Una renuncia abrupta | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Mayo de 2021

* Insólita salida del negociador del paro

* ¿Al fin hay alguna agenda con el Eln?

 

 

La sorpresiva renuncia conocida ayer por parte del delegado principal del Gobierno para conjurar el paro, Miguel Ceballos, quien también hacía las veces de Alto Comisionado de Paz, es otro peldaño más en la aguda incertidumbre que ha venido viviendo el país. No es comprensible, ciertamente, que los diálogos y negociaciones del Ejecutivo, en cabeza de ese alto funcionario, con los representantes sindicales se hayan visto estremecidos, además de por el bloqueo de las vías y el vandalismo, por una lesiva sensación de incongruencia al interior de la cúpula gubernamental, fruto de una dimisión en el momento más inoportuno. Semejantes circunstancias, cuando en algunas partes del territorio nacional siguen predominando los elementos desestabilizadores y anarquizantes, no hacen más que profundizar la idea de un grave desmayo en las conductas indispensables para tomar el toro por los cuernos y buscar soluciones a la apremiante situación por la que atraviesa Colombia.

Pareciera, en ese sentido, que no se tiene noción de la quiebra y el desempleo que han impactado drástica y casi irreversiblemente el tejido económico y social de la nación en los días en curso. Añadirle a ese dramático panorama petardos como este parecería un insólito mecanismo para echarle más gasolina al fuego.

De acuerdo con la entrevista que en primicia periodística le hace María Isabel Rueda a Ceballos, y que fue anticipada ayer en las páginas virtuales de El Tiempo, la renuncia se debió particularmente a las profundas discrepancias del saliente Comisionado con el expresidente Álvaro Uribe en torno a recientes diálogos con el Eln. No se sabe, sin embargo, cuál sea la posición del Jefe de Estado al respecto, pero lo que sí llama la atención considerablemente es que sea el exmandatario quien haya venido desarrollando la interlocución con este grupo subversivo.

En ese caso, y si en verdad se están buscando aproximaciones con los comandantes elenos radicados en La Habana, el país necesita que todo sea a la luz pública y no expuesto a sorpresas como las que acaban de ocurrir en la materia y que solo se conocían tangencialmente y de oídas. La entrevista de Ceballos es, en parte, un lamento por la intervención de Uribe, pero es obvio que el expresidente no pudo haber actuado sino con la anuencia del mandatario Iván Duque, pese a no haberlo consultado con el saliente funcionario de paz y este se sintiera desplazado cuando tuvo conocimiento del asunto. En efecto, Ceballos se sintió ninguneado, pero lo que más sorprende es que no hubieran podido arreglar las cargas internamente, como suele acontecer en estos casos. Lo cual es una abrumadora señal de descoordinación, cuando lo que se requiere para una función de este tipo es total unidad de propósitos, siendo un tema tan delicado.       

Por otra parte, es más que sabido que, dentro de los varios intentos que han adelantado diferentes gobiernos, los diálogos con el Eln son complejos, de muy difícil trámite y nunca se ha podido llegar a buen puerto. De modo que si el Ejecutivo ha cambiado su política, cuando era muy poco lo que se esperaba en esa dirección, tendrá que ser mucho más explícito y claro. Todavía más cuando queda el sabor de que todo esto podría estar haciendo parte de los diálogos y las negociaciones frente al paro. De hecho, una y otra vez el Gobierno ha dicho que hay una fuerte intervención de ese grupo subversivo en el vandalismo y los bloqueos organizados. Incluso se sabe que dentro de su ideario esta facción armada contempla la acción contra los orígenes hispánicos en la historia de Colombia, a pesar de haber contado en sus filas con jefes de honda raigambre española.    

Pero mucho más que todo lo anterior, era Ceballos el nombrado por el Jefe de Estado para sacar avante las negociaciones del paro. Mucho más allá de sus funciones como Comisionado de Paz, era el vocero presidencial en el asunto de mayor trascendencia coyuntural y que compromete todos los resortes del país, tal y como se han visto las cosas. Mucho más allá que un ministro, Ceballos tenía las atribuciones para llegar a soluciones prontas, de mano del propio Primer Mandatario. Y ahora resulta que estaba renunciado de hace un tiempo y que aun así había sido exaltado a la posición más decisiva del país en estos momentos. Es evidente que todavía falta mucho por dilucidar sobre tan embrollado asunto, pero queda igualmente claro que el Gobierno tiene que nombrar a alguien de peso y con una interlocución nacional en el término de la distancia.

Es posible, claro está, que esto no sea más que otra evidencia del tremor que se está sufriendo al interior del Ejecutivo y los ajustes que sorprenden cada día, al mismo tiempo que se paralizan las reformas y el país sigue presa del desasosiego. No es para nada bueno, en todo caso, que tome curso la idea de que el Gobierno se está descuadernando con este tipo de insólitas y pasmosas circunstancias que, ante todo, colaboran con la gravosa erosión económica y social que está afectando a todos los colombianos, huérfanos de norte.