Desde una óptica devastadora para algunas fuerzas políticas, los resultados de la recién pasada elección al Parlamento Europeo (PE), fueron un suceso tan dantesco como real. Como se sabe, del 6 al 9 de junio de 2024, se llevaron a cabo los comicios que han buscado renovar el parlamento del Viejo Continente.
La finalidad consistió en elegir 720 representantes que conforman ese cuerpo colegiado en lo que es el mayor proyecto en cuanto a extensión, alcance y cobertura, de integración económica y socio-política en el mundo; esfuerzos que cuentan con una perspectiva estratégica enunciada en el histórico discurso de Robert Schuman (1886-1963) -ministro de Exteriores de Francia- el 9 de mayo de 1950.
En particular para los partidos de izquierda, la situación puede ser tan angustiante como ciertamente indeseable. Entre los principales resultados es posible destacar que, en primer lugar, el Partido Popular Europeo (PPE) de centro derecha continúa siendo el mayor colectivo en el PE llegando no sólo a retener sus escaños sino a aumentarlos, llegando a la cifra parcial de 190 escaños. Esto le confiere una posición determinante en la toma de decisiones en la Unión Europea.
En segundo lugar, aparecen los partidos aglutinados en la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), quienes ahora cuentan con 136 puestos en el parlamento. Luego aparece, siguiendo el criterio numérico de las representaciones, el grupo Renew Europe. Se trata de colectivos más inclinados a políticas liberales y “progresistas” -con todo lo que esa denominación pueda implicar-.
El grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (CRE o ERC en inglés) tienen ahora 76 escaños, gracias al contundente triunfo de los Hermanos de Italia bajo la batuta de la primera ministra Giorgia Meloni. Y con 58 representaciones, cierra el grupo, el conjunto de partidos euroescépticos que tienen tanto nacionalismo como animadversión a Bruselas, el grupo Identidad y Democracia (I&D), con mayoría de la francesa Agrupación Nacional, dirigida por la excandidata Marine Le Pen.
Lo que sí es importante resaltar en todo esto, es el avance de las colectividades que se ubican en el extremo conservador.
Por lo general estas agrupaciones más en el extremo, son hostiles a las disposiciones de la institucionalidad comunitaria, y se manifiestan muy a favor del control estricto de la migración y de repatriar “a como dé lugar” a grandes contingentes de población que ahora se encuentran en Europa. De allí, el rasgo de subrayar el criterio de Identidad Europea, con el cual fervorosamente han hecho campaña electoral.
De manera que, con estos resultados, el centro-derechismo europeo mantiene su fuerza, mientras se expanden grupos de extrema derecha y ven reducida relativamente su representación los grupos más a la izquierda del espectro político.
Todo análisis político así sea mínimo, debe partir del realismo y la objetividad, hasta donde sea posible. Así se razona, sobre la base de evidencias y hechos, de situaciones presentes, perspectivas, proyecciones previsibles.
No obstante, se pueden seguir las “modas de análisis”, ahora basadas en el juego de humo y espejos que son las noticias falsas “fake news” y en “post-verdades” palabra de último cuño para señalar las mentiras, distorsiones informativas y embustes, falsedades. Ojo, se razona con base en lógica, conceptos y evidencias, no con emotividades que especialmente si son furibundas, nos acercan a visiones distorsionadas de la realidad: nos acercan a la locura.
En todo caso, las diferentes fuerzas políticas en Europa deben enfrentar, de manera inmediata, tres aspectos cruciales.
El primero de ellos la Guerra en Ucrania y las relaciones con Rusia. Este conflicto demanda una salida negociada, Política -sí, con P mayúscula. Pero hay fuerzas que están muy interesadas en seguir probando la juguetería bélica y seguir lucrando- como en todas las guerras- a partir de estos enfrentamientos. Los negocios abundan en la preparación para el conflicto, durante la guerra y luego, faltaba más, en las reconstrucciones.
Un segundo aspecto: la seguridad en general en Europa. Esto implica también al conjunto de nexos de cooperación. La creación de una política de defensa común sería el objetivo de largo plazo. En este punto se debe agregar el conflicto en Gaza; afecta indirectamente. La población allí sigue muriendo; claro que fue terrorista el ataque del 7 de octubre de 2023. Un problema fundamental es la proporcionalidad; irían ya más de 35,000 muertos en el lado palestino. Es de recuperar los acuerdos firmados el 13 de septiembre de 1993. Los que le costaron la vida al Primer Ministro Israelí Isaac Ravin (1922-1995).
Un tercer componente: la política agrícola europea. De manera similar a la que utiliza Estados Unidos -en donde son casi 931,000 millones de dólares- se presentan los subsidios a la agricultura. Es de resolver una situación que al final es trasladada a los consumidores europeos en cuanto a incrementos de precios; son ellos los que pagan.
La agenda europea tiene otros temas, complementarios ahora, pero no por ello menos importantes: entre ellos están: el llamado Pacto Verde, la transición a una economía más sostenible, la migración, la expansión de la Unión, las reformas en la relación de Estados miembros con Bruselas, la voz única de Europa en el mundo, de nuevo el caso de Gaza.
En medio de toda esta dinámica política, se trata de comprender lo actual y sus tendencias, de aprender del pasado, de tener una perspectiva clara y objetiva del futuro. No hay alternativa: la cooperación entre los Estados europeos, la inversión en innovación y la promoción de valores democráticos son elementos cruciales para el desarrollo sostenible y la prosperidad de la Europa que nos heredó en el Siglo XVIII, el Siglo de las Luces.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario.
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