Zika, un riesgo global | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Febrero de 2016

Los alcances de la emergencia sanitaria

¿Lecciones aprendidas tras brote de ébola?

 

La declaratoria de una "emergencia sanitaria internacional" por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hacer frente a la rápida propagación del virus del Zika en Latinoamérica y los casos aislados que se han confirmado en otros continentes, ponen de presente que el mundo se enfrenta a una situación que si bien no es crítica ni tampoco se está al borde de una pandemia, sí es delicada y obliga a toda la comunidad internacional a tomar medidas urgentes.

 

Los propios protocolos de la OMS sostienen que esta clase de emergencias sólo se declaran cuando ocurre una situación "grave, repentina o inesperada” que constituye un riesgo para la salud pública en otros Estados a causa del riesgo de propagación internacional de una enfermedad y que ya sea por el número de casos, riesgos de contagio masivo, la gravedad de sus síntomas, la complejidad del tratamiento, la ausencia de vacunas o los cuadros clínicos asociados a su padecimiento, obligan a una acción global sanitaria para contener o amortiguar sus efectos. Y si aun así faltara un argumento más para poner de presente la complejidad de esta coyuntura, baste con señalar que esta clase de emergencias sólo se han declarado en cuatro ocasiones en la historia de la OMS, precisamente por picos de enfermedades y virus como la gripe H1N1, la poliomielitis y el ébola.

 

El problema, como se dijo, no es menor ni desestimable. En Brasil ya se contabilizan más de 1,5 millones de casos, mientras que en Colombia se superan los 20 mil, pero el Ministerio de Salud no descarta que al final del año puedan llegar a más de medio millón. A nivel continental los pronósticos son más preocupantes, al punto que la Organización Panamericana de la Salud calcula que antes de diciembre se podrían confirmar más de cuatro millones de contagios.

 

Si bien es cierto que el Zika no es un virus nuevo, al punto que fue descubierto en una selva de Uganda hace casi 70 años, la comunidad científica a nivel global ha encendido las alarmas debido a que no hay una vacuna probada para combatirlo. Aunque en las últimas semanas varias multinacionales farmacéuticas se lanzaron a una carrera contrarreloj para tratar de desarrollarla, es claro que ese no será un proceso automático y que las pruebas experimentales y ensayos sobre su grado de efectividad o posibles efectos secundarios tardarán varios meses. Esto implica, entonces, que el brote epidémico no será frenado mediante una campaña masiva de vacunación y que las redes hospitalarias a nivel mundial deben activarse para atender una ola de contagiados significativa.

 

Los síntomas del Zika no son particularmente graves y pueden ser tratados ambulatoriamente, salvo en casos extremos o cuando el paciente presenta un cuadro clínico complejo derivado de otras dolencias o enfermedades antecedentes. Sin embargo, como la OMS ya advirtió de posible relación con un creciente número de casos de microcefalia en neonatos o de desórdenes neurológicos y del sistema inmunológico asociados al síndrome de Guillain-Barre, se entiende por qué este brote epidémico se declaró “emergencia sanitaria” de índole global. A ello debe sumarse que ayer en Estados Unidos se anunció el que podría ser el primer caso de transmisión del virus por la vía sexual, lo que, si llega a comprobarse con toda la rigurosidad científica, es claro que elevaría el grado de preocupación sobre sus alcances.

 

Por lo pronto los protocolos de acción y reacción a nivel nacional deben activarse al más alto nivel. Las campañas de fumigación para evitar el crecimiento del vector de contagio, que es el mosquito Aedes Aegypti, que también es responsable de transmitir otras enfermedades como el dengue o el Chikunguña, deben redoblarse sin distraerse en trámites presupuestales ni burocráticos. Igual debe ocurrir con la masificación de las campañas de prevención para la ciudadanía, sobre todo cuando viven o viajan en climas cálidos.  Ya en algunos países se declaró la alerta amarilla en todo el sistema de salud, en tanto que empezó a generalizarse la recomendación a las parejas para que, en lo posible, aplacen quedar embarazadas hasta que el pico epidémico desaparezca.

 

El mundo, pues, está llamado a no incurrir en los mismos errores advertidos con el brote de ébola el 2014 en África, que al final causó más de 13 mil muertes sobre un total de casi 30 mil casos registrados, casi todos en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Pese a ser una enfermedad descubierta hace muchas décadas no tenía vacuna desarrollada ni campañas de prevención fuertes, sobre todo en países pobres y con mayor riesgo de brotes. La comunidad internacional hizo un mea culpa al respecto y prometió que no volvería a descuidarse ¿Falló?