Visión Colombia 2050 | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Julio de 2022

 

* Política de Estado para 28 años

* Los cuatro pilares estratégicos

 

La planificación a largo plazo, con metas concretas y control de proceso de ejecución es una de las claves de no pocos de los países que en las últimas décadas lograron superar la instancia del subdesarrollo y entrar en la órbita de las economías emergentes y la mejora sustancial de los indicadores principales de la calidad de vida.

Hemos reiterado en estas páginas que, sin duda, uno de los principales instrumentos de la Constitución de 1991 fue introducir el principio de la planificación como eje transversal de la institucionalidad colombiana y el norte de su aparato estatal. Es claro que aplicar esa premisa en la administración de la cosa pública ha permitido el diseño e implementación de lo que suele denominarse Políticas de Estado, es decir aquellas estrategias de largo aliento y fines de alto calado que superan con creces las Políticas de Gobierno, que por obvias razones tienden a ser cortoplacistas, con metas de bajo o mediano alcance y que, además, son altamente susceptibles de ser reformadas o incluso derogadas por las administraciones sucesoras.

Como se sabe, la fijación de esas políticas nacionales de largo plazo deviene, en buena parte, de la esfera global. Los Objetivos del Milenio (concretados en 2015) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (que apuntan al 2030) son el ejemplo más certero de cómo la comunidad internacional, bajo el liderazgo de la ONU, es capaz de analizar y acordar una serie de metas mundiales a ser cumplidas por cada nación en materia social, económica, de educación, salud, ambiente, acceso a servicios públicos, superación de la pobreza y otros elementos determinantes para mejorar la calidad de vida de los habitantes.

Colombia fue, sin duda, uno de los países más juiciosos en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, en tanto que va muy adelantada en varias de las principales metas de los de Desarrollo Sostenible, pese a que el cronograma de estos ha sufrido una alteración grave a nivel global por circunstancias de alto impacto como la pandemia, la profundización de los efectos lesivos del cambio climático y la sucesión de conflictos bélicos y sociales de alta complejidad.

Esa capacidad de nuestro país para cumplir metas estructurales es, precisamente, una carta de garantía en pos de sacar adelante uno de los retos más importantes que se ha impuesto en lo corrido de este siglo: la Visión Colombia 2050. Se trata de una hoja de ruta para las próximas tres décadas, lanzada oficialmente el viernes pasado por la Presidencia de la República y el Departamento de Planeación Nacional, constituyéndose en la Política de Estado más ambiciosa y estratégica que se ha formulado el país en mucho tiempo.

¿Por qué? En primer lugar, por la ambición de los objetivos planteados para mitad de siglo: alcanzar la carbono neutralidad, que más del 50% de los colombianos esté en la clase media, pobreza extrema inexistente y un Producto Interno Bruto creciendo a un promedio del 5%. En segundo término, la confección de esa estrategia estuvo a cargo de expertos de los sectores público y privado, organizaciones de la sociedad civil, la academia, gremios, la ciudadanía, autoridades regionales y locales. Un tercer elemento clave es que es un ejercicio cimentado en las cuatro premisas de desarrollo vital del siglo XXI: el capital económico, humano, social y ambiental. Todo lo cual debe traducirse en la consecución en 2050 de la carbono neutralidad y la resiliencia climática, la transición productiva del país, la consolidación de la clase media y del desarrollo territorial para la equidad.

En ese orden de ideas, este documento está llamado a convertirse en un referente obligado para la discusión de políticas públicas multisectoriales y marco de los planes de desarrollo nacionales, departamentales y municipales en los próximos 28 años, que deben enfocarse en principios básicos para la construcción de un bienestar sostenible. Cada una de las cuatro estrategias de desarrollo tiene una ruta de implementación, con metas a corto, mediano y largo plazos.

Es vital, entonces, que este documento Visión Colombia 2050 se socialice lo más rápido posible y, sobre todo, que los gobiernos de turno entiendan su importancia y la necesidad de no desviar el camino en el cumplimiento de sus cuatro premisas fundacionales. Obviamente, los ajustes siempre son viables acorde con las coyunturas y las crisis o avances sobrevinientes. Sin embargo, deben respetarse lo más posible los lineamientos de la que, como ya se dijo, bien puede ser considerada como la Política de Estado más ambiciosa que se ha formulado el país este siglo.