Esto es América | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Diciembre de 2018

 

Cada nuevo atardecer

El cielo empieza a arder y escucha el viento

Que me trae con su canción

Una queja de amor como un lamento

Queja y lamento los que quiero desahogar.  En mi época de infancia los anhelados regalos del 24 de diciembre los traía el Niño Dios. Yo vine a saber que en realidad eran mis padres los proveedores de los presentes, como a la edad de  los siete años cuando un primito “sapo” asesinó de un solo golpe mis inocentes creencias, contándome con todo detalle donde estaban guardados los regalos y cómo en la noche, los impostores de mis tíos y primos mayores, cual gavilla colocarían en  un improvisado lugar una montaña de relucientes paquetes para los hijos pequeños de toda la parentela.

Algún tiempo  después, en un supuesto grito o moda libertaria, desde muy apartadas latitudes les impusieron a las nuevas generaciones la idea que el gran benefactor es un Gordito simpático, de barba blanca y cachetes rojos, llamado Santa Claus.

El modelo no pudo ser más exitoso. De la austeridad de antaño pasamos a la ostentación y sofisticación navideña más asombrosa. Y de contera se convirtió en la imposición de un modelo cultural sólo comparable al que ha hecho Hollywood con el cine en todo el planeta

A quienes ya pasamos la barrera de los 50 años no deja de sorprendernos esa transformación.

A mi particularmente me resulta muy gracioso ver cómo en estos países tropicales queremos imitar los usos y costumbres de los países nórdicos. Basta visitar cualquiera de los centros comerciales de nuestras ciudades para ver los ingentes esfuerzos y las grandes inversiones económicas para tratar de convertir espacios en paraísos de invierno, en donde la exótica nieve recrea unos escenarios, que, aunque bellos, no reflejan la realidad que nos rodea y que nos es propia.

Más cómico resulta ver a unos “pobres gorditos” enfundarse de los pies a la cabeza, en unos pesados y calurosos vestidos rojos, y así permanecer impávidos ante las inclementes temperaturas nuestras, posando durante horas para la foto del recuerdo, cargando los cuerpecitos de miles de niños que hacen larguísimas filas llenos de emoción de estar por fin, frente a frente con Santa.  Esos actores, intérpretes sólo de temporada navideña, son otras de las víctimas que debieran ser incluidas en el proceso de paz, como víctimas del conflicto cultural.

Donde no se si llorar o reír es con la presencia de los renos. ¡Por Dios!  Se imaginan ……. Renos en Honda… en Neiva… en Barranquilla…. Ahí si no brincan los defensores  de los animales.  ¿Y qué  tal los nombres?  ¡Rudolf! al único que conozco con ese nombre casi acaba con el campo en el gobierno de Gaviria, decretando la apertura económica sin ninguna protección para nuestros productos.  Mejor dejemos así.

Donde el fuego se hace amor

El rio es hablador y el monte es selva

Hoy encontré un lugar para los dos

En esta nueva tierra

Por mi parte, prefiero no pelear ni con mis amigos ni con mi familia, tampoco ser aguafiestas, y decidí ser tolerante con el gusto de los demás. Pero a los señores de los países nórdicos les envío desde aquí mi cartica de navidad, que estoy seguro no leerán pues la envío con Santa y  además la transporta Rudolf, el Reno, no el ministro. Bueno, da lo mismo.

Les digo cómo desde estas tierras, respetamos y hasta imitamos malamente sus frías costumbres. Y les pediría que desde sus gélidas torres dejen de financiar campañas para prohibir que en estos lugares “donde brilla el tibio sol, con un nuevo fulgor dorando las arenas”, se realicen festejos con gallos, toros, caballos, los cuales si hacen parte de nuestro patrimonio cultural.

Me declaro en tregua navideña, aunque en permanente resistencia prefiero llamar al gordo ese con un nombre más bonito, más sonoro: Papá Noel.

El perfume de una flor.

El ritmo de un tambor en las praderas.

Danzas de guerra y paz.

De un pueblo que aún no ha roto sus cadenas.

América  América.

Dejemos para los europeos lo que es de Europa, y para los americanos lo que es nuestro. Así lo cantó el inmortal Nino Bravo.