CON MÁS de diez puntos de ventaja en todas las encuestas, los conservadores aupados en la férrea alianza histórica CDU (Unión Demócrata Cristiana) y CSU (Unión Social Cristiana de Baviera) se aprestan a volver a gobernar Alemania, tras la debacle del gobierno de coalición del socialdemócrata Olaf Scholz.
Con un gobierno minoritario tras la implosión que provocó con la destitución como ministro de Finanzas, del líder de la formación liberal FDP, Christian Lindner, el canciller Scholz planteó ganar tiempo sometiéndose a un voto de confianza del Bundestang (Cámara baja) el 15 de enero, lo que lo llevaría a convocar elecciones en marzo. Sin embargo, la insistencia de los conservadores de que anticipara las legislativas para implementar las medidas económicas que el país requiere con urgencia forzó al mandatario alemán a dejar esa decisión en manos de las bancadas parlamentarias.
Fue así como los representantes de los principales partidos pactaron, en reunión con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, que las parlamentarias se celebren el 23 de febrero (siete meses antes de las fijadas en el calendario electoral). Según este nuevo plan, la moción de confianza, en la que insiste Scholz más como un termómetro político que para legitimar su gobierno minoritario, se votará el 16 de diciembre. Y la perderá al no ser mayoría, pero no afectará el cronograma pactado.
La brutal ruptura de la coalición tripartita (Socialdemócratas, SPF; Liberales, FDP y Verdes), que dirigió el país desde 2021, se gestó por los grandes desacuerdos sobre política económica sostuvieron entre Scholz y Lindner, sumiendo a Alemania en una situación inédita, ya que las rupturas de coaliciones no son comunes en ésta, la mayor economía de la Unión Europea y la tercera del mundo.
El primero es partidario de reactivar la economía del gasto, mientras que el ahora exministro insistió en que los recortes y una estricta disciplina presupuestaria debía ser el camino a seguir.
En medio de esta crisis política, quedó en el limbo el presupuesto para el 2025 que debía presentarse y aprobarse este mes. Y así lo admitió el ministro de Finanzas, Joerg Kukies, quien sostuvo que es poco probable que se vote antes de las legislativas, es decir hasta finales de febrero.
Friedrich Merz es el líder de los conservadores y se da por descontado sea canciller, aunque la gran incógnita es con quién formará gobierno.
Alemania tiene un sistema parlamentario y la mayoría se logra con 369. De allí que si bien los dos grandes partidos el conservador (CDU/CSU) y el socialdemócrata (SPD) son los más votados no alcanzan la mayoría parlamentaria por lo que necesitan coalición para gobernar.
En la elección pasada, los socialdemócratas liderados por Scholz lograron una ajustada victoria (25.7% frente a 24.6% de los conservadores), con 206 escaños. Se hicieron al poder por el acuerdo programático con liberales y ecologistas, sumando así otras 200 curules. Los conservadores si bien tenían el mismo chance de optar por un gobierno era más inviable ante la marcada diferencia de agenda que tienen con la extrema derecha (AfD) y los minoritarios izquierdistas BSW y Linke.
Indiscutible favoritismo
Desde meses atrás, cuando comenzó a figurarse la actual coalición gobernante y ante las crecientes preocupaciones ciudadanas por la economía, la grave crisis industrial y la creciente desconfianza de los inversionistas, los electores comenzaron a apoyar una posible alternancia de poder.
Las mediciones sobre intención de voto comenzaron a reflejar un mayoritario respaldo a los conservadores, el que con el paso de los días ha aumentado, tomando gran ventaja frente al segundo, que en esta ocasión sería la extrema derecha AfD.
Dos encuestas realizadas en la última semana indican que la intención de voto por CDU/CSU se ubica entre el 32% y el 33%, mientras que los socialdemócratas se desploman al 15%.
El sondeo realizado por INSA para el diario Bild, publicada este domingo otorga a los conservadores 32% de apoyo electoral, seguido por la extrema derecha AfD (19%), el centroizquierdista SPD con 15%, Verdes (10%), el izquierdista BSW con 7% y tres puntos porcentuales más abajo se encasillan los liberales (centroderecha) y Die Linke (izquierda).
Dos días antes, la encuesta de Ipsos, realizada los dos primeros días de este mes, muestra a los conservadores liderando con el mismo porcentaje de la arriba mencionada, mientras que a AfD le otorga un 18% en intención de voto. SPD obtiene el mismo porcentaje, los Verdes y BSW un punto porcentual -respectivamente- más que la referida, mientras que Die Linke, los Liberales (FDP) y los Freie Wähler rondan entre el 3% y el 5%.
De confirmarse en las legislativas del 23 de febrero estas encuestas, el jefe de los conservadores, Friedrich Merz, otrora rival de la mujer que marcó la política alemana y europea, Ángela Merkel, se acerca a su sueño de acceder al poder. Pero formar una coalición para gobernar se vislumbra difícil, ya que los conservadores excluyen cualquier alianza con la extrema derecha Alternativa para Alemania.
Friedrich Merz será "el próximo canciller, es casi seguro", estimó Christian Lindner, el jefe delos liberales en Berlín. La única incógnita es saber con quién gobernará, agregó.
Por su parte, el saliente canciller Scholz, pese a su impopularidad, liderará la campaña de su partido, al que las encuestas vaticinan una caída electoral de al menos diez puntos porcentuales respecto a las elecciones de septiembre del 2021.
Ante esta adelantada carrera por el poder alemán, AfD anticipó para enero su congreso nacional, aunque sin definir aún fecha y ubicación exacta. Este partido de extrema derecha, liderado por Alice Weidel, aspira a capitalizar a nivel nacional los avances que ya ha logrado en el ámbito regional. Las encuestas le conceden una intención de voto del 18%, ocho puntos más que los sufragios obtenidos en la pasada elección.
Merz, a sus 69 años, y líder de la alianza conservadora desde 2022, luego de tres intentos fallidos, está a las puertas de devolver el partido al mando alemán, con una proyectada contundente victoria. La coalición para gobernar exigirá un delicado trabajo de filigrana política y fuerte negociación. De allí que los diálogos con otros líderes estén por iniciarse.