La clara voluntad de trabajar, con empeño y transparencia, por construir un mejor Perú del presidente Pedro Castillo han chocado en sus primeros 100 días de mandato con una férrea oposición no sólo de sus rivales de derecha sino de su propio partido lo que ha fragilizado la coalición que lo apoya y ha imposibilitado el arranque en firme de su gobierno.
Por su inexperiencia política el maestro rural devenido a jefe de Estado ha lidiado en estos tres meses y medio no solo con la insatisfacción de sus aliados de Perú Libre, sino con crasos errores desde que tomó posesión, especialmente la designación de sus colaboradores.
El mismo día que juró como “el primer presidente pobre” de Perú, tal cual lo admite dando la razón a varios analistas, designó en línea con su mentor y secretario general del partido Víctor Cerrón, a un gabinete con cuatro ministros cuestionados bien por sus presuntos nexos con guerrilleros (terroristas) o investigados por corrupción.
Insostenible no sólo por el alud de cuestionamientos opositores sino por declaraciones extremas y fuera de lugar de los mismos funcionarios cayó antes de que el Congreso debatiera sobre el voto de confianza que, por ley, se exige. Forzado por las circunstancias remodeló casi la totalidad del gabinete (cambió siete ministros) designando a la cabeza a la moderada Mirtha Vásquez. Y ahí fue Troya para el hombre que el mundo identifica no sólo por su procedencia sino por su sombrero, ya que tanto su mentor como los más radicales de Perú Libre le anticiparon su voto negativo para el nuevo equipo.
Sin embargo, lo sometió a consideración de la confianza del Congreso, que no votó en un primer debate. En el interregno tuvo que enfrentar otras dos eventualidades políticas: el inesperado cambio de canciller y la más reciente, la forzada dimisión de su ministro del Interior, Luis Barranzuela, por haber realizado una fiesta en su residencia infringiendo la prohibición que opera para prevenir contagios de covid-19. En reemplazo de este último designó al exfiscal Avelino Guillén.
Con el equipo de nuevo completo, el Congreso peruano, dominado por la oposición de derecha, votó este jueves la moción de confianza al gabinete, que fue aprobada con el visto bueno, también impensable, de 19 congresistas de Perú Libre, rompiendo el acuerdo previo.
"Reconocemos la existencia de dos posturas dentro de la bancada desde el inicio del Gobierno (de Pedro Castillo), tenemos muchas coincidencias, pero también muchas discrepancias, como en esta ocasión", indicó el partido gobernante en un comunicado difundido por redes sociales.
Sin embargo, sostuvo que demostró "claridad en el debate", votó "disciplinadamente" y "conforme al acuerdo de su asamblea nacional", que el 14 de octubre determinó que se negaría a dar la confianza al Consejo de Ministros, para "expresar su rechazo profundo a los partidos que, habiendo sido derrotados en las elecciones, están gobernando en Palacio de la mano de las ONG, siendo su 'modus vivendi' en las cinco últimas administraciones presidenciales".
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En otro acápite asegura que "Perú Libre jamás pasó a la oposición", ha subrayado también el partido, para defender que "sigue manteniéndose al lado del pueblo, luchando indesmayablemente por la Asamblea Constituyente, la renegociación de los contratos lesivos del Estado y la recuperación de la administración de los recursos naturales".
Y, no desaprovechó para lanzar fuertes dardos contra el considerado figura estrella del gabinete, el ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, cuya designación logró calmar los mercados tanto nacionales como internacionales, al igual que contra el director del Banco Emisor, procedente del anterior gobierno y a quien el propio Castillo le pidió continuar.
“La economía peruana "sigue al servicio de los ricos, de los amos del monopolio, de las multinacionales…Francke no tiene el mínimo interés en alejarse del sistema neoliberal", señala Perú Libre en el comunicado en el que también agrega que “el Banco Central de Reserva de Perú sigue en manos de quienes acentuaron la independencia extranjera del país, razón del por qué estos sectores no son blanco de los medios de comunicación parcializados de los órganos de justicia”.
Tras el voto de confianza al gabinete quedó en evidencia que la bancada de Perú Libre se fracturó en dos, ya que tiene con 37 parlamentarios y el 50% de ellos apoyaron dicha moción. Pese a ello en el comunicado aseguran que ello no supone que “no sigan tomando decisiones en bloque mayoritario o unánime" y en un intento por calmar las suspicacias políticas ratifican que están en contra de “todo intento de vacancia presidencial, cierre del Congreso o golpe parlamentario".
Negativo balance
Ante estos hechos políticos y la casi nula gestión, a excepción de la lucha contra el coronavirus, ciudadanos y analistas consideran negativo el balance de estos primeros días de Castillo.
Para el analista Hugo Otero, “el presidente exhibe avances en la vacunación contra el covid-19, pero su supuesta falta de liderazgo para tomar decisiones frena la acción del gobierno mientras el país busca dejar atrás la pandemia y los roces de la polarizada campaña electoral que lo llevó a asumir el poder el 28 de julio”.
"Los primeros 100 días han sido decepcionantes porque ha quedado claro para una mayoría que el presidente no da la talla para el cargo y tiene problemas para comprender la dimensión del triunfo electoral", sostuvo por su parte el analista político Augusto Álvarez Rodrich y columnista del diario centroizquierdista La República.
Agregó que "hay un tema de impericia muy grande en sus declaraciones, en su enfoque conceptual de cómo encarar políticas públicas".
Pero tanto expertos como personas del común eran conscientes de que este maestro rural de Cajamarca, devenido a Presidente gracias a que canalizó un voto protesta contra los partidos dominantes, salpicados por la corrupción, de que éste no la tendría fácil y máxime por no contar con un Congreso mayoritario. Crecen las amenazas veladas de destituirlo, pero tal vez el solo recuerdo del choque entre el Legislativo y Ejecutivo que llevó a Perú a tener cinco presidentes desde 2018, frenan cualquier intención en tal sentido.
Por ello es más probable que ya con un gabinete aprobado y liderado por una moderada se de un compás de espera para que Castillo inicie en firme su gobierno y evidencie gestión.
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Constituyente y economía
En el plano político, su promesa de una Asamblea Constituyente ha copado el escenario.
"Estamos ante un gobierno de coalición de izquierda, sin personalismos, donde hay más actores desde partidos pequeños, movimientos regionales, sindicatos", destaca el politólogo Carlos Meléndez al definir la gestión y los problemas de Castillo.
"Es un socialismo más del siglo XX que del siglo XXI. El norte común es la Asamblea Constituyente a pesar de las discrepancias internas por la velocidad", añade Meléndez, al aludir a una de las banderas que llevó a Castillo al poder.
La promesa de una Constituyente a través de un plebiscito es un dolor de cabeza para la derecha, que acusa a Castillo de querer imitar a Venezuela.
"El partido oficialista está haciendo campaña a favor de una Constituyente y siguen copando organismos importantes, lo que nos llevará más cerca del chavismo", señaló por su parte el analista Fernando Rospigliosi, exasesor de Keiko Fujimori, la candidata de derecha derrotada por Castillo en el balotaje de junio.
A los problemas políticos y de liderazgo se suman los de la economía, que se contrajo 11,12% en 2020 por la pandemia tras dos décadas de crecimiento sostenido. El país cayó en una recesión de la cual emergió en junio pasado. Sin embargo, la llegada al poder del izquierdista paralizó la inversión y erosionó la confianza de los empresarios, a la espera de señales claras. La moneda peruana, el sol, se devaluó más del 12% desde junio.
No tan popular como cuando se alzó con el triunfo, Castillo quiere cumplir pronto algunas de sus promesas: renegociar los contratos de Camisea, el mayor yacimiento de gas natural del país, y convocar a una Asamblea Constituyente para reemplazar la Constitución promulgada por Alberto Fujimori. ¿Podrá?