Una campaña movida | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Septiembre de 2011

*Confusión sobre las reglas del juego

*Los peligros de la apatía ciudadana

A  un poco más de cincuenta días para la cita en las urnas, el ritmo de la campaña electoral sigue creciendo en intensidad. Sin duda alguna la principal preocupación gira en torno de las reglas del juego; la polémica sobre los avales y si es viable que un partido los revoque sigue prendida, pues las decisiones del Consejo Nacional Electoral la semana pasada lejos de aclarar el panorama lo complicaron aún más. No parece lógico que haya muchos candidatos a gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales y concejos municipales que podrán competir el próximo 30 de octubre así las colectividades que los avalaron inicialmente y luego buscaron quitarles ese respaldo por razones de “conveniencia política” los sigan considerando indeseables dentro de sus filas e incluso estén convocando a sus bases populares a no votar por ellos. Paralelamente las listas a cuerpos colegiados aún no son definitivas, pues todavía muchas están sujetas a modificaciones para completar la cuota de mujeres aspirantes.

Pero las dudas no paran allí. En varias gobernaciones y alcaldías capitales hay demandas por presunta inhabilidad de los candidatos que están en el lote puntero de las encuestas, como es el caso de aspirantes en Bogotá, Medellín y Cartagena. En tierras antioqueñas está prendida la controversia sobre sondeos de preferencia electoral realizados, al parecer, por empresas sin autorización legal para ello. En no pocas regiones, los escenarios que muestran estos estudios de opinión pública son tan diametralmente opuestos que pululan las sospechas y cruces de acusaciones sobre manipulación y direccionamientos de los mismos. En varias jurisdicciones se denuncia ‘guerra sucia’ entre las campañas, con maniobras que van desde esparcir rumores infundados hasta cruces de amenazas vedadas.

Aunque las estadísticas gubernamentales y las de organizaciones privadas son disímiles, lo cierto es que el número de candidatos asesinados es superior a los veinte, hay centenares de municipios con nivel medio o alto de riesgo en tanto que siguen las denuncias sobre infiltración o boicot de grupos criminales en la puja proselitista. Se habla abiertamente de un reciclaje electoral de los condenados por parapolítica, incluso de los todavía presos, así como de anomalías tan graves como la investigación para establecer si un millón de cédulas inscritas en nueve departamentos no esconde un escandaloso caso de trasteo de votos. Hasta el momento se han anulado casi 200 mil. Igual todos los días hay denuncias sobre administraciones departamentales y municipales puestas al servicio de candidatos así como de prácticas politiqueras con los recursos de contingencia por la tragedia invernal.

Mientras que de un lado se valora que la Registraduría haya depurado el censo electoral y eliminado los documentos de más de cuatro millones de personas fallecidas, polémicas como la de circunstancias poco claras que habrían  rodeado la revisión de firmas que respaldan candidaturas a la alcaldía de Cali siguen sobre el tapete.

De otro lado, tras un arranque muy lento y apático, en el último mes el ambiente electoral ha ido entrando en calor. Los debates entre aspirantes, una ciudadanía más interesada en lo que proponen quienes aspiran a gobernarlos desde el 1 de enero y el impacto de los distintos escándalos de corrupción a escala nacional, regional y local, terminaron aumentando el ritmo de la puja proselitista en esta recta final. Es urgente que quienes están habilitados para sufragar se metan de lleno en las campañas, que pregunten, indaguen, repliquen y se interesen por los perfiles y propuestas de los aspirantes. No pueden dejar que decisiones electorales tan importantes y que los afectarán positiva o negativamente en su entorno más cercano, continúen siendo tomadas por menos de la mitad de los potenciales votantes.

La campaña, como se ve, está muy movida e intensa, cruzada por circunstancias de distinto tipo y nivel de afectación, como siempre ocurre en Colombia. Aún así, con todo y sus vicios y lastres, el proceso democrático tiene muchas ventajas y es necesario participar.