políticos con los diputados.

Y la cosa no para allí, la gente quiere saber la verdad. La ciudadanía  en Medellín se propone salir a las calles y manifestar mañana en favor de la libre expresión y contra la corrupción, frente a las instalaciones de la Asamblea de Antioquía.