Venezuela y la ONU | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Octubre de 2014

El legado del Comandante

La torre de Babel

Las  circunstancias de política internacional en las cuales llega en esta oportunidad Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU, después de la guerra fría, en cierta forma, dan la sensación que la misma no ha terminado en especial por el vocabulario que se emplea para referirse al evento por cuantos opinan sobre ese hecho. Puesto que antes, entre 1958 y hasta 1993, cuando ese país se movía en la órbita de los Estados Unidos, obtuvo asiento en ese importante órgano de la ONU. Las circunstancias actuales son bien diversas a las de entonces, cuando las naciones se enfrascaban en políticas hostiles que dinamizaban el desencuentro mundial entre Occidente y  la Unión Soviética, China y sus satélites, con Berlín Occidental amurallada y sitiada. Venezuela era por esas calendas la potencia mundial petrolera por excelencia y vendía gran parte de su producción a Estados Unidos, con un barril de petróleo facturado a valores  de ganga, puesto que los precios los imponían las compañías multinacionales  del crudo y no los productores. Se requirió que apareciera Pérez Alfonso, exministro de Hidrocarburos de Venezuela, quien, primero consiguió mediante arduas negociaciones precios de miti y miti, con posterioridad le propuso al Gobierno en Washington, que a la manera del pacto cafetero que le garantizaba a Colombia la compra de sus cosechas, se hiciera lo mismo con el petróleo y se firmara un gran acuerdo multilateral, entre productores y grandes compradores, que les garantizaría a los Estados Unidos el suministro mínimo por cien años.

Los tiempos cambiaron con la llegada del comandante Hugo Chávez al poder en Venezuela, por la vía electoral, cuya admiración por Fidel Castro, lo llevó a confrontar verbalmente el poderío de los Estados Unidos y desafiar el Imperio, como decía él, desestabilizando la región y tendiendo una verdadera telaraña de alianzas con países del Tercer Mundo, lo mismo que con Rusia y China, hoy, naciones que mantienen una apertura capitalista, dentro de un esquema político de seguridad partidista y policiva férreo. El comandante Chávez, con Fidel Castro, Luiz Inácio Lula da Silva y otros gobernantes de izquierda de la región conformaron el denominado socialismo del siglo XXI, que con la que parecía inagotable chequera del  venezolano aceitó las finanzas de los partidos aliados que al abandonar la senda de la lucha armada conquistaron el poder por la vía electoral, incluso con sus jefes formados en la guerra subversiva clandestina. Chávez entendió que con el verbo, la imaginación, audacia, demagogia y mucho dinero se conquista el poder. La sociedad hispanoamericana que por las armas derrotó a los subversivos, incluso al Che Guevara, puesto que los identificaba en las montañas y las selvas o las ciudades por las que se movían,  mas, cuando estos se organizaron políticamente las fuerzas tradicionales fueron derrotadas en la mayoría de los escenarios electorales. Hasta producir verdaderos magos del populismo como Evo Morales, cuya estrategia analizan los expertos de la Universidad de Harvard, para asimilar la fórmula de cómo se perpetúa en el poder, que no es otra que la que le enseñó Chávez.

Esas alianzas que fue haciendo Chávez le dejaron amigos en todo el globo. No en vano distribuyó crudo regalado por varios países “amigos”, y dinero a manos llenas, incluso con la compra de bonos de la deuda de Argentina y Ecuador, ayudó esas economías. Lo mismo que por cuenta de las organizaciones internacionales que fomentó en Hispanoamérica, consigue amarrar el voto de varios países que sin tener  gobiernos de izquierda le marchan en algunos casos por solidaridad de cuerpo. Ese bloque funcionó en la ONU. El presidente Santos pidió en ese foro internacional que se apoyara el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad, lo mismo hicieron otros jefes de Estado de la región. Algunos países con gobiernos más radicales de otros continentes, lo hicieron cuando voceros del Gobierno de EE.UU. dijeron que no estaban por el ingreso de Venezuela al Consejo. Esto motivó que el ingreso de Venezuela fuese más resonante y le permitió al gobernante referirse a la elección de Venezuela para ocupar un asiento dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el bienio 2015-2016, como una victoria histórica de su diplomacia. Lo que aprovechó para desconocer la solicitud de la ONU del día anterior de la crucial elección en el sentido de  liberar al opositor Leopoldo López, preso por protestar en las calles y sin fórmula de juicio. Lo que muestra la anarquía y la inconsistencia del proceder de la ONU, convertida en una torre de Babel. Por lo demás, fuera de las alianzas del comandante Chávez, que dieron fruto, jugó el hecho protocolar de que los países ingresan al Consejo de Seguridad, por turnos y temporadas fijas, que se rotan y responden a la famosa fórmula del  Do ut des, hoy votas por mí y mañana yo devuelvo el favor. En tanto las potencias se reservan el poder real o derecho al veto.