El “claroscuro” de los 100 días de López Obrador | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 10 de Marzo de 2019
Pablo Uribe Ruan
Es el Presidente más popular de los últimos 70 años. A tres meses y algo más de haber asumido el poder, cuenta con casi el 80% de favorabilidad por la promoción de consultas populares, su cercanía con el ciudadano y la forma de hacer política. Pero algunos advierten sobre su exceso de personalismo, que puede llevar a un detrimento del Estado de Derecho en México. }

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TODOS LOS DÍAS, desde el despacho de la presidencia, Manuel López Obrador (AMLO) se presenta un poco después de las 6 de la mañana para comunicarle a los medios su agenda del día. Es un rito que cumple sin falta, para marcar la agenda noticiosa con su alocución “Matutina”, como la llaman en México. A dedo, va despachando a los periodistas: tú, y tú, ahora el otro.

El Presidente de México ha cumplido 100 días en el poder y no se han quebrado las instituciones. Lo que sí ha quedado claro es su especial forma de hacer política, priorizando el personalismo, su imagen, para llevar a cabo la “Cuarta Transformación”, como ha definido a su plan de gobierno. Busca -lo ha dicho- ponerse a la altura de varios reformadores histórico de ese país.

Por eso en las ceremonias oficiales siempre lo acompañan los cuadros de Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y Francisco Madero, presidentes reformistas. En efecto, una muestra de que “ningún otro Presidente mexicano” ha postulado “su lugar en la historia antes de que la propia historia dictara su veredicto”, explica el intelectual Enrique Krauze, en Letras Libres.

 

“Claroscuros”

No es una sorpresa que el rasgo central de los primeros tres meses de López haya sido el personalismo. Para marcar diferencia, ha tenido que tomar distancia de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, a los que ha acusado de ser cómplices de la “injusticia social” en México, por haber gobernado para los intereses de sectores poderosos, no del pueblo.

Armando Regil, analista político y líder del centro de pensamiento en México IPEA, le dice a EL NUEVO SIGLO que el personalismo de López Obrador ha sido evidente desde la campaña. “Empezó a romper esa sensación de ser progresista desde la transición. Particularmente desde que asumió el poder, lo que ha hecho una y otra vez es imponerse a partir de su conferencia todos los días frente a los medios de comunicación”.

La poca credibilidad que tiene el Mandatario de México en la funcionalidad de las instituciones y los procesos que las gobiernan ha quedado en evidencia. Ha reducido la burocracia estatal, no solo por un temas de costos, sino porque cree firmemente en que son ineficientes. Para ello, ha dicho que él mismo tomará las decisiones desde el Ejecutivo, lo que ya empieza a asustar a algunos por la falta de división de poderes.

Eso no quiere decir que López se pueda definir como un gobernante que viola el estado de derecho, base del republicanismo mexicano. Calificarlo así sería injusto, ya que nadie en tres meses es capaz de modificar un Estado –sobre todo el mexicano que es tan grande- y ponerlo a su imagen y semejanza.

Es, por eso, mejor plantear que sus primeros 100 días han estado marcados por “claroscuros”, un término que ha usado el periódico de izquierda, La Jornada, para calificar su gestión, porque -dice-  ha tenido “críticas de organizaciones de la sociedad civil, la ampliación de los delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa o la violación de la ley para concretar proyectos que atentan contra el medio ambiente; pero al mismo tiempo hay elementos positivos, sobre todo en combate a la impunidad y el reconocimiento de la crisis que el país enfrenta en la materia”.

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Mayorías, como Lázaro

Dicen que si López no hubiera sido político, se hubiera dedicado a escribir historia. Cuando ha estado por fuera del proselitismo, ha lanzado varios libros con un componente historiográfico importante, sobre todo de Tabasco, su región natal.

En la narrativa histórica que defiende, el Presidente ve a México como un país de villanos, como Salinas, promotor del neoliberalismo, y héroes, todos aquellos que están plasmados en los cuadros que salen detrás de sus alocuciones presidenciales. “Quien, como López Obrador, politiza la historia, subordina el interés general de conocimiento a sus intereses políticos particulares”, ha advertido Krauze.

La dicotomía entre un país de buenos y uno de malos, de “charios” y “fifís”,  ha llevado a que López se convierta en un fenómeno político de masas. Hoy entre un 78% y un 83% (depende de la encuesta) respaldan su gestión, una popularidad que no se veía desde los tiempos Cárdenas, aquel al que intenta adular.

En su clave histórica, Lázaro Cárdenas representó lo que él busca ser ahora: un transformador que se opuso a las viejas élites; esta vez, las del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Muy claro lo ha dicho en libros como Neoporfirismo. Hoy como ayer, obra que sintetiza la idea de que Madero acabó con el gobierno de Porfirio Díaz y él, ya en el poder, intenta hacerlo con la versión del Siglo XX y de finales del Siglo XXI del mismo, los gobernantes de las élites.

Facultado por mayorías absolutas, tanto a nivel legislativo (su partido es, de lejos, la mayor colectividad) como por el voto popular, López ve un escenario de suma comodidad para imponer un modelo de gobierno distinto, que para algunos significa un desafío al estado de derecho. Eso ha quedado claro en una serie de consultas populares para aprobar o no construcciones y renovaciones de infraestructura y transporte, que finalmente han sido suspendidas por el voto de los ciudadanos.

Mayoritario en las tres ramas del poder, el mayor reto de López es manejar ese basto control que tiene. “La falta de oposición y de contrapesos hace que mucha gente se sienta temerosa”, dice a EL NUEVO SIGLO el analista Regil.

Contras

Los corazones de algunos sectores progresistas han sido golpeados por la creación de la Guardia Civil Nacional, una iniciativa de López para combatir la criminalidad de un país que tuvo 34.000 homicidios en 2018, el peor registro de su historia.

Del “abrazos no balazos” de la campaña, el Presidente ha pasado al fortalecimiento de una institución cívico-militar que sirva para enfrentar el crimen organizado, cuyo negocio central es el narcotráfico.

Según el portal especializado en las fuerzas militares EstadoMayor.mx, la Guardia contará con 85 batallones que reunirán por ahora 50 mil efectivos. Sin embargo, el secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, quien presuntamente estuvo en Colombia hace dos meses para conocer un poco más sobre los modelos de justicia transicional, “se espera contar con 80 mil efecto para final del año”.

Con una aprobación avasalladora del Congreso, López no ha tenido que dar explicaciones acerca de los motivos por los cuales creó esta fuerza cuya tarea es la prestación de servicios como fuerza policial. Eso ha desencantado a algunos sectores que lo critican de seguir con el enfoque de  la “guerra contra el narcotráfico” declarada por Felipe Calderón en 2006.

La creación de la Guardia, sin embargo, no ha sido el único tema polémico en estos tres meses. La cancelación de tres construcciones, nuevo aeropuerto de ciudad de México, Tren Maya y termoeléctrica en Huexca, han hecho que algunos insistan que López no respeta las decisiones tomadas conforme a derecho en la anterior administración. Él dice que la suspensión de estos proyectos fue tomada luego de una serie de consultas populares que arrojaron tal resultado.

En ese sentido la oposición le ha cuestionado al Presidente una serie de compras sin licitación previa, y sin consulta, que denotan que en algunos temas sí emplea todo tipo de formas democráticas para legitimar sus decisiones y en otras no.

Otro de los problemas que ha enfrentado su gobierno es la desconfianza de los inversionistas a raíz de un dictamen de Standard & Poors que señala que el plan financiero del gobierno de López Obrador para restaurar los fundamentos crediticios de la empresa “es insuficiente respecto de las necesidades multianuales de inversión de capital”.

A ellos se suma lo que el profesor de Economía de la Unam (Universidad Autónoma de México), Arturo Huerta Gonzáles, le contó a Carmen Aristegui sobre una “posible recesión si el gobierno no actúa de inmediato”.

En frente de problemas económicos y de seguridad, López ya ha casado una primera pelea con un diario, Reforma, al que ha tachado de “prensa fifí y conservadora”, por publicar artículos en contra de su gobierno. El viernes reiteró que  “no es cierto, es una falsedad, por entero, por completo. No lo hacemos con nadie, quién sabe qué motivaciones tuvieron para hacer esta escena, pero se me hizo un despropósito”.

Pros

El hombre más popular de la historia reciente de México mantiene unos índices de favorabilidad altísimo. Esto se debe a al menos 30 medidas importantes que han servido para darle forma a su gobierno, dice el columnista de El Universal,  Hernán Gómez.

Algunas de ellas han sido la guerra contra el “huachicol” (combustible robado), la subida de las pensiones para adultos mayores, el aumento del salario mínimo en dos dígitos y un modelo político mucho más cercano al ciudadano de a pie, que se aleja de la poca cercanía con el pueblo de los presidentes que han gobernado México.

“Toda la agenda que teníamos la hemos ido cumpliendo, paso a pasito, poco a poco, construyendo consensos; no somos una mayoría como la que había antes, que aplastaba, que no discutía, que atropellaba, nosotros escuchamos todas las voces, tenemos ya la práctica del parlamento abierto”, ha dicho el líder del partido de gobierno, Morena, Mario Delgado. En ese sentido, explica que “en estos 100 días, el Presidente ha impreso ya su huella en este país de que tenemos que erradicar la corrupción y tenemos que pacificar a México”.

López ha dejado claro que será un presidente que ejecuta. No le gustan los debates de orden procedimental y legal, que, dice, impiden que se haga política para el pueblo. Aún es incierto cómo enfrentará la lucha contra la corrupción de la que hizo tanto énfasis a lo largo de la campaña. Por ahora, ha reducido los sueldos de los altos funcionarios y la pensión vitalicia de los ex presidentes. También ha bajado el gasto corriente y ha bajado la inflación.

Aún no es momento para sacar conclusiones de su gobierno. Lo que sí se puede decir es que López cuenta con un enorme poder pocas veces visto en la historia republicana de México, que puede servir para avanzar en su deseo de reformar el país o conllevar al pecaminoso camino del caudillismo.