¿Un mundo suicida? | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Noviembre de 2014

Nuevo campanazo por cambio climático

La fatal herencia de los abuelos de hoy 

 

“No heredamos la tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos”. Esa premisa vital, de orígenes tan antiguos como el hombre mismo, tiene hoy más validez que nunca y debería llevar a que el mundo entero entienda que la herencia que se está dejando a las siguientes generaciones es, sencillamente, fatal. Sin necesidad de caer en los extremos de los escenarios apocalípticos, es evidente que las conclusiones del informe general de síntesis mundial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), debe encender las alertas en todo el planeta. La conclusión es radical: el tiempo se está agotando para reducir el calentamiento global a menos de dos grados centígrados, ya que los niveles de emisión de carbono conducirán a un desastre global en cuestión de décadas.

Tras advertir que las emisiones de los tres principales gases responsables del llamado “efecto invernadero” están en su nivel máximo desde hace 800 mil años, el informe sostiene que si no se toman correctivos más serios y eficaces el planeta va rumbo a un incremento de por lo menos 4 grados centígrados de temperatura a finales de este siglo. A medida que ese sendero climático se vaya concretando habrá una catástrofe global por cuenta de grandes períodos de sequías, intensas etapas de inundaciones, aumento en el nivel del mar y una afectación drástica de la biodiversidad, llevando a la extinción de no pocas especies animales y vegetales. Todo ello con un costo muy alto para la raza humana debido a masivos desplazamientos, hambrunas y conflictos sociales, económicos, institucionales y hasta bélicos por la propiedad y consumo de recursos naturales como el agua misma.

Y no se está hablando aquí de lo que pueda pasar en un siglo o más. Todo lo contrario, una persona que hoy tenga una edad de entre 30 o 40 años, fácilmente, con el crecimiento global de la esperanza de vida, tendrá nietos viviendo en el año 2100. De allí que “futuras generaciones”, esa frase de cajón que se suele utilizar con tanta frecuencia pero poco sentido de urgencia, termina en este caso desbordada por la gravedad del cambio climático. En otras palabras, lo que los adultos de hoy no hagan para revertir el calentamiento global afectará directa y sustancialmente a sus nietos y bisnietos.

Por lo mismo el informe es determinante: “tenemos poco tiempo por delante antes de que pase la oportunidad de permanecer por debajo de los 2ºC”. Si esa cuenta regresiva se agota, simple y sencillamente las siguientes dos generaciones se verán enfrentadas a un cataclismo climático sin precedentes. Para cumplir esa meta, los expertos consideran que las emisiones deberían reducirse entre un 40 y un 70% en nivel global entre 2010 y 2050, y caer a cero para 2100. Avanza el informe en que alcanzar esa meta es viable y no implicará un sacrificio extremo en materia de crecimiento económico ni productivo a escala global. En otras palabras, que es un costo que se puede pagar.

Colombia, como se sabe, es uno de los países que por su ubicación geográfica y características de biodiversidad, está más expuesto que otros a sufrir los efectos negativos del cambio climático. Aunque se tiene desde hace años una política de adaptación al calentamiento global, lo cierto es que el aporte del país en materia de emisión de gases de “efecto invernadero” es ínfimo. En realidad, la responsabilidad recae en las grandes potencias industrializadas, pues si  continúan oponiéndose al aceleramiento de las metas de reducción de estos gases, será imposible ganar esta batalla.

Por lo pronto, el informe del IPCC es un campanazo muy fuerte frente a la reunión preparatoria sobre cambio climático a realizarse en pocas semanas en Lima, pero sobre todo de cara a la cumbre global de diciembre de 2015 en París. El diagnóstico del IPCC de 2007 era menos grave que el actual, pero aun así no tuvo eco en la cumbre mundial de Copenhague en 2009. Hoy la situación es más grave. La pregunta es: ¿el mundo actuará ahora sí o seguirá en un sendero casi suicida?