LA protección y restauración de las áreas naturales de América Latina, que alberga 50 % de la biodiversidad del planeta y más de una cuarta parte de sus bosques, podría ayudar a la región a lograr una recuperación “verde” tras la pandemia y a cumplir los objetivos de conservación de la biodiversidad. Esto podría incluso crear miles de empleos en sectores económicos clave como la agricultura.
La crisis económica derivada del covid-19 ha dejado a los países latinoamericanos en dificultades. Muchos de ellos también tienen altos niveles de deuda. El producto interno bruto (PIB) de la región cayó 7,7 % en 2020 y no se espera que vuelva a los niveles anteriores a la pandemia hasta 2024, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas.
Se ha instado a los países a aprovechar la crisis como una oportunidad para iniciar una recuperación ecológica. Esto significa no sólo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también preservar el capital natural del que América Latina depende para su crecimiento económico. Se calcula que unos 64 millones de empleos en la región dependen directamente de los servicios de los ecosistemas.
“En lugar de una compensación, la interdependencia entre el bienestar económico y la naturaleza puede presentar una enorme oportunidad. Existe una serie de soluciones basadas en la naturaleza que pueden ayudar a abordar la crisis de la naturaleza”, dijo Manuel Pulgar Vidal, líder global de clima y energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). “Esto incluye la restauración de bosques, la práctica de la agroecología o incluso la plantación de bosques urbanos”, añadió.
Sin embargo, esto ha demostrado ser un reto para América Latina. Un análisis preliminar de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mostró que los países latinoamericanos han gastado hasta ahora 318 000 millones de dólares en paquetes de recuperación de la crisis, de los cuales solo 2,2 % se destinó a las llamadas iniciativas “verdes”, como la energía limpia y el transporte público eléctrico.
Una potencia
América Latina alberga tres de los cinco países con mayor cantidad de aves, anfibios, mamíferos, reptiles, peces y plantas. Sólo la cuenca del Amazonas es la cuna de 10 % de la biodiversidad mundial. Estas son sólo las especies conocidas. Desde las praderas de Uruguay hasta el arrecife de coral mesoamericano, la región es de vital importancia para la biodiversidad mundial.
Lamentablemente, se ha producido una rápida disminución de las especies, en parte a partir de la pérdida de hábitat y la expansión e intensificación de la agricultura. Al mismo tiempo, la gran dependencia de los recursos naturales para obtener ingresos de exportación también provoca la eliminación de la vegetación y la contaminación del agua y el suelo.
Es un momento crítico para América Latina. La región puede pasar a una relación diferente con la naturaleza, estableciendo economías verdes y azules basadas en el capital natural.
La pérdida de biodiversidad en América Latina ha sido mucho más importante que en cualquier otra región, con una disminución media de las poblaciones de vertebrados de 94 % entre 1970 y 2016, según el Informe Planeta Vivo 2020 del WWF. La mitad de este descenso está relacionado con el cambio de uso de la tierra, incluida la degradación del suelo y la pérdida de hábitat.
Jeannette Sánchez, jefa de la división de recursos naturales de la Cepal, dijo que la pandemia ha empeorado aún más la situación, ya que los gobiernos están gastando menos en la protección del ambiente para obtener la mayor cantidad posible de ingresos de sus recursos naturales. Pero esto no tiene por qué ser la norma y pide que se reimagine la relación con la biodiversidad.
“Hay muchos ejemplos en toda América Latina de cómo se pueden utilizar los recursos naturales de forma sostenible a la vez que se genera más empleo, como ocurre con las áreas marinas protegidas. Pero todavía son de pequeña escala y deberían ampliarse más. Se necesita un compromiso político y una visión a largo plazo para que esto ocurra”, añadió.
Los sectores de “agricultura y ganadería” y “procesamiento de alimentos, bebidas y tabaco” son los que cuentan con un mayor número de trabajadores que dependen de los servicios de los ecosistemas en la región, con más de 40 y 10 millones de trabajadores, respectivamente. Otros sectores que dependen del llamado capital natural son el textil, el químico, el papelero y el turístico.
Sin embargo, las cifras podrían ser mucho mayores. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del año pasado concluyó que la agricultura basada en plantas podría emplear a 19 millones más de trabajadores a tiempo completo para 2030. Otros 60 000 empleos se crearían en el sector forestal.
Ana Sánchez, especialista en empleos verdes para América Latina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dijo que la región podría crear nuevos puestos de trabajo al tiempo que protege su capital natural mediante la restauración de los ecosistemas, la agroecología y la infraestructura verde. Pero para ello es necesario que los gobiernos dejen de hacer las cosas como siempre, añadió.
“Tienen que reconocer que muchos de los empleos en América Latina dependen actualmente de la naturaleza. Esto ayudaría a impulsar las políticas en la dirección correcta”, dijo Sánchez. “Hay muchos lugares en la región donde la minería o los combustibles fósiles son las únicas industrias que crean empleo. Y esto no debería ser necesariamente así”, añadió.
Soluciones basadas en la naturaleza
Los gobiernos latinoamericanos tienen ahora la oportunidad de diseñar paquetes de estímulo que simultáneamente apoyen a la naturaleza, creen empleo y aumenten la resiliencia económica y climática integrando soluciones basadas en la naturaleza.
“Es un momento crítico para América Latina. La región puede pasar a una relación diferente con la naturaleza, estableciendo economías verdes y azules basadas en el capital natural”, dijo Juan Bello, asesor sobre ecosistemas saludables del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). “Los gobiernos tienen que valorar la biodiversidad como fuente de bienestar”, planteó.
Un informe elaborado el año pasado por la OIT y el WWF sostenía que el mayor potencial de creación de empleo reside en las inversiones en capital natural realizadas por los gobiernos, tanto en entornos rurales como urbanos. Destacó la restauración de los ecosistemas interiores y costeros, la agrosilvicultura, la gestión comunitaria de los ecosistemas y más reservas marinas, así como la agricultura urbana sostenible.
América Latina ya ha avanzado en la integración de la biodiversidad en las políticas y la planificación pública. Según datos del Banco Mundial, con 23 %, la región ya cuenta con un porcentaje de tierras protegidas mayor que la media mundial, que es del14,7 %. También se han logrado avances significativos en las zonas marinas.
Países como México y Costa Rica han sido también de los primeros del mundo en aplicar el pago por servicios ambientales (PSA), una herramienta de mercado que proporciona incentivos económicos a los proveedores de servicios ecosistémicos. Puede apoyar las iniciativas de conservación de los bosques como alternativa a las áreas protegidas.
“El liderazgo de América Latina en la restauración e integración de la biodiversidad es esencial”, dijo Susan Gardner, directora de la división de ecosistemas del Pnuma. “La región tiene que aspirar a una recuperación verde mediante un uso sostenible de su biodiversidad y la restauración de sus ecosistemas degradados”, puntualizó./